Créeme

DESCUBRIMIENTO

Al amanecer, me encontraba desvelada, no había podido dormir pensando en todo lo sucedido hasta el momento.

Daimon descansaba como un niño pequeño, acurrucado a mí lado, sin liberarme de su fuerte agarre, como si tuviese miedo de que por la noche pudiese huir.

Los malestares se intensificaron, obligándome a correr hacia el baño, como pude me zafé de sus brazos sin despertarlo.

El sol recién estaba asomándose, el aire era algo fresco, me coloqué una bata para cubrir mi cuerpo, pero permanecí descalza.

Iba a la cocina por una taza de chocolate caliente, cuando pasé por el salón, desde una razonable distancia noté que, debajo de la mesa había algo que llamó mi atención, me acerqué lentamente.

Al ver de que se trataba la molestia se intensificó, una de las fotos del sobre había quedado debajo de la mesa, en el apuro y con el enfado y tristeza que ayer me dominó, no pude percatarme de ello.

Aún dolí ver a la persona que amo con otra mujer, confiaba en la palabra de Daimon, pero en mi interior me reprochaba terminar por cegarme y no ser quizás tan objetiva, no quería que mi amor por Daimon nublara mi juicio.

Estudié la foto detenidamente, en ella Daimon se encontraba de pie con sus brazos arriba de la cabeza, mientras la rubia le quitaba la remara, su rostro no se veía, ya que la ropa que se estaba quitando lo tapaba, pero sus tatuajes eran inconfundibles en su cuello las cruces se veían a la perfección, los tatuajes en sus pectorales eran inconfundibles, la cereza en el centro del mismo…

-Un momento.

Demandé en voz alta a la nada.

La cereza no se veía igual, estaba tatuada sin color, era una fruta insulsa en el medio de su pecho, no tenía vida ni detalles.

Pero la que Daimon llevaba, era una cereza con un color vivo, brillo y perfectamente única, como cada tatuaje de su piel.

Corrí con la foto en mis manos, hasta la habitación, casi tropiezo con mis propios pies, pero sin detenerme trepé a la cama, me posicioné sobre Daimon quien tenía el rostro tapado con su brazo, al sentirme sobre él tomó mi cintura firmemente mientras abría sus ojos y me observaba con una sonrisa.

-Creo que a alguien se despertó juguetona.

Todo rastro de diversión y alegría se esfumó de él, cuando sus ojos observaron la foto que posicione a centímetros de su rostro.

-Creí que esto ya había …

 No dejé que terminara de hablar.

-Mira la foto Daimon, ¿ahora dime, quien retocó tu tatuaje, para que quedara como hoy luce?

Pregunté mientras acariciaba el dibujo sobre su piel.

Su ceño se frunció con intriga, no entendía aún el punto al que quería llegar, pero contestó de igual manera.

-Al llegar aquí, un tatuador mediocre realizó el trabajo, pero sabes lo quisquilloso que soy con lo que llevo en mi piel, todo lo que me he tatuado tiene el sello personal de Robert o Vanessa, así que cuando volví, le pedí que lo arreglaran, con gusto lo convirtieron en la belleza que es hoy, Vanessa se emociono con los detalles, porque sabía el significado que había detrás de el.

Una sonrisa se formó en mis labios, aún Daimon observaba la foto sin saber que le mostraba.

Hasta que pareció notar lo que yo.

Se sentó bruscamente, casi caigo hacia atrás, pero me sostuvo fuertemente, nuestros rostros quedaron a centímetros, el uno del otro.

-No es el mismo, es el tatuaje inicial, antes de que volviera a Nueva York.

Dijo mientras su sonrisa se hacía cada vez más grandes, sus ojos se llenaron de alivio y alegría.

-El hecho de saber que estuviste con otra mujer no es algo lindo de procesar, verte en fotos es algo demasiado doloroso e impactante, pero saber con certeza que no me equivoque al decidir confiar en ti, es algo que le da paz a mi alma.

Dije con emoción, mientras me tiraba sobre él para besarlo con pasión.

Sabía que mi intuición no fallaba al decidir creerle, nuestro amor era más fuerte que nunca.

Ese día mi cuerpo se encontraba más exhausto de lo normal, pasé recostada con algo de malestar, no quería preocupar a Daimon, así que traté de fingir la mayor cantidad de tiempo, hasta que salió de la casa, iría a correr, debía de practicar mucho, ya que la próxima semana tenía una pequeña carrera antes de que comenzara el mundial.

La fecha de la competencia, coincidía por cosas del destino con mi cita médica, confiaba en que tendría tiempo para llegar a verlo competir, después de ver a la ginecóloga, así que deje que el tiempo transcurriera, disfrutando enormemente de mi bella familia.

 Quería comenzar a vivir sin limitaciones, realicé investigaciones, para poder terminar mi carrera, ya que no había podido hacerlo cuando quedé embarazada de Ángel.

El irme a Brasil había sido una decisión difícil, que conllevó muchísimos cambios y sacrificios, pero sí no me alejaba de todo lo que en ese momento me afectaba, estaría poniendo en peligro a mi pequeña, nada valía tanto como su bienestar.

Pero ahora todo sería distinto, no estaba sola, tenía gente que se preocupaba por mí, estaba tomando las riendas de mi vida, comenzando a pensar y actuar, guiándome por mis propios deseos.




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