Creo que me acosté con mi jefe.

6. Un Benz, la lluvia y madres intensas.

La lluvia no paraba de caer y yo no tenía forma de volver a la oficina.

Como si no hubiera tenido suficiente con ahogarme en trabajo, el insípido de Liam Rodríguez me envió al tribunal para buscarle unos papeles. Pero en el trayecto empezó una ligera llovizna que se convirtió en una tormenta y ahora estaba aburrida y sin nada más que hacer más que esperar a que pasara mientras tomaba café en la cafetería del tribunal.

Este día había sido demasiado largo. Estaba tan harta que se me ocurrió revisar mi teléfono por primera vez desde el sábado.

Tal como me lo imaginé, tenía miles de mensajes de mi mamá.

Primero una serie de notas de voz en las cuales me recordaba lo decepcionada que estaba de mí, luego me rogaba volver a casa por mi propio bien. Despues de eso intentó llamarme algunas cinco veces y como no pudo contactarme, decidió escribir y me informó que me había hecho una cita para el miércoles con una doctora para que me hiciera exámenes de ETS y luego tenía otra el jueves con una dermatóloga para que me quitara el tatuaje.

Que puedo decir, mi madre es la intensidad en persona.

Como pude tecleé lo siguiente: 

Estoy bien, gracias por preocuparte. 

Luego pasé a los mensajes sin leer de "La liga de la justicia", era un nombre de mierda para un grupo de trabajo, pero es lo que se puede esperar de un montón de futuros abogados que nacieron todos en la generación z.

Entre el montón de mensajes tan sólo me enfoqué en los archivos multimendia, donde vi un boomerang de las barbies compartiendo shots, Monica sacando la lengua y los abogados luciendo tan aburridos como siempre.

Dejé salir una sonrisa perezosa. Todos estos locos me caían demasiado bien.

Despues había una foto donde Liam me tomaba por la cintura, estabamos juntos en la barra y ambos nos veíamos el uno al otro a los ojos. 

Se me atoró la respiración. 

Parecíamos como si nos soportabamos, lo cual era imposible pero eso parecía.  Pasé el dedo por la pantalla y apareció otra imagen en la misma posición pero en esta yo me veía enojada y parecía que le gritaba algo, él por su parte tenía los ojos tornados al cielo. 

No pude evitarlo cuando una pequeña risa se escapó de entre mis labios. Estas discusiones sin sentido nuestras se sentían tan naturales, como algo que podría estar haciendo por el resto de mis días sin titubear.

La reenvié a Liam la foto donde nos veíamos discutiendo seguido de un mensaje corto pero tonto.

Tal vez no sepamos que pasó con exactitud ese viernes, pero es más que obvio que te di una tanda de insultos que a lo mejor te merecías.

Él vio el mensaje al minuto, no le tomó mucho tiempo responder.

 

Nuevo mensaje de:

[PEOR JEFE DEL MUNDO]

¿Donde demonios estás?

 

Chasqué con mi lengua. Él señorito Rodríguez no tenía nada de modales.

[YO]

Vine al tribunal porque TÚ me lo pediste y ahora estoy atascada aquí hasta que pase la lluvia por TU culpa.

 

Aun con mi atención fija en la pantalla, di el último sorbo a mi café en un intento de no perder los estribos. Pero lo que leí a continuación casi me hace devolver la bebida.

 

Nuevo mensaje de:

[PEOR JEFE DEL MUNDO]

Estoy en los parqueos del tribunal esperando por ti.

 

Creo que leí esa linea unas diez veces porque no me lo podía creer.

Con suma lentitud, como si estuviera en una pelicula de terror y mi acosador estuviera cerca, miré a los lados de la caftería hacia los parqueos de afuera hasta que di con un Mercedes negro que tenía las luces parpadeando.

Permanecí en mi lugar, mirando en su dirección con la boca abierta por unos eternos segundos. Tal vez me hubiera quedado más tiempo de no ser porque mi teléfono me notificó otro mensaje que me sacó de mi ensimismamiento.

 

Nuevo mensaje de:

[PEOR JEFE DEL MUNDO]

¿No vas a salir?

 

Pedí una bolsa en la cafetería y la utilicé para cubrir mi cabeza hasta llegar al vehículo. Con mucho cuidado de no resbalar con mis tacones en los charcos de agua. 

Allí afuera se sentía tan frío que casi gemí de alivio por la sensación de calor que me chocó dentro del carro de Liam. Tal como me lo había imaginado tantas veces, el vehículo era muy comodo, los asientos suaves y ese aroma.

Su aroma.

Creo que hubiera podido cerrar los ojos y dejarme llevar en la corriente de todas esas buenas sensaciones que me inundaron al mismo tiempo. Pero la cara de Liam era como un iceberg en medio de esas olas. 

Seguía muy enojado y con ese mechón blanco en su cabello, me seguía pareciendo la madrastra de Cenicienta. 

—¿Por que aún sigues con el cabello así? —dije para cortar el silencio incómodo—. Estoy empezando a creer que planeas hacer un cosplay de Cruella.

Él alzó una ceja.

—No me lo he quitado porque pasé todo el fin de semana dándole seguimiento a mi denuncia de mi carro desaparecido.

Empezó a poner el vehículo en marcha. No se veía para nada feliz.

—¿Y donde estaba?

Apretó los labios antes de decir:

—Seguía parqueado en el trabajo.

Articulé mis labios en miles de formas diferentes para resistir una risita que amenazaba con escaparse. Areli, por lo que más quieras no es momento de reír porque el es capaz de sacarte del vehículo en medio de la lluvia.

—Gracias por… emm ¿socorrerme? —dije no muy segura de que ese fuera el verbo correcto para la situación.

—Es lo menos que podía hacer, de todos modos se me hubieran empapado los documentos que te mandé a buscar.

Ahí estaba de nuevo señoras y señores, Liam seguía siendo un tremendo estúpido. Porque mostrar un signo básico de humanidad se escapaba de su comprensión.



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En el texto hay: jefe, oficina, enemigos a amantes

Editado: 16.11.2021

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