La noche siguiente, Isabella se adentró aún más en el bosque. La niebla era menos densa que la anterior, como si el aire mismo se hubiera aligerado después del encuentro con Liam. Aunque intentaba convencerse de que el hombre lobo no significaba nada, su mente seguía regresando al brillo de sus ojos dorados y a la intensidad de su voz.
El bosque estaba inusualmente silencioso, como si todo estuviera conteniendo el aliento, esperando. Isabella avanzaba entre los árboles, pero, a diferencia de otras noches, no buscaba cazar. No estaba allí para saciar su sed ni para intimidar a quienes se cruzaran en su camino. La verdad era que algo en el encuentro con Liam la había inquietado. No temía la amenaza que él representaba; temía, más bien, el impacto que sus palabras habían dejado en ella.
Mientras se adentraba en las sombras, un murmullo casi inaudible le hizo detenerse. Aguzó sus sentidos, notando el leve susurro de voces que parecían provenir de algún lugar cercano. Curiosa, decidió seguir el sonido, deslizándose entre los árboles con una gracia silenciosa, casi invisible. A medida que avanzaba, las voces se hicieron más claras, hasta que logró identificar a dos figuras ocultas entre los arbustos. Ambos eran licántropos.
Isabella se acercó lo suficiente para escuchar su conversación. El primero, un hombre alto de aspecto feroz y musculoso, hablaba en voz baja pero con un tono de urgencia.
—No podemos esperar más —decía—. Liam nos está poniendo en riesgo con esta misión. Sabes que ningún lobo ha regresado después de enfrentarse a Isabella.
La segunda figura, una mujer de cabello oscuro y mirada decidida, asintió, aunque su expresión reflejaba cierta duda.
—Lo sé, pero Liam está convencido de que es nuestra única opción para liberarnos. Dice que Isabella no es invencible, y que debemos aprovechar el tiempo que ha ganado con su… conexión con ella.
Isabella sintió un leve escalofrío al escuchar aquellas palabras. ¿Conexión? ¿Era eso lo que Liam estaba buscando? ¿Una forma de aprovechar su cercanía para debilitarlas, o incluso para infiltrarse en sus defensas? Las sombras a su alrededor comenzaron a moverse en reacción a sus pensamientos. Si él pretendía usarla, Isabella no pensaba quedarse de brazos cruzados.
La mujer lobo continuó, ajena a la presencia de Isabella entre las sombras.
—Liam está convencido de que Isabella también busca algo. Dice que en sus ojos vio algo… algo más que el deseo de destruirnos. Tal vez, si logramos entender qué es, podríamos usarlo a nuestro favor.
El hombre frunció el ceño, evidentemente menos convencido.
—Isabella es un monstruo. No podemos confiar en ella, no importa lo que Liam crea. En cuanto tenga la oportunidad, nos eliminará a todos, y él será el primero.
Isabella apretó los labios, sintiendo la tensión crecer en su interior. Si bien no le sorprendía que los lobos quisieran destruirla, la actitud de Liam había sido diferente. Esa extraña sinceridad con la que le había hablado, la intensidad en su mirada… ¿podía haber sido real? ¿O había sido solo una estrategia calculada para hacerla bajar la guardia?
La conversación de los lobos fue interrumpida de repente cuando un tercer licántropo emergió de entre los árboles, visiblemente agitado. Isabella se escondió aún más en las sombras, prestando atención.
—Liam está en camino. Quiere que estemos listos para el amanecer. Dice que esta noche cambiará todo —anunció con voz firme.
El primer lobo asintió, aunque su rostro mostraba preocupación.
—Si es así, que comience el plan. Pero asegúrense de que todos estén preparados. Isabella no mostrará piedad cuando descubra lo que estamos haciendo.
Mientras los tres lobos se alejaban entre los árboles, Isabella permaneció inmóvil. Su mente era un torbellino de pensamientos. Si Liam estaba organizando un ataque, entonces la conexión que había creído vislumbrar en él no era más que una distracción. Una jugada hábil, un intento de debilitarla emocionalmente para luego asestar el golpe final. Pero entonces, ¿por qué había sentido aquella conexión? ¿Por qué, al recordar su voz y su mirada, algo en ella parecía dudar?
Después de un instante, Isabella decidió que solo había una forma de descubrir la verdad. Si Liam estaba planeando un ataque, ella lo confrontaría de frente. Saldría de las sombras y le exigiría respuestas, sin permitirle el lujo de esconderse tras estrategias. Él debía saber que no se enfrentaba a un simple adversario, sino a una fuerza que no podía subestimarse.
Esa misma noche, Isabella se deslizó silenciosa a través del bosque, buscando la presencia de Liam. No le costó encontrarlo; su esencia única, esa mezcla de energía salvaje y control, era fácil de identificar entre los olores de la noche. Lo halló en otro claro, donde él parecía esperar, solo, como si supiera que ella vendría.
Cuando Isabella apareció entre los árboles, Liam levantó la vista, sus ojos dorados brillando con la luz de la luna. No mostró sorpresa; al contrario, una leve sonrisa apareció en sus labios, como si su llegada hubiera sido parte de un plan cuidadosamente calculado.
—Sabía que vendrías —dijo él, con voz calmada.
Isabella no respondió de inmediato. En lugar de eso, lo observó con intensidad, tratando de descifrar cualquier indicio de mentira en su mirada.
—¿Entonces era verdad? —preguntó finalmente, su tono afilado—. ¿Todo esto fue una farsa? ¿Un plan para destruirme mientras fingías buscar algo más?
Liam mantuvo su postura tranquila, aunque una sombra de tristeza cruzó su rostro.
—No todo fue mentira, Isabella. Pero mi gente me necesita. Hemos vivido demasiado tiempo bajo tu sombra, y aunque haya una conexión entre nosotros, no puedo dejar de luchar por ellos.
Isabella sintió una mezcla de furia y decepción. Aunque había querido negarlo, había comenzado a creer que aquel lobo realmente la entendía, que había visto algo en ella más allá del monstruo que todos temían. Sin embargo, sus palabras parecían confirmar lo que había temido: para él, ella era solo un medio para un fin.
Editado: 12.11.2024