Créeme

FOTOGRAFÍAS

Lo besé, como si mi vida se fuese en cada roce, en cada encuentro ferviente de nuestros labios, lo amaba.

Quería transmitirle con mis acciones que él era el hombre correcto para mí, si existía un mañana quería vivirlo a su lado.

Nos encaminamos a recibir las felicitaciones de nuestro grupo de amigos.

La cena transcurrió entre risas, hablamos sobre los planes de la boda y sobre como procederíamos luego.

Sabía que seguiría a Daimon al fin del mundo, pero debía de atender asuntos importantes de las empresas que tenía por mi cuenta.

Debía de volver a Nueva York para firmar la venta de las acciones, de las compañías de mí hermano.

Pese a que pronto, ya no tendría nada que me atara a las empresas que heredé, en el último tiempo había adquirido una empresa textil propia, que dirigía junto a Sam, tenia además muchas tiendas de ropa cosméticos y calzado que eran solo mías.

No podía, aunque quisiese desligarme de todo, siempre estaría atada a volver a aquella ciudad.

Todo había surgido tan rápido, que no tuve tiempo de procesar los cambios que viví.

Muchos pensaran que he perdido más de lo que he obtenido, pero yo no lo veía así, desde mi perspectiva, había ganado en calidad de vida, hoy podía decir que me encontraba siendo feliz la mayor parte del tiempo, no todo el mundo puede ser capaz de sentirse así.

Esa noche fue magnifica, la recordaría por el resto de mis días, Daimon no solo fue cariñoso y dulce, sino que sus múltiples formas de demostrarme su amor, podían volver loca y adicta a cualquier mujer.

A la mañana siguiente me desperté con malestar en mi cuerpo, solo sentir el olor del desayuno produjo una batalla en mi estómago.

-¿Qué sucede?

Preguntó Daimon preocupado al verme correr al baño.

Los nervios hicieron que la bilis subiera a mi garganta, comencé a sacar cuentas mentales, con todo el ajetreo y el viaje, no me percaté de que no había tenido mi periodo.

El malestar esporádico que he sentido en estos días, lo estuve asociando a diferentes situaciones, pero nunca pensé en algo como esto.

Debía de asistir a un médico con urgencia, Daimon me frotó la espalda en círculos mientras me veía con preocupación.

No quería compartir mis sospechas hasta no estar segura de ello, así que le aseguré que iría a ver a un doctor si seguía sintiéndome mal.

Una extraña felicidad se instaló en mi pecho, saber que quizás traería al mundo a otro pequeño angelito, me genero mucho entusiasmo, todo sería diferente, estaba junto a Daimon ahora, podríamos disfrutar juntos de ese maravillosos milagro, cosa que no había sucedido en mi primer embarazo.

Nos pasamos la mañana recorriendo la zona cercana a la casa, encontramos una muy bonita guardería para Ángel, en la cual inscribimos sin problema alguno.

Al comienzo de mi maternidad, me costo mucho poder dejar a mi pequeña al cuidado de alguien más que no fuese yo, pero a medida que transcurría el tiempo me di cuenta de que era algo que debía de aprender a manejar, para las dos sería un proceso de aprendizaje, tuve que amoldar mis horarios, mi vida comenzó a girar en torno a ella, pero nada podía reconfortarme tanto como ver su sonrisa y saber que crecía sana y feliz.

Pasamos la tarde junto a Karen y Lucas, mientras los hombres trabajaban, nosotras nos dispusimos a conversar y conocernos.

Cuando tuve la oportunidad, le consulté sobre un ginecólogo de confianza, alegando que al estar aquí debía de buscar atenderme con alguien más.

Me recomendó a su ginecóloga, con la que se ha atendido por años, me pasó sus datos y su contacto.

Sin perder tiempo, llamé y agendé una consulta médica, necesitaba salir de dudas, la ansiedad me consumía viva.

Conseguí que me atendiesen la próxima semana, ya que para esta no había lugares disponibles.

Al llegar a casa, había un sobre en el buzón, como destinatario figuraba mi nombre.

Mi ceño se frunció, no decía remitente, no conocía a nadie aquí, no parecía ser enviado desde algún otro lado, con curiosidad entre en la casa, acosté a mi pequeña a dormir su siesta, mientras que Daimon se daba un baño.

Al abrir el sobre me sobresalte, tenía una cantidad exageradas de fotos que cayeron al suelo por mi torpeza.

Me agaché a recogerlas mientras que Daimon se acercaba a ayudarme, iba con una toalla amarrada a su cintura, mientras que con otra más pequeña secaba y despeinaba su cabello, en otro momento me hubiese permitido perderme en aquella tentadora y sexy imagen frente a mí, pero en el instante en el que tomé alguna de las fotografías mi rostro se desfiguró.

Daimon había quedado estático, en canclillas con varia de esas fotos en su mano, observándome fijamente.

Sin ser consiente, las lágrimas bañaron mi rostro, en las fotos se veía claramente a Daimon teniendo sexo con aquella modelo rubia con la que había platicado en el canal.

No sabía si eran fotos recientes, de ayer, de hace una semana, de hace meses, o incluso años.




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