Creo que te quiero

Brotando el amor

Las cosas estaban yendo mejor de lo que esperaba; nos estábamos llevando bien con mis compañeros de curso, había vuelto a ver un amor del pasado y, al parecer, ella estaba interesada en volver a retomar lo que habíamos dejado pendiente. Los cambio de hora, el momento preciso de descansar de las clases y por supuesto de hablar con viejos amores.

—Sobre lo que estábamos hablando el otro día, sobre la Carta, bueno quiero saber porque dijiste eso, que la carta no debía ir para la María José—. Me preguntó intrigada Maritza.

Creo que el mensaje era claro, me estaba diciendo que quería saber la verdad , y por supuesto yo tenía que aprovechar ese momento.

—La verdad si, pero ya era tarde Maritza, no me di cuenta que, realmente quién me interesaba, no era ella—. Le dije serio.

—¿Entonces esa Carta iba para mi?—.me preguntó directamente mirándome a los ojos.

Era el momento, era el lugar para zanjar cuentas del pasado, reconocer que si era ella quién me interesaba y que nunca me atreví a decirle.

—Hola Almuna—. Me abrazó y me dió un beso en la cara Mónica.

"Gracias por diluir ese momento grandioso que estaba teniendo con Maritza" Me dió ganas de decirle, pero justo llegó la profesora de Inglés, así que me tuve que ir a mi sala. Pero por lo menos el camino estaba marcado, y yo tenía más o menos claro lo que tenía que hacer, pero me sentía confundido por la actitud de Mónica hacia mi. Pasaron esas dos horas de Inglés y sonó el timbre para el segundo recreo, y por supuesto, cómo no quería que todo se diera tan fácil, simplemente me fui al kiosko a comprar algo para comer, quería ver cual de las dos tomaba la iniciativa. Después de comprar unos Chester, me senté frente al kiosko en unos bancos, a comer y, como era de esperarse, aparecieron ellas:  la Mónica, la Fanny y la Claudia.

—Dame—. Se sentó al lado mío la Mónica y me abrazó.

—Saca—. La invité.

Ella sacó y me apretó el cachete en señal de agradecimiento, mientras las demás sólo miraban sin decir nada. Todas andaban con unas lycras negras y una polera blanca, se veían bien, pero sobre todo Mónica se veía muy linda vestida así.

—Por qué andan vestidas así—. Las miré extrañado.

—Porque tenemos una presentación con el Pato Angulo—. Me contestó la Fanny.

—Ese viejo es más cuático, más encima se le quema el arroz—. Hice un gesto de desprecio.

—Con nosotros es súper buena onda, es cosa de ganárselo, hacer los trabajos y prestar atención en clases—. Dio su apoyo al profesor la Fanny.

Claro, le miraba el trasero a mis compañeros cuando estos se paraban y a los menos agraciados nos decía que caminábamos como gatos andando en el tejado, viejo fleto.

—¿Como me veo?—. Se puso frente a mi Mónica.

Te ves como para tomarte de la cintura y plantarte un beso en la boca y no soltarte jamás...

—Estupenda—. Contesté y ella me abrazó con ternura.

—Aaaer, que está pasando aquí—. Llegó serio el Ricardo .

—Nada, no sea celoso—. Lo abrazó a él también.

No se si era idea mía o sentía que, a medida que pasaban los días, la Mónica se estaba acercando mucho a mi, a pesar que también se mostraba cariñosa con Ricardo, sin embargo, cada vez que sonaba el timbre para el recreo, me iba a buscar a la sala.

—Buena monito con la Mónica—. Me empezó a molestar el Héctor.

—No pasa naaa', si somos amigos no más—. Me defendí.

—Por cómo te mira no pareciera que quiere ser sólo tu amiga—. Se le ocurrió disparar al Alberto.

—Ah ya si me creen bacán, si no me creen, me da lo mismo—. Me enojé.

—Ya no te enojes mono, si total la loca no es fea, si te gusta está bien—. Me animó el Marcos.

Pasaron algunos días y la situación era esta: mi relación con Maritza se estaba alejando poco a poco y cada vez estaba más cerca de Mónica, y no sabía si eso estaba bien, necesitaba ayuda, así que fui a buscar a mi consejero personal, que estaba conversando con Kuky.

—¿Pero ella se alejó o tu te alejaste?—. Me preguntó la Kuky por mi relación con Maritza.

—Yo, o sea es que.... Hay otra chica que se metió ahí—. Traté de explicar.

—Y realmente te gusta ella—. Me miró el Víctor con una sonrisa picarona.

A veces es difícil explicar los sentimientos humanos. Ella era linda, su pelo rubio, sus ojitos verdes, pero recién la estaba conociendo, así que no podía decir que estaba enamorada de Mónica, aunque estaba loco por como me trataba ella.

—No sé si gustarme, pero si me pasan cosas con ella —. Reconocí.

—Entonces juégatela, total que pierdes con intentar—. Me incitó Kuky

Ellos tenían razón, estaba empezando a sentir cosas por la Mónica, tenía que ver si tal vez ella sentía lo mismo; pero hay algo más que quería averiguar.

—¿Y ustedes qué onda?—. Me crucé de brazos.

—Todo bien, más amigos que nunca—. Kuky abrazó a Victor

—¿En serio? Me parece genial—. Los felicité

—Pura buena onda, además que yo estoy conociendo a unos de los chiquillos con los que nos juntamos de Lago Caburga—. Contó ella.

—Ojalá que todo salga bien—. Me alegré

Las hermanas Monti, junto con Kuky, se habían empezado a juntar con los chicos del pasaje del lado, que se creían raperos, se vestían con ropas anchas, y se ponían a escuchar música en la esquina, y por lo qué me estaba contando, Carolina se había enamorado de uno de esos raperos.  Parece que, a pesar de todo, lo de mi mejor amigo con Kuky había terminado en buen pie, ahora tenía que concentrarme en lo que yo tenía que hacer, en Mónica.

Decidido llegué a la Sala de clases al día siguiente, tenía que ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar la Mónica por mi. Para mi sorpresa, esto dió un giro inesperado.

—Oye Almono ¿Supiste la última?—. Me fue a buscar el Rana del 2F, que era compañero de Mónica y tenía los ojos muy grandes, por eso el apodo, llegó hasta dónde estaba yo, dentro de la sala con la novedad.

—No Rana, cuál es la última—. Dije tratando de no perder la paciencia.




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