Creído Zeus

¿Estudias aquí?

POV Dahana.
No hay nada mejor que despertar con buena vibra por las mañanas. Eso en mi mundo significa, poner música a todo volumen y que mis padres me manden a apagarla o bajar el volumen, en cuestión de segundos.

Amo las canciones en inglés y un poco de coreano, pero no tanto K-pop sino baladas. Realmente son fascinantes y te hacen fantasear sobre lo bello y lo profundo que es el amor y esas cosas. Es curioso que me incline hacia las baladas en inglés y coreano, cuando no entiendo el significado de las letras.

Salgo del baño, tras terminar de dar mi concierto en vivo mientras me duchaba. Es sorprendente que mis padres no se hayan quejado de mi voz tan "espectacular" o que mi madre no haya subido a ver si necesito algo, ya que, hoy ingreso a una nueva secundaria y ella siempre está al pendiente. No pude haber tenido mejores padres.

Mientras bailo como si fuera un gusano atascado, me visto al ritmo de la música.

Desconecto la sincronización por Bluetooth de mi celular con las bocinas, para luego, salir del dormitorio. Mis padres siguen sin dar señales de vida, hasta que veo una nota en la puerta del refrigerador de ellos avisándome que tuvieron que salir, que me contrataron un chófer y que me desean suerte en mi primer día de clases.

A desayunar se ha dicho.

Digo mentalmente mientras evalúo que puedo preparar como desayuno. Mis chocolates, pobres. Aún no lo supero.

Tras terminar de prepararme unos panes con mermelada, acompañado de jugo de naranja, procedo a alegrar mi bello estómago mientras reflexiono, sobre como casi muero ayer por culpa de un idiota descerebrado.

Un claxón de coche, me saca de mis pensamientos. Miro por la ventana y veo un 4x4 estacionado frente a la casa, como los claxones persisten salgo a ver quien es. De paso me llevo la mochila, porque empieza a hacerse tarde para la escuela y me gusta ser puntual los primeros días.

Un hombre alto, tez blanco, notablemente ejercitado sale del brilloso auto negro. Me acerco hacia su dirección mitad tímida y mitad curiosa.

─¿Es usted la señorita, Dayi?

─¿Quién lo pregunta? ─contesto con una pregunta. Podría ser un secuestrador o algo parecido.

─Su chófer. ─confirma lo que mis padres me escribieron.

─Okey. ─digo arrastrando la ultima sílaba, mientras me subo al coche.

POV LUCAS.

Al llegar al comedor encuentro a toda la familia Badgley desayunando.

─Buenos días, a todos. ─tomo asiento al lado de Nati.

Verdaderamente, ¡Odio los lunes y la maldita resaca!

─¿Cómo amaneció mi muñeco? ─me pregunta mi madre y estira su brazo hasta alcanzar mi cabello castaño. Creo que tiene un tic nervioso, que hace que no pueda estar cerca de mí y no tocarme el pelo.

─Tengo un poco de resaca, necesito una de esas pastillas de Nati.

─¿Qué es tener rescaca, mami? ─cuestiona mi hermana menor entusiasmada.

Todos sonreímos y cuando iba a explicarle el término, mi madre me desafía con la mirada.

─¿Ésta es la clase de ejemplos que quieres darle a tu hermana? ─me pregunta el imbécil con el cual mi madre está jugando a la "casita feliz".

Es un traidor... ¿Cómo pudo meterse con la esposa de su mejor amigo?

Es tan sinvergüenza que pierde su tiempo hablando conmigo cuando sabe que jamás voy a contestarle, porque para mí, no es más que un intruso usurpador en esta casa.

─Oye, lo siento pero tenemos 10 minutos de retraso, así que mueve el trasero. ─la voz de Nati rompe con la tensión en el ambiente.

─Primero, me dejas alimentar mi bello cuerpo. ─le informo.

─Me comí tu sándwich, pensé que no querías. ─me dice mi hermanita de forma descarada.

No somos una familia numerosa pero bastante desastrosa, mi madre, mis dos catastróficas hermanas, una de 4 y otra de 15 agregando al idiota llamado Amauris, esposo de mi madre y ex-mejor amigo de mi padre.

─Ya vamonos, Lucky. ─me ordena Nati, mientras se levanta de la mesa.

¿Lucky? Eso suena a nombre de perros, ¿No?

─¡Chau mami, te amo mil. Igual a ti padrastris! ─Nati se despide mientras me arrastra hacia la salida.

Digamos que gracias a Natasha los psiquiatras tienen una profesión.

POV Dahana.

Espero a que la secretaria me entregue mi horario de clases e intento no envejecer en el proceso, porque ella lleva medio siglo hablando por teléfono y dudo mucho que esa charla telefónica tenga algo que ver con su trabajo.

Ya me duele el trasero de tanto estar sentada.

─Cada día estás más guapa, Inés. ─le dice un chico a la secretaria tras salir de la oficina del director. Ella le sonríe coqueta para segundos después colgar la eterna llamada que sostenía.

Cuando pienso que va a llamarme, ella se pone a revisar unos papeles como si se hubiera olvidado de mi presencia.

El chico toma asiento, mejor dicho, practicamente se tira sobre uno de los asientos a mi lado. Lo miro asqueada ante su intento de llamar la atención.

Inmediatamente mi mente identifica ese idiota con aire de Zeus.

El chico que casi me mata.

Eso significa que... ¿Estudia aquí?

─Me debes los chocolates. ─le digo llamando su atención.

Me evalúa con la mirada como si intentara identificarme y segundos después sonríe. Supongo que ya me recuerda.

Ahora sin la oscuridad de la noche, puedo notar las facciones de su rostro. Tiene una sonrisa verdaderamente aliciente agregando unos poco comunes ojos avellanas. Jamás me había detenido a observar, un par de iris avellanas y verdaderamente son interesantes y dignos de apreciar.

─Veo que no me demandaste. ─arrastra su trasero de asiento en asiento, hasta llegar al que me queda al lado. ─¿Vienes por mi parte del trato? —me cuestiona juguetón. ¿De qué habla? ─Ya sabes, eso de si no me demandabas te daría un beso.

Tarado.

─¿Eres o te haces?

─Quizás, ambas cosas. ─inclina su rostro hacia el mío. ─Hablando enserio ¿Qué te trae por aquí?




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