Creo En Ti.

IV. El Esfuerzo Perdido y el Presente Real

Hijo,

Si los primeros años de mi paternidad tuvieran una banda sonora, sería el sonido constante de mis planes a largo plazo.

El mundo, y yo mismo, nos convencimos de que un buen padre es un arquitecto del futuro. Estaba tan concentrado en construir la base para "tu éxito," tu carrera, tu estabilidad y tu mañana, que me olvidé de lo más importante: tu hoy.

Ahora, al mirar hacia atrás, siento la punzada de los atardeceres que no vi, de las preguntas tontas que no escuché con la atención debida, de los juegos de mesa que pospuse por una reunión "importante." Recuerdo esos primeros momentos de bebé, la niñez primera, y me duele pensar en los instantes en que estuve físicamente, pero mentalmente ausente. La pelota que no lancé, el momento exacto en que soltaste mi mano para intentar tus primeros pasos sin mi ayuda porque yo estaba en otra cosa. Esta es la gran trampa de la paternidad responsable: nos enfocamos tanto en ser proveedores de un futuro, que nos convertimos en ausentes de un presente.

Y, honestamente, al mirar hacia adelante, ese error pasado se une a un miedo que me aterra: el de no estar para ti en el momento que realmente me necesites. No me refiero a las cosas pequeñas, sino a esa encrucijada vital donde solo tu padre puede estar allí. Esa posibilidad me obliga a replantear mi tiempo.

Y al despertar a esta realidad, viene el impulso más tramposo: el deseo de "recuperar el tiempo perdido."

Hijo, quiero ser honesto contigo. El tiempo no se recupera. Es una ilusión dolorosa. No puedo volver atrás a esa edad en la que me necesitabas para atarte los cordones. No puedo volver a ser el padre de ese niño pequeño, porque ni tú ni yo somos los mismos. La vida avanza, y tú también.

El intento de "recuperar" es una forma más de obsesionarse con el pasado. Solo genera frustración porque los viejos momentos son fantasmas que no podemos atrapar.

Por eso, mi promesa de ahora es diferente. No vamos a recuperar nada, vamos a crear.

Voy a dejar de planear tu mañana para vivir nuestro hoy. Voy a silenciar la voz que me exige más trabajo para escuchar tu risa. El caos y la belleza de este momento, de esta edad tuya, es el único regalo que tenemos. No vamos a deshacer el pasado con culpa, sino a construir un presente sólido con mi presencia consciente.

Así que, la próxima vez que te invite a sentarte, a hablar o a simplemente quedarnos en silencio, no es un intento de "ponerme al día." Es la simple y pura intención de crear un nuevo recuerdo que valga la pena y asegurarte que, hoy, estoy aquí.



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En el texto hay: familia, paternidad, crianza

Editado: 22.10.2025

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