Viernes por la tarde, a sólo cinco minutos de salir del trabajo y disfrutar del fin de semana. A sólo cinco minutos de recibir el correo que tanto había esperado todo el mes.
El encargado del departamento de jurídica diría quién de nosotros ganaría un viaje a Shanghái.
Había un millar de razones por las cuales ir a China era una increíble oportunidad, pero la que más me motivaba de todas ellas era sin lugar a dudas restregárselo en la cara a la persona con la cual estaba haciendo contacto visual en ese mismo momento: Liam Rodríguez. El ser más despreciable de todo el departamento de jurídica y para rematar, mi jefe.
Nuestras oficinas eran cubículos de cristal de dimensiones exactamente iguales. Por cosas del destino, o bueno más bien del demonio, quedábamos frente a frente. Tan sólo divididos por un angosto pasillo que dividía a los abogados de los paralegales.
Al principió una pensaría que era lo mismo pero no era así, según Mónica, una de mis mejores amigas en el trabajo, era como comparar peones y alfiles, ángeles y demonios, Disney y Dreamworks, palta y aguacate.
A final también lo comparó como con cuatro grupos de kpop distintos pero honestamente ahí me perdí.
El punto es, que los paralegales éramos pobres almas en desgracia que hacían todo el trabajo, que después era firmado y aprobado por los abogados. Es por ello, que el dichoso pasillo era una especie de línea fronteriza que fue bautizado bajo el nombre del purgatorio.
Todos los abogados del otro lado, (el lado oscuro según Mónica) tenían en común el mismo mal humor, caras de pijos prejuiciosos y una personalidad del culo. Pero Liam para mí era el peor de todos, así que si los abogados eran demonios, él vendría siendo el anticristo.
Una notificación en mi pantalla me hizo redirigir mi atención.
Nuevo correo
De: Liam Rodríguez
¿Lista para perder?
Uní las cejas.
¿Cómo fue capaz de teclear ese correo sin romper nuestra madura competencia de miradas?
Cometí el pequeño error de volver la mirada hasta su lugar, donde lo encontré deleitado por mi confusión.
De: Areli Rojas
Para: Liam Rodríguez.
Estaba pensando en traerte medicina para tus sarpullidos en el trasero, pero no estoy segura si en el aeropuerto de Shanghái me la dejen pasar.
Si, puede que me haya pasado un poquito de la raya con mi jefe pero nosotros éramos así desde siempre y él no podía despedirme a menos que no cumpliera con mi trabajo, cosa que hacía demasiado bien.
Hacían tan solo tres meses desde que había llegado aquí y no recordaba ni una sola vez en que nos hubiéramos dicho cosas buenas el uno al otro. Literalmente en nuestra primera conversación tan solo lo salude con una gran sonrisa, y él mirándome como si hubiera visto a un fantasma me dijo que estaba despedida.
Luego de eso, en recursos humanos le reprocharon diciendo que no tenía derecho de despedirme sin motivo alguno. Ahí empezó nuestro odio mutuo.
No entendía la razón por la cual le caí tan mal desde el principio pero siendo sincera, a este punto no podía importarme menos.
Yo no era más que una recién graduada que había conseguido una oportunidad increíble de reemplazar a alguien por todo un año en el departamento de jurídica de la presidencia de República Dominicana. Era un gran logro que pondría en mayúsculas en mi hoja de vida y no dejaría que un idiota con una personalidad del culo como lo era Liam me lo arruinara.
Tan sólo con ver sus trajes impecables y su cabello peinado a un lado, te dabas cuenta de que el debió haber sido de los que le acordaban la tarea a la profesora en el colegio.
El susodicho alzó una ceja cuando recibió mi correo, pero no tuvo tiempo a responder ya que nuestro jefe general, el consultor jurídico Hernández, envió el tan ansiado correo con los resultados.
Nuevo Correo.
Dr. Hernández. Consultor Jurídico.
Damas y caballeros, me complace compartir con ustedes los resultados de la evaluación de desempeño general de este mes. En primer lugar, me complace felicitar a nuestra más nueva adición, la señorita Luna quien obtuvo una puntuación de 4.5 en su desempeño a pesar de tener poco tiempo en nuestro equipo, ¡felicidades!
¡Esa era yo!
Al leer el primer párrafo, acomodé las arrugas de mi falda y tiré mis hombros hacia atrás. Por el rabillo del ojo noté como Liam rodaba los ojos.
Estaba segura de que esto podría ser mío ya que era demasiado buena en lo que hacía y no me gustaba perder. Además, una oportunidad para superar a tu enemigo en el trabajo no se podía desperdiciar.
Continué leyendo el último párrafo.
Pero con una puntuación perfecta de 5 puntos completos, Liam Rodríguez, ¡gana como empleado del mes y con ello el viaje al Congreso de Derecho Administrativo en Shanghái!