La paz que siguió al sacrificio de Isabella fue profunda, pero sombría. La montaña, que había sido el epicentro del último enfrentamiento, ahora se alzaba tranquila, como si no hubiera sido testigo de las tragedias que se habían desenvuelto en sus entrañas. El aire ya no estaba cargado de la amenaza de la oscuridad. Las sombras que antes acechaban el mundo se disiparon, dejando un vacío que parecía llenar todos los rincones de la tierra.
Liam y Aidan permanecieron junto al cuerpo de Isabella, sin saber qué hacer con la paz que había quedado tras la batalla. Aunque la amenaza había sido contenida, la realidad de la pérdida era demasiado grande para comprenderla por completo. Isabella había dado su vida para salvarlos a todos, para sellar la oscuridad que había amenazado el equilibrio del mundo.
Liam se agachó junto a ella, tocando suavemente su rostro pálido, buscando alguna señal de vida, aunque sabía que era inútil. Isabella ya no estaba allí. Su sacrificio había sido definitivo.
Aidan, a su lado, no dijo nada, pero su expresión lo decía todo. Había visto morir a muchos en su vida, pero nunca a alguien como Isabella. Ella había sido más que una amiga; había sido una guía, una líder, alguien que les había mostrado el verdadero significado de la lucha por la justicia y la paz.
—Ella... lo dio todo —murmuró Liam, sin poder contener las lágrimas.
Aidan asintió lentamente, su voz grave y llena de pesar.
—Lo sé. Y ahora, ¿qué hacemos?
La pregunta flotó en el aire, y por un momento ninguno de los dos supo qué responder. Habían sido testigos de un sacrificio épico, pero ahora se enfrentaban a la realidad de la vida sin Isabella. La guerra había terminado, pero la paz era un concepto que parecía tan distante como el horizonte.
Finalmente, Liam se levantó con una resolución renovada en sus ojos. Sabía lo que tenía que hacer, aunque el peso de la decisión lo aplastara. Isabella había dado todo por el bien común, y su sacrificio no podía ser en vano.
—Debemos honrar su memoria —dijo Liam, mirando a Aidan con firmeza—. Debemos asegurarnos de que el mundo nunca olvide lo que hizo, y que nadie más tenga que enfrentarse a lo que ella enfrentó. Debemos vivir por ella.
Aidan no dijo nada en respuesta, pero comprendió. Era la única forma de seguir adelante. Si Isabella había sido capaz de sacrificar su vida por la humanidad, ellos debían hacer lo mismo, por ella y por el mundo que había salvado.
Juntos, los dos hombres levantaron el cuerpo de Isabella con cuidado, y, en silencio, comenzaron su viaje de regreso al campamento. La guerra había terminado, pero su verdadero desafío estaba por comenzar: reconstruir lo que se había perdido, honrar el sacrificio de quienes ya no estaban, y preparar un futuro en el que la oscuridad no volviera a amenazar.
Isabella no había muerto en vano. Su sacrificio había sido la última esperanza, y con ella, la última oportunidad de cambiar el destino del mundo.
Pero aunque la oscuridad había sido contenida, Liam y Aidan sabían que la paz no sería eterna. Los ecos de la batalla resonaban en sus corazones, recordándoles que siempre habría sombras, y que la lucha, aunque terminada por ahora, era solo un ciclo que se repetía en la historia del mundo.
El sacrificio de Isabella viviría en ellos, y en el futuro de aquellos que decidieran pelear por un mundo más justo.
Próximamente: La promesa de un nuevo amanecer.
Editado: 12.11.2024