Creo que te quiero

La oportunidad


Luego de dos semanas en Quintero, volvimos a Santiago y por su supuesto, ahí estaba mi mejor amigo esperando para que le contara mis aventuras, así que nos subimos a la parte más alta del árbol que estaba frente a mi casa y le conté todo, con lujo de detalles, lo que pasó, y, como era de esperarse, luego venía las recriminaciones de su parte.

—Y no le pediste dirección o teléfono poh Benja—. Me habló muy serio.

—Pero Victor, si fue una cuestión de segundos, en el momento, quedé tan sorprendido y bajoneado porque no iba a volver a verla que no atiné a nada—. Fue mi sincera respuesta. Mi amigo solo sonrió, demostrándome que había entendido la situación.

—Nunca hay que perder la esperanza—. Fue su sabio consejo.

—¿Y cómo ha estado la cosa por acá?—. Me atreví a preguntar con un poco de temor.

—No, todo igual, no hay ninguna novedad por acá—. Contó él inquieto.

—¿Y la Kuky?—. Insistí.

La aludida se llamaba Carolina pero en el pasaje la conocíamos como Kuky, la hermana del Diego, ellos vivían en la casa siguiente saliendo del pasaje, Kuky tenía el pelo castaño, no era muy alta, pero tenía una sonrisa muy coqueta, era un poco tímida con muchos ticks nerviososa y un acento sureño que era muy atrayente.; yo había logrado cierto grado de amistad con ella.

—No sé, ella antes me buscaba, pero ahora que yo he mostrado interés, como que se ha alejado de mi, súper raro—. Se lamentó.

—Tranquilo, algo vamos a hacer—. Aseguré palmoteando su espalda.

Estaba claro que la cosa se había complicado en estos últimos días, así que tenía que moverme y rápido si quería ayudar a mi mejor amigo. Así al día siguiente, hablé con ella, aprovechando que había venido al pasaje y estaba conversando con las hermanas Monti, que eran sus amigas.

—Necesito conversar algo contigo—. Le pedí y me la llevé a un lado.

—¿Que pasa Benja, que quieres hablar conmigo?—. Me miró nerviosa.

—Quería saber que onda entre tu y el Victor, ¿Todavía te gusta él o ya no?—. Le pregunté directamente.

—Ay Benja porque me haces esas preguntas...—. Y se puso la mano en el mentón y se empezó a mover hacia arriba y hacia abajo mirando hacia otro lado. Como yo la conocía bien, sabía por sus gestos que se había puesto nerviosa con la pregunta.

— Por tu actitud nerviosa, eso es un si—. Discerní.

—No sé... El es súper atento conmigo, pero no sé si siente lo mismo que yo—. Reconoció.

Muy bien, por lo menos había interés, era hora de hacer el gancho que les permitiera estar juntos de una vez.

—Pues, porque no se lo preguntas directamente a él—. La animé a atreverse —Él Victor está afuera de la su casa, anda a conversar con él—. Agregué.

—¿Preguntar que?—. Se fue a meter Susana la menor de las Monti.

—Nada Susana, estamos hablando de un asunto entre la Kuky y yo—. Le respondí cortante.

—El Victor ¿No?—. Intuyó Susana.

—Todos sabemos que tu eres vocero del Víctor —. Se metió Amelia, la mayor de las hermanas.

Si hay alguien que nadie se las ganaba de metiche eran las hermanas Monti, seguro iban a decirle que hacer a la Kuky, que se estaba poniendo más nerviosa. Carolina miró hacia otro lado haciéndose la loca, así que era obvio que por esta vez la conversación no había tenido mucho éxito, así que decidí retirarme sin lograr mucho. Volví a la casa de Víctor, que estaba afuera de su casa esperando una respuesta, para contarle todo lo que había pasado.

–¿Como te fue Benja?—. Me preguntó mi mejor amigo entusiasmado.

–Bien y mal—. Expliqué casi sin aire, porque me había ido corriendo hasta su casa.

—¿Pero como es eso de bien y mal? Explícate—. Me pidió Braulio que también estaba con él.

—Me dijo que le atraías, pero no sabía si tu sentías lo mismo por él—. Conté tratando de respirar.

—O sea hay chances Cabeza—. Lo animó Braulio.

—Podría decirse que si, pero tiene que dar el salto—. Fue mi consejo.

—Si pero tranquilos, no se preocupen, llegaron refuerzos —sonrió seguro.

—¿Quee?—. Nos quedamos mirando extrañados con Braulio.

—Eso, traje alguien que nos puede ayudar—. Y apareció desde dentro de la casa de Víctor, Ariel el primo de mi mejor amigo.

Ariel, el primo de Víctor, era de contextura media pelo negro y su característica más notoria, sus prominentes orejas. Él vivía en Maipú al otro extremo de Santiago, pero siempre venía y se quedaba en la casa de su primo.

—¿El Ariel?—. Lo miré con dudas.

—Que te pasa, si yo soy experto en hacer gancho, así que yo voy a ayudar a Victor para que enamore a la Caro—. Me aseguró.

—Habrá que confiar en él—. Soltó el Braulio.

No sé si era buena idea, pero al fin y al cabo había que darle el beneficio de la duda, íbamos a confiar en el hombre, que algo podría hacer, aunque para ser sincero; no tenía mucha fe que eso fuera a resultar.

—¿Cuál es el plan Ariel?—. Lo miré intrigado.

—Escúchenme atentamente; en la noche, vamos a buscar un momento donde queden solos, tú y la Kuky y ahí le confiesas lo que sientes por ella y le entregas este anillo—. Le pasó un anillo que tenía en el bolsillo —Y entonces, nace el amor, ¿No es hermoso?—. Se tomó las manos mirando al cielo en un gesto de romanticismo.

—De dónde sacaste ese anillo—. Lo miró con dudas Braulio Briones.

—Eso no importa, lo importante es que el Vitoco tenga la chance de hablar con ella para que se dé todo—. Nos miró muy serio. —Ahí ustedes van a tener que ayudarme a buscar el momento preciso—. Pidió a Claudio y a mi.

—No hay problema—. Fue mi inmediata respuesta.

—Ojalá funcione—. Rogó el Victor.

—Va a resultar, tu tienes que estar atento a mi señal y atacas—. Aseguró Ariel mientras le ponía la mano en el hombro a su primo en señal de apoyo.

El plan era sencillo, pero parecía bueno, debería funcionar y la noche era el mejor momento. Generalmente en la noche jugábamos a las escondidas, pero ahora que estamos más grandes, habían cambiado nuestros intereses.




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