Creo que me acosté con mi jefe.

12. Maria Elena

Besar a mi jefe fue una idea demasiado descabellada. 

Ahora tendría que afrontar las consecuencias que se derivaban de ello y que no había prevenido en un principio, pero gracias a mis tendencias procrastinadoras eso era algo de lo que me ocuparía mañana y no hoy puesto que era mi día libre.

Según mi acuerdo con cara de nabo, hoy tenia el día para mí sola. O mas bien, tenia permiso para ir a las citas medicas que me agendo mi madre, pero es casi la misma cosa. 

Aunque no me sentía entusiasmada porque me hicieran pruebas de sangre y que fisgonearan a Maria Elena, era mejor que enfrentar a Liam.

Si, lo sé, soy muy madura.

—¿Cuándo fue la ultima vez que tuvo relaciones, señorita Luna? —cuestiono la ginecóloga con un tono muy desinteresado para mi gusto.

No sabia que era más incomodo, la consulta o el hecho de que yo estuviera con las piernas abiertas sobre una camilla exponiendo hasta lo que me comí ayer.

—¿No puede darse cuenta de eso usted misma con tan solo revisar allí abajo? —Pregunte, cuidando que mi tono nunca dejara de sonar cortés.

—Me temo que no, no puedo determinar nada a menos de que usted me lo diga. Ni siquiera podría asumir si es sexualmente activa por mi cuenta.

Ay por dios. Esto no saldría bien.

—Digamos que... no recuerdo exactamente si tuve algo la semana pasada pero hay cierta posibilidad de que sí.

Presentí que la señora me juzgaría, pero en lugar de ello acomodo las gruesas monturas de sus anteojos que eran enmarcados por una gruesa cortina de cabello castaño y siguió escribiendo algunas cosas en un cuaderno de tapa dura.

—En ese caso, ¿cuál es la ultima vez que sí recuerda? —su tono fue el mismo. Desinteresado y libre de juicios.

—Hace poco más de tres años. 

Sí. Lo recordaba de forma vivida, en mi fiesta de cumpleaños numero dieciocho con mi ex.

La señora iba a continuar escribiendo, pero se mordió la lengua. Por primera vez en toda la consulta, levanto la cara del papel y me miro. lo que encontré fue una expresión condescendiente.

—No debería meterme en  esto, pero a juzgar por las fechas y el hecho de que no recuerdas mucho la otra semana, ¿crees que alguien abuso de ti? —cuestiono con mucho tacto.

Entonces la avalancha de emociones volvió a mi. Con los miedos, las inseguridades y los reproches de mi madre. Todo era muy ruidoso y con colores muy vividos, desentrañando un mar de lagrimas desde lo mas profundo de mi corazón.

Me sentía como una idiota al desarmarme aquí mismo en la consulta de esta señora, seguro tenia muchísimas cosas mas por hacer pero aquí estaba yo, dejando a la luz el desastre de persona que soy.

—Déjalo salir todo, es normal —dijo con mucho ternura.

no hubo vuelta atrás a partir de entonces.

•●•

—Entonces, él me dejo en mi casa luego del beso. No hemos hablado al respecto desde entonces porque lo siguiente que hice fue ir a dormir y hoy estoy aquí con Maria Elena expuesta y contándole mi vida a una ginecóloga —termine de relatar la historia de estos últimos días.

—Vaya, si que pasaron demasiadas cosas —ella aprecio, pero no pude ver demasiado su cara porque estaba haciendo su trabajo entre mis piernas. —Creo que me perdí, ¿quién es Maria Elena?

—Oh, no es nadie. Así es como llamo a mi partecita —dije sonrojada.

Cielos, esa ultima confesión no estaba en mis planes de ser revelada. Oficialmente esta señora me conocía mas que mi propia madre.

—Descuida, he escuchado peores nombres —dijo entre risas.

Me hizo una señal para que cerrase las piernas, por lo que imagine que ya había terminado de rebuscar. Después volvió a su escritorio donde tenia un folder con mi nombre.

—Aquí están tus resultados de esta mañana, todas las pruebas de ETS y embarazo han salido negativas, tampoco han habido signos de maltrato visibles. —Aprecio deteniéndose en cada uno de los resultados—. Sé que nada de esto fue tu culpa, así que no seas más dura contigo mismo la próxima ¿sí?

¿Era más fácil desahogarme con una desconocida que perdonarme a mí misma por algo que no fue mi intención? la respuesta era sí, mil veces si. Porque aun estaba convencida de que debe ser mas inteligente, debí haber previsto esto y no poner mi seguridad en riesgo. 

Pero el problema es que todo eso era el pasado, y ya no había forma de cambiarlo.

Ante mi silencio incomodo, la doctora volvió a sus papeles y escribió sobre una de sus hojas.

—Te voy a referir a la Laura Delgado, es buena y creo que estará feliz de tratar contigo una vez al mes.

Ante eso, alce las cejas.

—No entiendo, pensé que habita dicho que todo estaba bien.

La doctora hizo una elegante firma en la hoja de consulta antes de arrancarla del tirón y extendérmela. Eran instrucciones de cómo llegar a una dirección y el contacto de la dichosa Laura, una psicóloga.

—No, no, no —dije cuando caí en cuenta de lo que pretendía—. Creo que ha habido un malentendido, no estoy loca. Solo inestable emocionalmente, no es la gran cosa.

La doctora reacomodo sus lentes. 

—El hecho de que tengas batallas internas, no significa que debas librarlas tú sola. —sonrío de lado—. No quiero obligarte a hacer nada, solo piensa en ello.

Guarde el contacto que me dio en mi bolsa para dejar el tema de lado. 

—Creo que iré a cambiarme —señalé el baño y mi  bata de hospital.

No tenia intenciones de ir a una consulta con una psicóloga porque sentía que no lo necesitaba. Pero a sinceridad, nunca había ido a una y muy en el fondo me pico la curiosidad de saber, ¿Qué tendría que decir la mencionada al respecto si yo le llegase a contar mi historia?

 



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En el texto hay: jefe, oficina, enemigos a amantes

Editado: 16.11.2021

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