Mi madre siempre me había dicho que soy de esas personas que tienen dos cucarachas en la cabeza jugando al ping pong en lugar de un cerebro.
Creo que ese momento lo confirmaba.
—¿Estás al tanto de que está prohibido tener parejas en el trabajo verdad? sería un escándalo en recursos humanos.
—a —fue lo único que se me ocurrió decir.
Liam puso el vehículo en marcha no sin antes trazar una media sonrisa en sus labios.
—Definitivamente, creo que deberías ver menos Disney.
Me estaba sintiendo humillada. Así que encendí la radio para que el sonido de la música aliviará la situación, así que intenté relajarme al compás de la voz de Lil Nas X.
—Creo que es mejor cambiar de tema. Me siento incómoda.
Liam rió por lo bajo.
—Pues omitamos el hecho de que trataste de emparejarme con una colega y cuéntame, ¿qué tal tu día?
Lo fulminé con la mirada. Conociéndolo, se pasaría todo el mes molestando con esto.
—Pues esta mañana, además de ser explotada laboralmente por el hermano menor de lucifer, estuve en la oficina de Chris e investigué más sobre la noche en la que perdimos el control.
Torció el labio.
—Pensé que habíamos dejado el suceso enterrado.
Este fue mi turno para tensarme, así que me quité mis tacones y subí una pierna al asiento para abrazarme a ella. Tendría que contarle la parte incómoda.
—Ya sé pero es que... Chris cree que alguien intentó drogarme adrede y que por ende estuve expuesta al peligro.
Liam se detuvo en un semáforo en rojo. Lo sentí cuando puso toda su atención sobre mí, pero no me atreví a verlo.
—Pero pasamos toda la noche juntos, no creo que nadie más haya tenido la oportunidad de acercarse.
—¿Pero y si no? —dije exasperada.
El sonido de la música fue lo único que relleno el espacio entre nosotros por un momento.
Esto me disgustaba tanto como a él, pero por mas idiota que sonase yo tenia derecho a saber si alguien se aprovecho de mi. Investigar era lo menos que podía hacer.
—¿Alguna sugerencia? —cuestionó un tanto resignado.
—Se me ocurrió que tal vez podrías besarme. Así, si algo pasó entre nosotros esa noche, tal vez regresen a mi los recuerdos. Supongo que así sabremos si estuvimos juntos o no.
Podría haber jurado que Liam palideció.
—Areli, no. Estas demente. Creo que esta vez si te pasaste-
—¡Ay por favor! —lo interrumpí con un sobre salto—. Ambos somos adultos y está muy claro que no estamos interesados el uno en el otro.
Como si quisiera confirmarlo, él me miró con su cara de asco.
—¿Segura que no estás interesada en mí y esto no es más que un plan retorcido para aprovecharte?
—El único interés que tengo contigo es celebrar tu funeral —me encogí de hombros.
Parpadeo un par de veces, la luz de los locales de afuera reflejándose en sus ojos grises. Por alguna razón, ahora se me ocurría que esto era una mala idea.
Trague en seco.
—¿Juras que esto no es una mala idea?
—Si —mentí—. Creo que sería bueno mantener una bolsa cerca por si me dan ganas de vomitar después.
Liam se revolvió el cabello. Al parecer tenía una batalla interna con sus pensamientos, lo supuse por la forma en la que se mordió el labio y miraba perdido a la luz en rojo frente a nosotros.
Él tenía razón, tal vez debí enterrar mi preocupación y dejar morir el recuerdo de aquella noche. Superarlo y seguir adelante.
—Areli —me llamó en un murmullo que me sacó de mi ensimismamiento.
—¿Sí? —respondí en un tono similar.
—Te odio tanto por hacerme esto —susurro antes de acercarse y eliminar la distancia entre nosotros.
Quien diría que solo le tomaría un beso a Liam Martinez para hacerme perder la cabeza completamente.
Sus labios eran demasiados cálidos y la textura suave, su agarre contra mi mejilla resultó ser más gentil de lo que debería.
¿Por qué tuvo que ser tan simple?
No era normal que la persona que más me desagrada en el mundo despertara a toda una bandada de mariposas en mi estomago, que me hiciera cerrar los ojos y me tentara a enredar mis manos en su cabello.
Al final, nos detuvo la bocina de un auto. El semáforo volvió a ponerse en verde y el prosiguió la marcha sin decir nada. Yo tampoco lo hice.