CriÓnica

8- El entrenamiento.

El Dr. Vega se aleja.

Anna y Matías se quedan en la puerta de la cabaña.

Ella trata de sacarle otro tema de conversación, porque ve a Matías muy preocupado.

—¿Y? ¿Cómo anduviste? ¿Conociste un poco el lugar?

Matías como que no estaba prestando atención y contesta un poco distraído.

—¿Eh? Ah, sí. Ayer lo recorrí un poco.

Juega con el amuleto que le regaló Lucía y queda pensativo. Recuerda que, con suerte, Lucía podría estar hibernando ya que su mamá Alejandra pertenecía al mismo programa.

No puede evitar preguntarle a Anna si sabe algo.

—¿Encontraste algo que indique dónde están los demás búnkers?

—No. Tampoco pudimos revisar mucho. Las computadoras no funcionaban por la falta de energía y el apuro por rescatar a tu papá nos dejó poco margen para investigar algo.

—Tengo el repuesto que necesito para hacer funcionar el sistema eléctrico del búnker. Podríamos ir y buscar... no sé, algo, algún registro que haya tenido mi mamá de la existencia de otros búnkers.

—Tu mamá sí mencionó una vez de esos registros. Ella conocía algunos de memoria ya que, sin los registros, pudo localizar varios búnkers de los que rescatamos muchas personas. Pero nunca nos decía la ubicación exacta por miedo a que vayamos a despertarlos a ustedes antes de que ella pueda hacer funcionar la cápsula para curar a tu papá.

—Entonces, ¿podrías acompañarme al búnker?

—Es muy peligroso, ya te dije. Los Venators andan patrullando la zona. Además, no estás entrenado para el combate y en un enfrentamiento podrías salir herido nuevamente.

—Pero tengo que ir. Es muy importante.

—¿A quién querés rescatar? ¿Quién es tan importante?

Matías evita contestar y esquiva la mirada.

—¿Y si entreno?

—Okey, vamos a hacer lo siguiente: Julian te va a entrenar y te va a enseñar a usar nuestras armas durante una semana. Al cabo de ese tiempo, te vas a enfrentar conmigo en un combate, si lográs vencerme, te llevo al búnker y a rescatar a quien quieras. ¿Te parece?

Matías extiende la mano para estrecharla con Anna y dice:

—¡Hecho!

Anna no entiende el significado de ese gesto, pero se deja llevar y extrañada le da la mano.

Se acercan a donde estaban entrenando un grupo de personas lideradas por Julián...

Anna los presenta.

—Julián, él es Matías. Quiere aprender a luchar. ¿Podrías enseñarle?

Matías lo saluda.

—¡Hola! Un gusto.

Y le extiende la mano. Julián parece no entender tampoco el significado de ese gesto. Sonríe y le da la mano sin medir su fuerza y aprieta demasiado a Matías causándole un leve dolor.

—Hola, —contesta Julián— sí claro. ¿Tenés algún entrenamiento previo?

Cuando suelta su mano, Matías no puede evitar hacer un gesto de dolor.

—¡Auch! —dice mientras agita la mano— Teníamos lucha libre en la escuela y también practicaba rugby, no sé si eso sirve de algo.

—¿Rugby? ¿Qué es eso? ¿Un Arte marcial?

—No, un deporte.

—A, si, había escuchado de esas actividades de la era oscura...

—Si... no importa. También era muy bueno al LOL. League of Legends (aclara).

Anna y Julián se miran extrañados.

—¿Y eso qué es? ¿Otro deporte? ¿Alguna liga de batallas legendarias?

—Algo así, sólo que virtual.

—¿Virtual?

—Sí. No importa. Empecemos desde cero mejor.

Y agarra de una mesa una barra larga parecida a una lanza pero un poco más corta con un botón que toca sin pensar. El arma se enciende y genera una especie de energía en los extremos. Él se sorprende.

—¡Wow! ¿Qué es esto?

Julián se apresura a quitárselo.

—¡Eeee! Tranquilo, requiere mucha práctica para usar esto. Podés empezar con este palo que es con el que entrenan los niños.

Los que están entrenando se ríen.

—Primero te voy a presentar a nuestros mejores guerreros.

Y a medida que se los va presentando, todos hacen una reverencia.

—Ella es Kiara. Él es José. Y por allá está Naty.

—Sí, a ella ya la conozco. Je.

Naty lo mira desafiante y se pone en posición de combate.

—Ahora vamos a ver si realmente sos quién decís ser.

—¡Wow, wo, wow! ¿Podría empezar con otra persona?

Todos ríen.

Julián le muestra en la misma mesa, las armas de las que disponen.

—Ésta arma que agarraste es un bastón de combate, emite energía en ambas puntas que lo hacen más letal, ésta es una espada que funciona de la misma manera al igual que el escudo y estas armas disparan proyectiles, pero no poseen pólvora ni elementos químicos, usan también energía para disparar la cual se agota muy rápido y la hace un arma poco eficiente por lo que las batallas terminan siendo cuerpo a cuerpo con los bastones, las espadas y los escudos que también son de energía, pero al ser reciclada, no necesitan recargarse.

Matías mira asombrado.

—Impresionante. Bueno, ¿empezamos?

—Claro.

Comienzan entonces con movimientos básicos y así Matías inicia su entrenamiento.

Luego esa tarde, ya todos estaban en otras actividades y Matías seguía practicando solo.

Anna y Julián lo miran desde cierta distancia.

Él se sorprende por la dedicación y el esfuerzo de Matías.

—Es bastante obstinado.

—Sí. Se parece a su madre —dice Anna.

—Si sigue así, vamos a tener que llevarlo a buscar lo que quiere. Aprende bastante rápido.

—Eso está por verse (sonríe), todavía tiene que vencerme.

Matías deja por un momento sus ejercicios y se acerca a ver a su padre. Entra a la cabaña y ve que duerme. Le habla despacio.

—Pá, ¿estás bien? ¿Necesitás algo?

Jorge le contesta medio dormido:

—Estoy bien. Un poco cansado nomás. Dame un poco de agua.

Matías le acerca un vaso y lo ayuda a tomar.

—Gracias. ¿Y mamá dónde está? ¿Sabés algo?




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