LUNES 27 DE OCTUBRE – 9:45 hrs.
—¿Te sientes bien? —me preguntó Dante, mientras me estudió con curiosidad—. Tienes cara de cansada.
¿En serio? ¿Crees que yo no me he dado cuenta de mis propias ojeras?
No era el momento ni la hora para que empezara con esas preguntas, y menos sin que me hubiera tomado el primer café de la mañana.
—Eso es porque no he dormido bien —me limité a responder.
—Oh. ¿Mucho trabajo, verdad? Sé que el capitán nos dejó cerrando el caso hasta tarde el sábado, pero pensé que con el descanso del domingo... —divagó él.
—No es para tanto, estaré bien —lo corté y le quité de las manos el café que me ofreció—. Nada que un café y un cigarro no puedan solucionar —gruñí.
Aunque en el fondo, no tenía intención de decirle la verdad. ¿Qué si había descansado el domingo? Ni una mierda. Cada vez que cerré los ojos en un intento por conciliar el sueño tuve pesadillas sobre el maldito asesinato del callejón.
Jamás me había pasado que un caso me afectara de esta forma, y eso que me habían tocado peores. Sin embargo, eran aquellos ojos, los de la víctima, los que me acecharon constantemente junto con su sangre escarlata. Fue como si me ahogara en aquella sangre, mientas esa mirada me perseguía.
No me hizo ninguna gracia que me atormentara la sombra de los ojos de la persona a la que le intenté salvar el pellejo, pero parece que la vida tenía una forma bastante irónica de devolverme la mano.
—Cuántas veces tengo que decirte que te hace mal fumar —me recriminó Dante, haciendo que volviera a la realidad.
—El detective tiene un punto, es malo para tu salud —intervino una voz tras nosotros.
Mi compañero dio un salto del susto.
—Emisario Reid... —murmuró, en un intento fallido por disimular su sobresalto.
Yo simplemente le dediqué una mirada despectiva. La presencia de Hamish tenía algo que siempre me permitía reconocerlo a la distancia, incluso antes de que tuviera que cruzar miradas con él.
No era algo que me enorgulleciera, y tampoco entendía por qué podía sentirlo antes, sin embargo, terminé por agradecer esa capacidad. Prefería saber de ante mano cuando rondaba cerca que encontrármelo sorpresivamente. Francamente, despreciaba a ese hombre.
¿Acaso era el hecho de que acarreaba la energía de los muertos lo que lo hacía diferente? ¿O qué el desprendía una esencia tan mala que mis instintos me advertían? ¿O tal vez mi experiencia cercana a la muerte me hizo más sensible a su presencia?
Negué con la cabeza para no traer recuerdos dolorosos del pasado que no aportarían en nada. Podía sentirlo antes y punto.
—¿Estás aquí para decirme que moriré por fumar? —le señalé secamente. Él abrió la boca para hablar, pero no le di la oportunidad—. Lo dudo, porque no sabes cómo ni cuándo mi vida va a terminar, así que busca a otro para amargarle el día.
Hamish me clavó una mirada envenenada y a los pocos segundos apareció Joshua detrás de él.
—Buenos días, detectives —saludó con una leve inclinación de cabeza, pero se quedó observándome con el ceño fruncido más tiempo de lo normal—. ¿Se siente bien, señorita Hart?
Bufé, al borde de la exasperación. ¿Tanto les costaba darme un par de horas de calma? Tampoco es que tuviera cara de muerta, me había maquillado en la mañana para asegurarme.
—No he dormido bien. Ahora, si me disculpan, iré a llenar mi estómago con café y mis pulmones con nicotina. Hasta luego.
Ignoré a los emisarios y me dirigí con paso firme hacia la terraza. Mientras me alejé pude sentir como la intensa mirada Joshua me perforó la espalda.
¿Qué mosca le picó a él ahora?
El aire del exterior me acarició el rostro y encendí mi cigarro. Aspiré profundamente, dejando que el humo llenara mis pulmones y exhalé cerrando los ojos.
Por fin un poco de paz, pensé, pero la victoria apenas duró. Unos minutos después, desde la puerta entreabierta de la terraza llegó el eco de la voz de Hamish.
—Venimos a revisar algunos detalles sobre el caso del hombre asesinado en el callejón —escuché.
Fruncí el ceño. ¿Qué más detalles necesitaban? No me había quedado toda la madrugada del sábado haciendo un informe por nada. Sin embargo, la curiosidad se apoderó de mis pies y me moví un poco más cerca para captar la conversación.
—Creí que ese caso lo habíamos dejado cerrado —respondió Dante.
—Hay ciertos antecedentes previos que requieren de nuestro análisis —soltó únicamente Hamish.
Rodé los ojos. Ese maldito hombre, siempre hablando con secretismos.
—De hecho, queremos hablar con la detective —añadió Joshua—. Ella fue la primera en llegar a la escena, ¿es correcto?
Me tensé. ¿Para qué querían hablar conmigo ahora?
—Les recomendaría esperar a que vuelva de fumar para hablar con ella —añadió Dante con resignación.
Sonreí con ironía y solté otra bocanada de humo, como se notaba que me conocía.
Correcto compañero, que esperen.
* * *
LUNES 27 DE OCTUBRE – 30 minutos más tarde.
—Hice mi declaración y completé el informe. ¿Acaso no lo leyeron? —señalé, exasperada.
Antes de que Hamish pudiera responder, Joshua se le adelantó.
—Lo leí por completo, detective. Sin embargo, necesito confirmar unos detalles que me son relevantes.
Apreté los labios y evité rodar los ojos. Si los emisarios vinieron de manera presencial, era por algo.
Un escalofrío me recorrió la espalda cuando la sombra de aquella sangre escarlata apareció en mi cabeza. ¿Acaso había algo más en este asesinato que estaba pasando por alto?
—¿Pudo notar algo extraño esa noche? — me preguntó Joshua.
—Define extraño.
—Algo que no calzara con la situación.
Me crucé de brazos.
—No sé ustedes, pero encontrar el cuerpo de una persona degollada no es algo común del día a día.
Ambos emisarios me observaron en silencio, esperando que continuara. Solté un suspiro y pasé una mano por mi rostro antes de seguir.
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Editado: 26.10.2025