Creo que te quiero

Alumno de secundaria

Esa noche no pude dormir bien, estaba nervioso y no era para menos, era mi primer día como alumno de secundaria o enseñanza media, como se conoce en nuestro país. No era cualquier cosa, era ser alumno de media, lo que significaba más fama, prestigio, respeto, y un poco mas de libertad. Esa mañana me levanté tempranito de la cama y me fui a la ducha. ¿Que sorpresas me esperarían? De los alumnos de salimos de octavo de primaria solo íbamos a ser cinco o seis, por lo que tendría casi puros compañeros nuevos. Salí de la ducha, me vestí y baje a la cocina a tomar desayuno para ir a mi primer día de clase.

—¡¡Aaaaww!! si ya está lista para su primer día de clases, como una niña buena—. Me empezó a molestar mi hermano.

—Anda a arreglarte será mejor, o vas a llegar tarde como es tu costumbre—. Le repliqué serio

—Yo voy en segundo cabrito, hago lo que quiero, no como tú que todavía tienes que ir de la mano con la mamá—. Me enrostró; ese fue un golpe duro.

—Ya Benja, anda a tomar tu desayuno para que no te atrases; y tú deja de molestar a tu hermano, madura por Dios—. Llegó mi salvadora, mi mamá;

Ya sin mi hermano molestando podía buscar la concesión a la independencia, el ansiado permiso para irme y venirme solo a casa.

—Mamá yo me puedo ir solo y venir también, ya estoy grande, no es necesario que...

—Si, pero tu sabes que la gente anda como loca, y tu eres bastante distraído—. Me interrumpió bruscamente.

—Pero mamá, todos mis compañeros se van y se vienen solos—. Le recordé.

—Ya esta bien, pero anda con cuidado—. Me advirtió, yo solo le hice con el dedo arriba indicando que estaba de acuerdo.

Ya que había logrado convencer a mi mamá de irme y venirme solo, me fui a tomar desayuno, luego me lavé los dientes y salí con rumbo al colegio, a mi primer día y mi primera vez solo de ida y vuelta a clases. Salí de mi casa, caminé por el pasaje y me encontré con el Víctor que también iba al colegio.

—Cómo estamos Benja—. Me preguntó el cabezón.

—Aquí poh, listo para mi primer día de clases—. Respondí.

—¡¡Owwww!! Si esta grande ella, va a primero medio ya—. Se burló.

—Obvio y con las niñas de segundo, tercero tu sabes, para conquistar—. Contesté agrandado.

—Él poh, el conquistador—. Se siguió burlando de mí.

—En todo caso mejor que ir a una escuela de puros hombres—. Me reí de él por su triste destino.

Al Victor lo había puesto en el Arturo Alessandri de Providencia, colegio de puros hombres, yo no sé si podría ir a un colegio sin chicas para deleitar la vista, pero mi mejor amigo ya se había resignado a su nueva realidad.

—Puta si wn, pero es un colegio bueno para lo que quiero estudiar, me va a preparar bien para ser mecánico—. Se excusó —Además entre hombres se basila más poh, no hay mina que te reprochen por tirar un chiste de doble sentido por ejemplo—. Se defendió.

—Mira, con tal que no tengas que agacharte a recoger el jabón ja,ja,ja... ya chao de ahí hablamos—. Me despedí.

Después de eso caminé hacia al paradero y tomé la micro que me dejaría en el colegio; lo bueno el colegio quedaba cerca de la casa así que el bus que tomaba no iba muy lleno, me iba sentado casi siempre. Me bajé y empecé a mirar a mi alrededor, jóvenes caminando al colegio, algunos que se conocían se saludaban, otros se quedaban fumando en la esquina, con cara de "empieza el suplicio de otro año escolar"; lo que es yo, como no conocía a nadie, seguí caminando hasta llegar al colegio. En el portón de la entrada estaba Juanito, el eterno portero del CELE, unos de los pocos que han trabajado desde que se inauguró el colegio.

—Apurate Almuna, que vas atrasado como siempre—. Me molestó.

—Ahh Juanito si es temprano y además es el primer dia —. Le reclamé

—Ya pasa o te quedas afuera—. Bromeó haciendo como que cerraba el portón.

Entré, estaba abarrotado de gente, alumnos buscando sus respectivas salas, apoderados, los inspectores respondiendo las preguntas de los apoderados.

—Dónde están las lista de primero de venta y publicidad —le pregunté al inspector Pancho,, que me indicó donde estaba.

Me fui a la pizarra donde estaba el curso que me tocaba, me acerqué a ver si estaba mi nombre. Me había tocado en el 1G, por lo menos habían algunos conocidos dentro del curso.

—Si voh no estay en la lista—. Me dijo alguien que se puso detrás mío.

—Buena Marcos—. Lo saludé con alegría.

Marcos Soler, el chico, el "zorra", compañero en octavo básico y amigo, prácticamente compartíamos todo, la colación, lo que comprábamos en el kiosko, éramos como dos siameses inseparables.

—Oye y quién más está en nuestro curso—. Me preguntó.

—Veo a la Astrid, la Maria, la Yanay, las Poli...—. Contesté mientras miraba la lista y me aseguraba que mi nombre estuviera en esta.

—Por lo menos hay conocidos —me dijo aliviado.

Caminamos hacia la sala que nos habían asignado, la primera Sala entrando por el portón principal, justo frente a inspectoría, un gordito grande se puso en nuestro camino en la entrada, impidiendo que pudiéramos entrar.

—Oye, ustedes no pueden entrar a esta sala, porque es de primero medio; la sala de primero básico esta para allá—. Se burló y los que estaban afuera se empezaron a reír.

—Mmm chistosito—. Respondí visiblemente molesto.

—No se enojen es una pequeña broma... soy Iván—. Se presentó.

—Genial, te felicito—. Le dije y seguí caminando hacia dentro de la sala.

—Oye por que hiciste eso—. Me reprochó el Marcos.

—Hay que ganarse el respeto o te van a tener pal leseo todo el año—. Expliqué; a veces ignorarlo es la manera de mostrarle que no iba a soportar sus tontas bromas, o eso pensaba yo.

—Mira allá está la Yanay Celis—. Me indicó Marcos —Vamos a saludarla—. Empezó a caminar.

Yanay no era de esas que hablara mucho, pero nos llevábamos bien, así que como éramos ex-compañeros de básica no creo que haya problema, así que nos acercamos mientras ella se limaba las uñas.




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