"No sé con qué armas se combatirá la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras"
Albert Einstein.
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Matías despierta sobresaltado dentro de una cueva. Tuvo nuevamente su singular sueño recurrente. Mira alrededor y aunque lo que ve le parece extraño, descubre angustiado que no es parte de ese sueño. Es la realidad por más extraña que parezca.
Se sienta al pie de una antigua fogata extinta con una manta envolviendo su cuerpo. Está amaneciendo y los primeros rayos del sol aclaran la entrada, pero todavía hace mucho frío para salir. Se pone una máscara de oxígeno, respira a través de ella por unos segundos y luego se la quita. Observa en el medidor del tubo que aún le queda un poco más de medio tanque. Enciende su teléfono celular. Es un aparato transparente casi en su totalidad, como una placa de acrílico, un modelo obsoleto de 2032. En él, puede ver una foto junto a sus padres en un parque. Llegan a su memoria recuerdos de un tiempo feliz, donde el aire era respirable, había césped, árboles y pájaros. Añora esos días. La nostalgia lo invade por un momento y se le escapa una lágrima que seca rápidamente como aceptando la realidad que le toca vivir.
Guarda su teléfono en la mochila y se queda un momento pensativo. Luego enrolla la manta y junta sus cosas. Se coloca la máscara de oxígeno y sale de la cueva.
Afuera puede verse un paisaje rocoso y la inmensidad del desierto.
«¿Cómo pudo el paraíso en que vivía transformarse en esto?» Piensa resignado.
Todavía no hace calor. Está agradable para empezar a caminar. Se pone la capucha de la campera y continúa su viaje.
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Editado: 10.04.2024