Criaturas Oscuras

Capítulo 6: Bajo el Velo de la Noche

Las primeras horas de la batalla fueron caóticas. Las sombras y la magia de las brujas chocaban con las fuerzas salvajes de los licántropos, llenando el aire de destellos y rugidos. El suelo temblaba con el peso de los guerreros, y la noche misma parecía retorcerse en la tensión del conflicto.

Desde la cima de la colina, Isabella observaba el desarrollo de la batalla. Su mirada era fría y calculadora, pero su mente estaba en otra parte. Cada movimiento de Liam, cada maniobra de su ejército, parecía reflejar una estrategia cuidadosa y feroz, una combinación de fuerza y astucia que rara vez había visto. Por primera vez, la posibilidad de la derrota surgió en su mente, pero la apartó rápidamente. No podía permitirse el lujo de dudar.

Morgana apareció a su lado, lanzando hechizos y maldiciones sobre el campo de batalla. La líder de las brujas observó a Isabella con ojos penetrantes.

—Tu concentración flaquea, Isabella —murmuró con un tono firme—. No puedo permitir que esta alianza fracase por tus distracciones.

Isabella cerró los ojos un momento, intentando apaciguar el conflicto interno que la atormentaba. No era el miedo a la derrota lo que la perturbaba, sino la confusión que Liam había sembrado en ella. Aquel licántropo no era solo un enemigo. En él veía una fuerza que resonaba con algo que no había sentido en siglos: una atracción peligrosa, una empatía que amenazaba con romper su coraza.

—No estoy distraída —replicó finalmente, su tono firme, como una promesa—. Esto terminará aquí y ahora.

Con esa determinación, se apartó de Morgana y descendió hacia el campo de batalla, las sombras moviéndose con ella, formando un manto oscuro que la hacía parecer un espectro. Los licántropos que la vieron se apartaron instintivamente, con una mezcla de temor y respeto. Isabella avanzó directamente hacia donde sabía que estaría su objetivo: Liam.

***

Entre la confusión del combate, Liam también la vio. Su instinto le advirtió del peligro cuando Isabella comenzó a acercarse, pero su interior se debatía. Había venido a esta batalla decidido a enfrentarla y destruirla, pero algo en él aún dudaba. Esa conexión inexplicable, ese extraño respeto que ambos parecían compartir, lo hacía dudar en un momento en el que no podía permitirse vacilar.

Finalmente, se adelantó, sus ojos dorados brillando bajo la luz de la luna mientras avanzaba hacia ella, abriéndose paso entre sus propios guerreros. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, la batalla pareció detenerse. Los licántropos y las brujas observaban expectantes, conscientes de que estaban presenciando el enfrentamiento más importante de esa guerra.

—Isabella —dijo él, con una voz profunda, casi un susurro que solo ella escuchó—. ¿Por qué estás aquí realmente?

Isabella alzó una ceja, intentando ocultar cualquier emoción que pudiera delatarla. Pero sabía que no podría engañarlo; él había visto más allá de su fachada, tal vez más de lo que ella misma se permitía admitir.

—No confundas mi propósito —respondió, con tono severo—. Estoy aquí porque tú eres una amenaza para mi dominio, y una vampira como yo no se detiene ante nada ni nadie.

Liam la miró fijamente, como si intentara leer más allá de sus palabras. Había algo en sus ojos, una sombra de tristeza, pero también de esperanza, como si en el fondo deseara un final distinto a este enfrentamiento.

—¿Y si hubiera otra opción? —preguntó él, su voz suave pero firme.

Isabella frunció el ceño. Nunca había considerado otra opción. Siempre había resuelto sus conflictos a través de la fuerza, de la imposición. Pero, en ese instante, su mente comenzó a formular preguntas que jamás se había planteado. ¿Realmente deseaba destruir a Liam? ¿O acaso esa conexión extraña y poderosa que sentía por él podría llevarla a un destino diferente?

Antes de que pudiera responder, una flecha cargada de energía mágica pasó entre ambos, obligándolos a retroceder. Isabella se giró, furiosa, y vio a Cassandra, quien la observaba desde la colina con una expresión de incredulidad y rabia.

—¡Isabella! ¿Qué estás haciendo? —gritó Cassandra, su voz llena de decepción—. No podemos mostrar debilidad. ¡Este es el momento de vencerlo!

El grito de Cassandra rompió el trance entre Isabella y Liam, y la vampira sintió cómo la realidad volvía a imponerse sobre ella. No podía dejarse llevar por las emociones, no ahora. Tenía una responsabilidad, un poder que debía proteger a toda costa.

Liam, que también había sido sacudido de su reflexión, levantó sus garras, preparándose para luchar. La expresión de su rostro era de resignación, como si supiera que el enfrentamiento era inevitable.

—Entonces, que sea así —dijo él, con tono decidido.

Isabella asintió, y ambos se lanzaron al combate.

***

La pelea entre ellos era un espectáculo de fuerza y habilidad. Isabella movía las sombras a su alrededor, envolviendo a Liam y tratando de confundirlo, mientras él usaba su velocidad y fuerza para esquivar sus ataques y lanzarse hacia ella. Cada golpe resonaba en el aire, como el choque de dos fuerzas opuestas destinadas a destruirse.

Sin embargo, en cada movimiento, en cada intercambio de miradas, ambos sabían que algo más se libraba en sus corazones. Era un combate físico, sí, pero también era una lucha interna, un intento desesperado por mantener sus convicciones, a pesar de que sentían que el suelo bajo ellos se desmoronaba.

En un momento de descuido, Liam logró acorralar a Isabella contra una roca, sus garras a centímetros de su rostro. Ella no se movió, observándolo con una mezcla de desafío y algo más, algo que él no logró comprender del todo.

—Podría terminar contigo ahora mismo —gruñó Liam, su voz entrecortada, como si la cercanía le costara tanto como a ella.

Isabella lo miró, sus ojos dorados brillando intensamente. Aún podía invocar su poder y derrotarlo, pero no lo hizo. En cambio, susurró, apenas audible:



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En el texto hay: vampiros, drama amor problemas

Editado: 12.11.2024

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