Créeme

Capítulo 55. Descartando sospechosos

Steve

—¿Vera? —Irene frunció el ceño, sorprendida—. Nunca hubiera pensado en ella. Parecía bastante amigable. No como la otra… ¿cómo se llama? Lila. Ella dijo abiertamente que me odiaba… es decir, a Carla.

—Recuerda, aquellos que admiten abiertamente su odio generalmente no hacen nada. —Reí entre dientes, apoyando un codo en el respaldo del sofá—. Tú misma sugeriste que mi padre podría haber matado a Carla para librarme de su "perniciosa influencia". Pero te juro que ese hombre no movería un solo dedo por mi bienestar. Cuando me fui de casa, me desheredó y me eliminó de la junta directiva de la empresa familiar. No había ninguna razón para que él matara a Carla.

Esperé una respuesta, pero pronto noté que Irene no me estaba escuchando en absoluto. Su mirada se había perdido en algún punto del suelo, inmersa de nuevo en sus pensamientos.

—¿Por qué Vera odiaba tanto a Carla? —preguntó de repente, como si la pregunta hubiera estado fermentando en su mente.

—No lo sé. —Me encogí de hombros con genuina indiferencia—. Quizás competían por los clientes ricos. Tal vez envidia. Carla era la estrella del club y Vera… Vera nunca estuvo a su nivel, ni siquiera al de Lila. Pero Lila es distinta, ella solo baila y se va a casa. No se involucra en los juegos del club.

Irene pareció procesar la información en silencio. De pronto, su expresión se iluminó con una chispa de comprensión.

—Espera. Vera me dijo que Carla se iba a casar con un "Abuelo". Mi madre también mencionó que alguien pidió la mano de Carla. ¿Podría ser la misma persona?

—¿"Abuelo"? —Repetí el apodo con una mueca, tratando de recordar si alguien en el club tenía ese mote.

—Sí. —Irene asintió con seguridad—. También mencionó a "Economista" y "Pelusa".

—A esos los conozco. —Me pasé una mano por el mentón, recordando—. El Economista es un cliente antiguo, pero casi nunca asiste a los eventos. Siempre está de viaje por negocios. Y "Pelusa"… hace un año que se declaró en quiebra y tuvo que renunciar a la membresía del club.

Solté una risa seca, aunque no tenía nada de gracioso. Después de todo, fue con él con quien Carla me engañó por primera vez.

—Pero te aseguro que ni uno ni otro habrían matado a Carla. Son, hasta cierto punto, "pervertidos decentes", pero no asesinos.

Irene se cruzó de brazos, su mente trabajando rápido.

—Entonces quedan Vera y "Abuelo". —Me miró fijamente, con esa intensidad suya que a veces resultaba inquietante—. ¿Cómo vas a atrapar a Vera?

Suspiré, sintiendo el peso del caso sobre mis hombros.

—Aún no lo sé. —Admití con franqueza—. William prometió poner a alguien a vigilar sus movimientos. Tal vez nos lleve al asesino, pero esa es solo la primera parte del problema. Después, tendremos que demostrar que fue ella quien ordenó el asesinato.

Dije las palabras en voz alta, pero en cuanto las pronuncié, un malestar sutil me oprimió el estómago. Algo no encajaba. Algo que no había notado antes.

Conocía a Vera desde hacía años. No éramos cercanos, pero tampoco me parecía una persona capaz de algo tan extremo. Si realmente había tenido un papel en la muerte de Carla, ¿cómo nunca lo noté? ¿Cómo había logrado ocultarlo tan bien?

—No lo sé, Steve… —murmuró Irene, frotándose la cara con ambas manos—. No encaja del todo. Sí, Vera está involucrada, pero… ¿matar a Carla por clientes? ¿Valía la pena arriesgarse tanto?

—A lo mejor no solo fue por los clientes. Tal vez por algo más.

—¿Tal vez ese "Abuelo" la mató? —sugirió Irene con el ceño fruncido, su inquietud reflejada en su mirada.

Sacudí la cabeza, exhalando con frustración.

—Escucha, no sabemos nada de ese tipo. Todo lo que tenemos es lo que dijo Vera, y francamente, no confío en una sola palabra suya. —Me pasé una mano por el cabello, tratando de organizar mis pensamientos—. Lo que sí sé con certeza es que ella está detrás de tu secuestro. Es muy posible que todo esto del supuesto "Abuelo" sea solo una distracción. Una cortina de humo para averiguar algo sobre tu paradero.

Irene me observó con los labios fruncidos y luego negó con la cabeza.

—Tal vez el "Abuelo" no sea una cortina de humo y realmente quería casarse con Carla, pero ella lo engañó y la mató.

—Tal vez sí existió alguien que quería casarse con Carla… aunque no lo creo. ¿Para qué matarla? —dije finalmente.

—¿Y si fue por celos? —murmuró Irene.

Mientras hablaba, una idea cruzó por mi mente como un relámpago: valdría la pena volver a visitar a la dueña del antiguo apartamento de Carla. Quizás ella supiera más sobre ese hombre "respetable" al que le alquiló el lugar.

Pero Irene no soltaba el hilo.

—Bueno, ¿y mi madre? ¿Por qué también mencionó que quería que Carla se casara con un hombre rico? —insistió con esa testarudez suya que, a estas alturas, ya no me sorprendía.

Bufé con impaciencia.

—¿Tu madre no estaba completamente loca? —espeté sin rodeos—. Tal vez confundía sus deseos con la realidad. Hasta donde yo conocía a Carla, la idea de formar una familia jamás pasó por su cabeza.

Hice una pausa antes de añadir con voz más seca:

—Y tampoco la de tener un hijo.

Irene bajó la mirada.

—Sí… ella no quería a Viola. —suspiró con pesar—. Por indicaciones médicas no pudo abortar.

Ahí estaba. La confirmación de lo que ya intuía.

—¡De eso estoy hablando! —exclamé, dejando caer los hombros con algo parecido al alivio—. Todo esto del matrimonio suena como un delirio o una mentira. Créeme, Irene, es Vera. Ella está involucrada en la muerte de tu hermana y en tu secuestro. Y vamos a probarlo.

Mis palabras quedaron flotando en el aire, pero en el fondo, algo no terminaba de encajar.

Si todo era tan simple, ¿por qué tenía la sensación de que nos estábamos perdiendo algo importante?

—Oye… —la voz de Irene cortó el silencio de golpe—. ¿Cómo se enteró tu padre de que mi madre había sido detenida por la policía y llevada precisamente a esa comisaría, y no a otra?




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