El campamento comenzaba a mostrar signos de cambio, como si la misma tierra respondiera a los esfuerzos de sanación. El aire se sentía más ligero, los árboles más verdes, y hasta los animales, antes ausentes, parecían regresar tímidamente. Pero aunque las primeras purificaciones habían sido efectivas, Isabella sabía que aún quedaba mucho por hacer. Las raíces de la oscuridad de Cassandra estaban entrelazadas profundamente en el territorio, y cada ritual de limpieza era una batalla más.
Esa mañana, mientras Isabella y Aidan revisaban el mapa con los puntos donde la energía de Cassandra era más intensa, una emisaria de los vampiros se acercó con noticias urgentes.
—Mis señores, los líderes han solicitado una reunión en el valle central. Creen que es necesario reforzar la alianza, establecer un pacto formal que nos mantenga unidos contra cualquier amenaza futura.
Isabella intercambió una mirada con Aidan. Había sentido la creciente necesidad de reforzar la alianza entre los tres reinos. Sabía que la unidad era crucial, no solo para enfrentar las sombras residuales, sino para sostener la paz que tan arduamente habían comenzado a construir. Una alianza formal, con promesas inquebrantables, podría dar la estabilidad que necesitaban.
Al caer la noche, Isabella, Aidan, Liam y los líderes de cada reino se reunieron en el valle, rodeados por la inmensidad del bosque y bajo la luz de la luna llena. La reunión tenía una atmósfera solemne, un aire de reverencia que todos compartían, conscientes de la importancia de ese momento. Entre los árboles y las sombras, el silencio se sentía casi sagrado.
Liam, que hasta entonces había mantenido una postura más neutral, se adelantó para abrir la ceremonia. Con voz firme, habló al grupo:
—Hoy estamos aquí para sellar algo más que una alianza militar o un acuerdo temporal. Nos unimos para cuidar esta tierra, para protegernos de la oscuridad y garantizar que las generaciones futuras no hereden el mismo odio y miedo que nosotros hemos enfrentado.
Los líderes de cada reino asintieron, sus expresiones serias pero determinadas. Sabían que estaban ante un punto de no retorno, que las palabras que pronunciaban esa noche los atarían, no solo entre ellos, sino a la tierra misma.
Isabella dio un paso adelante, sosteniendo una pequeña piedra de cuarzo que había traído consigo. Era un mineral puro, conocido por su capacidad de almacenar y amplificar la energía. Extendió la piedra hacia el grupo, sosteniéndola entre sus manos con cuidado.
—Esta piedra representa nuestra promesa —dijo, su voz reverberando en el silencio—. Es frágil, como la paz que estamos construyendo, pero tiene el potencial de ser una fuente de poder duradero si la cuidamos. Cada uno de nosotros añadirá su energía a esta piedra como símbolo de nuestro compromiso con este pacto.
Uno a uno, los líderes se acercaron y colocaron una mano sobre la piedra, permitiendo que su energía fluyera. Aidan, como representante de los licántropos, cerró los ojos mientras tocaba la piedra, infundiendo en ella una energía cálida y vibrante, símbolo de la fuerza y el espíritu de su pueblo. El líder vampiro, en cambio, transmitió una energía fría y contenida, reflejo de la disciplina y el control de su raza. Liam, al igual que Isabella, añadió su poder, una energía clara y equilibrada que representaba la conexión entre todos ellos.
Cuando Isabella terminó, la piedra emitía un resplandor suave, una luz tenue pero constante que simbolizaba la unión de sus energías. Era un recordatorio de su compromiso, de la promesa que habían hecho para protegerse mutuamente y cuidar la tierra.
Después de sellar el pacto, se sentaron alrededor de una fogata, compartiendo historias de sus pueblos, de sus victorias y sus pérdidas. La tensión y el recelo parecían desvanecerse poco a poco, reemplazados por un entendimiento compartido.
En medio de la conversación, Aidan habló en voz baja, pero su tono era firme:
—Este pacto es solo el primer paso. Aunque hemos unido nuestras fuerzas, debemos estar atentos. Las sombras pueden regresar en cualquier momento. La magia de Cassandra dejó cicatrices profundas, y sabemos que aún hay otros que buscan aprovecharse de esos restos de poder.
Isabella asintió. Sabía que tenían que ser cuidadosos, que debían proteger la tierra de cualquier influencia oscura, y que también tendrían que enfrentar las pruebas que el tiempo traería para desafiar su alianza. Sin embargo, algo en su interior le decía que lo lograrían.
Al final de la noche, cada líder regresó a sus respectivos campamentos, llevando consigo la piedra que habían imbuido de su energía. Isabella, exhausta pero satisfecha, se retiró con Aidan. Sabía que los días venideros estarían llenos de desafíos, pero por primera vez, sentía que realmente había un futuro posible, uno donde vampiros, licántropos y humanos pudieran coexistir en paz.
Mientras avanzaban hacia el amanecer, Isabella y Aidan caminaban lado a lado, sintiendo que, de algún modo, también estaban uniendo sus destinos en esta nueva era.
Editado: 12.11.2024