CriÓnica

5- El refugio.

Atraviesan la pared y entran a una especie de túnel. Matías no entiende cómo hicieron eso.

Él mira hacia atrás sin comprender lo que acaba de pasar.

—¿Qué fue eso? ¿Atravesamos la pared?

Ella vuelve a sonreír.

—No, es una puerta holográfica.

Al final del túnel se abre una puerta real, e ingresan al refugio.

Matías ve sorprendido un paisaje totalmente diferente. Hay césped, árboles, flores y unas casas bajas que asemejan a un pueblo. Él no puede creer lo que ve.

Se detienen y varias personas se acercan a recibirlos.

Anna se baja del vehículo.

—Ya podés sacarte la máscara.

Él se la saca y respira hondo. Cierra los ojos y vuelve a hacerlo. Hay una suave brisa y perfume de flores. No sale de su asombro. Jamás pensó que volvería a ver y sentir algo igual.

Anna se acerca a un muchacho fornido bastante musculoso, de pelo largo rapado a un lado, con una cicatriz en la cara y le dice:

—Julian, ¡lo encontré!

—¿A quién encontraste?

—A Matías.

—¿Ese es Matías?

—Si, está herido hay que llevarlo a la cápsula, ayudame.

El muchacho fornido ayuda a Anna a llevar a Matías hasta una de las casas del lugar.

Entran a una habitación donde hay algunas personas trabajando y manipulando elementos de química. En el medio de la sala hay una cápsula muy similar a las que había en el bunker.

Matías es ayudado a llegar hasta ella.

Él se sorprende al verla.

—¡Wow! No voy a entrar ahí. ¡No quiero volver a dormir!

—Tranquilo, sólo serán 5 minutos —dice Anna.

Matías no muy convencido entra a la cápsula. Ésta se cierra y una luz azul lo escanea. Unos brazos robots le extraen la bala y cauterizan la herida con un rayo láser.

La cápsula se abre y él sale. Una de las personas que allí estaban le venda el hombro y bromea:

—¿Viste? No fue tan difícil. Sonríe.

Matías lo mira un poco disgustado. Puede ver que esa persona lleva puesto un delantal y parece ser médico o doctor.

Luego Anna lo acompaña hasta una habitación en otra cabaña.

Lo hace pasar y le muestra el lugar.

—Acomodá tus cosas acá. Esta va a ser tu habitación.

—Okey —dice él mientras se toca el hombro aún con un poco de dolor.

En ese momento se percata de que había una nena que venía siguiendo toda la situación en silencio y con las manos en la espalda.

Ella lo observa sin decir una palabra.

Matías un poco dolorido todavía, la mira y le dice:

—Hola me llamo Matías ¿y vos?

La nena no le responde y lo mira de arriba a abajo por un momento. Se corre los pelos de la cara como poniéndose más presentable. Se para derecha y luego en un tono arrogante le contesta:

—Vos no sos Matías.

Él sonríe.

—¿Qué? Claro que soy Matías.

—No. Matías mide como dos metros, es muy musculoso y fuerte, y va a venir a matar a todos los Venators.

Anna sonríe e interrumpe la conversación:

—Naty ya te dije que esas son leyendas.

Naty ignora a Anna y prosigue:

—Yo hice un dibujo de él, mirá.

Y saca un papel con un dibujo de un hombre con grandes músculos y cabello rubio y largo.

Matías sonríe y dice:

—Ese es He-man.

Él le extiende la mano para presentarse.

—Así que vos sos Naty. Yo soy Matías.

La niña lo mira seria. Mira la mano de Matías como desconociendo el gesto. Luego imita su ademán y también extiende la mano y le dice:

—Si, soy Naty.

Matías le da la mano, y en un movimiento de arte marcial, Naty lo da vuelta por el aire y lo tira al piso.

Anna se enoja y reprende a Naty:

—¿Qué hacés? ¿No ves que está herido?

Matías se queja en el piso e intenta levantarse mientras Anna lo ayuda.

—¿Estás bien?

—Si, si. Estoy bien.

Anna todavía ayudando a Matías vuelve a retar a Naty.

—¿Estás loca? ¿Por qué hiciste eso?

—Quería probar que no era Matías. El verdadero Matías me hubiese fulminado sólo con mirarme fijamente.

Se da la vuelta ofendida y sale de la habitación.

—Disculpala —dice Anna—, se estuvieron diciendo muchas cosas de vos, como verás, inventadas.

—Si. Veo. No hay problema.

—Ok, quedate tranquilo y descansá. Yo voy a reunir un grupo de guerreros y vamos a ir a buscar a tu papá.

—Yo quiero ir.

—No es conveniente. Todavía no estás bien. Sólo indicame en este mapa dónde se encuentra el bunker.

Matías mira extrañado el mapa pero no puede ubicarse.

—No reconozco nada en este mapa.

Anna le marca un lugar y le dice:

—Acá te encontré a vos. Acá estaba la antigua ciudad de Bariloche.

—Entonces el búnker debe estar por acá (señala él en el mapa).

—Okey, nosotros nos encargamos. Vos tratá de descansar.

Un poco disgustado, Matías se recuesta y se queda dormido.

Al rato se despierta y ve a Naty revisando su mochila.

—¿Qué hacés? ¡No toques mis cosas!

Él le saca la mochila y Naty se queda con el celular de Matías en la mano. Lo toca y en el fondo de pantalla aparece una foto de él con Lucía.

—¿Qué es esto? —pregunta intrigada.

Matías se enoja.

—Dame eso. No son cosas tuyas.

Se lo quita.

—¿Quién es la chica que está con vos en ese aparato? ¿Es tu novia?

—Se llama teléfono celular. Y es... un teléfono.

—Yo creí que era una chica.

—Hablo del aparato. Y ella es Lucía, una amiga.

—¿Y dónde está Lucía? ¿Durmiendo por años como vos?

—Espero que sí.

—¿Vas a ir a buscarla?

—Es lo primero que voy a hacer en cuanto me recupere.

—...aaah...¿y para qué sirve el teléfono?

Matías la ignora, se levanta y sale de su cabaña.

Se dirige a la cabaña donde estaba la cápsula a la que llaman laboratorio. Entra y ve que siguen trabajando algunas personas que parecen científicos. Saluda al entrar.




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