¿crees que los muertos pueden regresar?

El absurdo máximo

-Sería romántico de no ser por lo aterrador de la situación- exclamó Benjamín mientras tomaba el celular de las manos de su amiga.

-Ni aterrador, es horrendo

-Nunca mejor dicho- dijo la mujer de ojos verdes mientras se reía nerviosa hasta los pies.

-No pareces alterada ¿Qué pasa?

-Supongo que al alterándome solo lograré ser impulsiva, no quiero hacer algo de lo que arrepentirme- Mariana quedó más tranquila con esa respuesta, ella sabía que Laura no era ninguna tonta y mucho menos alguien a quien intimidar fácilmente, aun así no podía evitar preocuparse.

-¿Y si le decimos a Milagros? 

-No- le respondió la joven exaltada- Le dirá a mis tíos, ellos a mis padres, no quiero que se sigan metiendo en mi vida.

-¡No seas terca!- Gritó exasperado su mejor amigo- ¡Si no aceptas tus opciones anteriores llama a tu papás! Sabes que los necesitas.

-¿A qué precio? Esto ya no es una cuestión de orgullo Benja, ustedes- esta vez se refería a ambos chicos- los dos, saben todo por lo que he tenido que pasar para sentirme libre, poder mirarme al espejo y decir "si, esta sí que soy yo" ¿Me he drogado desde que soy independiente? ¿Voy a una fiesta nueva cada semana? ¿He reprobado mis materias? No se trata de un capricho, se trata de ser feliz.

-Sí, pero solo será temporal nena- Mariana abrazó fuertemente a la muchacha morena a su lado.

-¿Quién me lo asegura?

-Te lo prometo.

-No logro confiar del todo en ello, no me ayudarán, me juzgarán, me culparán de todo y sé que es mi culpa ¡es mi maldita culpa, mía, mía, mía!

- !Laura Sofía Magallanes López cálmate! Nadie te ha culpado de nada, no te alteres- Laura había empezado a llorar ya, sus problemas podían con ella más siempre se empeñaba en ocultarlo- Tranquila, no te vamos a obligar a nada, lo resolveremos solos, solos, como siempre ha sido.

Mariana y Benjamín se quedaron esa noche en el departamento de su amiga mientras que ésta decidió dormir en su sillón, esa noche Laura apenas concilió el sueño y sus sueños estaban llenos de las más temibles pesadillas, temía estar completamente sola, temía que nada fuese real, temía despertar y darse cuenta que otra vez estaba llorando en su habitación, temía que no pudiese sentir, escuchar o ver todo lo que ahora le hacía feliz.

Al despertar había prácticamente olvidado todo incluso el porque estaba en el sofá, pronto descubrió la razón cuando al entrar a su cuarto se encontró con sus mejores amigos aún dormidos. Pensó en lo sola que se sentía al verlos tan felices y juntos así que solo se fue a ver una película en la sala mientras trataba de memorizar cada cosa que le había traído dolor en los últimos años "una adiós" pensó para empezar "las peleas con mamá, su rechazo, mis intentos de..." se detuvo ahí mismo tal vez era mejor dejarlo así.

-Buenos días- Anunció Mariana tras salir de la puerta.

-Buenos días ¿Cómo durmieron?

-No se de Benjamín pero yo dormí increíble, pero tú no te ves igual ¿Insomnio?

-Pesadillas- contestó Laura- Cámbiense y vayámonos.

-¿Y tú? 

-Solo me pondré algo rápido ¿está bien?

-Okay

Al poco rato salieron, habían decidido irse en bicicleta, cabía aclarar que Mariana y Benjamín siempre la dejaban en el apartamento de su amiga, pero para su sorpresa un auto les tapaba la entrada y la vecina estaba furiosa, los muchachos supusieron entonces que el automóvil era de aquella mujer.

-Señora Amalia ¿Le ayudo con su carro?

-Mira Laura, no me trates de hacer tonta, por favor mueve tu coche, necesito sacar el mío- Laura se rio incrédula.

-Señora le puedo jurar que no es mío.

-¿Cómo que no? El señor de hace rato me dijo que el carro es tuyo.

-¿Qué señor?- Podía tratarse de un simple error, sin embargo la paranoia que éste "juego" le estaban causando hacía que se montara sus propias historias.

-Uno alto, casi calvo, mira ya necesito irme muévelo por favor- Laura nunca había conocido a alguien con esa descripción pero prefirió darle la razón a su vecina.

-Está bien señora ya lo hago.

Miró por las ventanillas del auto tratando de encontar algún indicio que le permitiese comunicarse con el verdadero dueño, al echar un vistazo al asiento del copiloto se topó con nada más y nada menos que otra nota. Realización fue lo que la golpeó entonces, el mensaje del día anterior, a eso se refería el extraño con que arreglaría el tema de autobús, el automóvil no tenía el seguro por lo que solo entró y lo movió.

Cuando sus amigos subieron se encontraban igualmente sorprendidos.

-No sabía que tuvieras coche- dijo extrañada Mariana 

-Ni yo 

Condujo hasta el colegio y todos esperaron el final de la jornada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



#30249 en Otros
#4194 en Aventura
#9804 en Relatos cortos

En el texto hay: redacción amateur, predecible

Editado: 20.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.