La calma después de la batalla había sido, en un principio, un alivio. Las heridas, tanto físicas como espirituales, se habían aliviado con el paso de los días. El sello que habían colocado sobre el altar parecía haber contenido la presencia oscura, y los guerreros regresaron al campamento con la sensación de que la victoria estaba al alcance de la mano. Sin embargo, algo no estaba bien.
Isabella, aunque agradecida por el respiro, sentía una inquietud creciente en su pecho. La conexión con la tierra, que había sido tan fuerte al momento del ritual, había comenzado a desvanecerse. Sus visiones, que antes le otorgaban claridad, ahora solo traían ecos confusos de una oscuridad que se retorcía en las sombras. La fuerza de la entidad que habían sellado no había desaparecido por completo. De alguna manera, algo había quedado atrás, algo que no podían ver ni entender completamente.
Aquella noche, cuando el campamento se sumió en el sueño, Isabella caminó sola hacia el borde del bosque. El aire fresco le acariciaba el rostro, pero la sensación de ser observada, aunque imperceptible para los demás, la tenía atrapada. Cada paso que daba, el suelo bajo sus pies parecía vibrar con una energía oscura que ella no podía identificar, pero que era inconfundible.
"¿Qué he hecho mal?", pensó mientras se detenía frente a un árbol antiguo, sus raíces tan profundas que parecían tocar el mismo corazón de la tierra. Estaba agotada, y la desesperación comenzaba a tomar lugar en su mente.
De repente, un susurro frío atravesó la brisa, un susurro que no vino del viento, sino de la propia oscuridad que se extendía como una sombra entre los árboles. Isabella cerró los ojos, tratando de centrar sus pensamientos, pero la sensación de que algo la estaba acechando no desaparecía.
—No puedes huir de lo que has liberado —dijo una voz, baja y sombría, que parecía surgir de todas partes y ninguna a la vez.
Isabella dio un paso atrás, sus manos alzándose en un intento de protegerse. La magia, aunque debilitada por el ritual, comenzaba a responder a su llamado de manera errática. Un remolino de energía oscura se formó frente a ella, una grieta en la realidad que comenzó a expandirse.
—Esto no es posible... —murmuró, sin entender cómo algo tan profundo y maligno podía escapar. El sello había funcionado, ¿verdad?
Pero entonces, la grieta se amplió y de ella emergió una figura, una sombra tangible de lo que habían sellado. No era la misma entidad que había sido contenida en el altar, sino algo más: una manifestación de la magia oscura residual que había permanecido dentro de las entrañas del mundo.
—Te has olvidado de una verdad fundamental, hechicera —dijo la figura, su voz como un eco distante—. La oscuridad no puede ser contenida. Solo puede ser aplastada, olvidada, hasta que vuelva más fuerte. Y lo que liberaste, ya no puede ser sellado nuevamente.
Isabella retrocedió, el corazón golpeándole con fuerza. La entidad había evolucionado, transformándose en algo aún más peligroso, algo que no se limitaba a la oscuridad que había intentado sellar. La grieta comenzó a expandirse más, como un vórtice que absorbía todo a su paso.
De repente, la figura desapareció, y la grieta comenzó a cerrarse tan rápido como había aparecido. Pero el daño ya estaba hecho. Isabella sintió la presencia oscura acechando con fuerza en su interior, una marca que no podía borrar. El sueño que había tenido, la visión de la catástrofe aún no era clara, pero sabía que algo mucho más grande que Cassandra se avecinaba.
Con un profundo suspiro, Isabella regresó al campamento, sintiendo el peso de su descubrimiento. A pesar de que las fuerzas de la oscuridad habían sido selladas, esa misma oscuridad había dejado un rastro imborrable en el mundo. Y ese rastro ahora se encontraba justo frente a ella.
Cuando regresó al campamento, el primer indicio de lo que estaba por venir llegó con la aparición de Liam, que la observaba con preocupación.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó, notando la expresión grave de Isabella.
—La oscuridad no ha sido sellada por completo —respondió ella, su voz apenas un susurro—. Lo que creíamos que habíamos atrapado, ha evolucionado. Algo está ocurriendo, Liam. Algo peor que Cassandra.
Liam frunció el ceño, su mirada endurecida por las palabras de Isabella.
—¿Qué debemos hacer entonces?
Isabella respiró hondo, sintiendo la conexión con la tierra debilitada por la energía oscura que había comenzado a infiltrarse nuevamente en su ser. La oscuridad no había sido eliminada, solo disfrazada. Y ahora, sin saber cómo, se había filtrado en lo más profundo de la tierra.
—Debemos prepararnos. Esta vez, no se trata solo de un enemigo visible. La oscuridad se está extendiendo a través de todo lo que tocó.
A la distancia, una sombra se deslizaba silenciosa bajo el horizonte.
Editado: 12.11.2024