Quién me ayuda a lidiar con la rencilla de buscar manantial en un desierto, o pensar que en el mar del desconcierto pueda yo navegar, siendo la orilla.
He viajado en el sol sin la sombrilla, he cambiado sonrisa por lamento, quiero ya despertar, mas no despierto de esta larga y tediosa pesadilla.
Jenny Durán
Abrí los ojos después de un momento y me di cuenta de que ya no me encontraba en mi habitación, sino de pie en un gran terreno asfaltado, el sol brillaba y el clima estaba completamente despejado, al mirar a mí alrededor pude notar como un gran avión descendía al gran terreno, entonces fue que me di cuenta de que me encontraba en lo que parecía ser un pequeño aeropuerto, este avión paso por encima de mi cabeza y aterrizaba cerca de mí, luego pude ver como mis padres aparecían de la nada y comenzaban a caminar hasta colocarse ante las escaleras del avión, luego de que ellos se percataran de que yo me encontraba allí, levantaban y movían las manos como si me saludaran, estaba muy sorprendido de verlos pero aun así tan rápido como pude, trate de llegar a ellos para decirles que no subieran al avión, pero por más que trataba de llamar su atención, no me hacían caso, parecía como si nunca me acercara a ellos por más que corriera, me detuve jadeando por el cansancio de tanto correr y aún ellos seguían ahí, pero ahora me daba cuenta de que no me saludaban, sino que se despedían.
-¡Mamá, papá! No suban, no suban…- las lágrimas recorrían mis mejillas, pero por más que gritaba, no parecían escucharme, nuevamente levante mi mano derecha y la sacudí para hacerles señas y fue al mirar mi pequeña mano y luego todo mi cuerpecito, que me di cuenta de que ya no era un joven de 16 años, sino más bien un niño de 9, pero mi sorpresa no concluyó ahí, ya que también me di cuenta de que ellos comenzaban a subir al avión y nuevamente comencé a correr para tratar de llegar a ellos, pero no los alcanzaba, solo podía ver como nuevamente el avión se ponía en marcha y se alejaba de mi a gran velocidad, podía ver que al ascender a los cielos, el humo salía de uno de los motores y luego se estrellaba entre las montañas; El dolor en mi corazón era tan grande que no podía aguantarlo, trataba de agarrar mi corazón desde fuera con mi mano derecha, caí al suelo por el dolor, y nuevamente mi respiración sé acortaba y mis lágrimas no dejan de caer, no sabía qué hacer, pero en ese momento sentía que alguien tocaba mis hombros y al mirar rápidamente atrás, por encima de mi hombro derecho, pude verlos a ellos, mis padres estaban de pie a mi espalda y me miraban con una gran sonrisa, entonces desperté.
Me desperté bruscamente, todo sudado, llorando y me dificultaba respirar.
-Nuevamente esa pesadilla- tenía está misma pesadillas de vez en cuando desde hace 7 años y por más que crezco, mi cuerpo siempre es el mismo en el sueño, el mismo que tenía cuando ellos murieron, solo que está vez el final había cambiado, en esta ocasión mis padres no morían en el avión si no que estaban a mis espaldas.
No entendía Por qué pasaba esto, ¿Por qué tenía estos sueños? ¿Qué era lo que me atormentaba? No podía sentir mayor dolor que ver morir a mis padres cada noche.
-¡Criss! ¿Te encuentras bien? – Era el señor Smith quien estaba hablándome desde el otro lado de la puerta.
-Pasé- le dije, ya que le tenía mucha confianza, Si mis padres confiaron en él para que nos cuidara, ¿porque yo no le tendría confianza para contarle lo que me pasaba?
-Venía a decirte que ya la cena estaba a punto de servirse y que debías bajar, pero antes de llegar a tu puerta escuche que gritabas ¿estás bien?- durante unos momentos vacilé para contestar, con la mirada clavada en el piso comencé a contarle todo lo que había acontecido en mis sueños y su inesperado cambio; pero al terminar el señor Smith parecía muy sorprendido por el cambio en mi sueño.
-No te preocupes por ese sueño, no te sigas atormentando con esos pensamientos, mejor bajemos a cenar, tal vez te ayude a tranquilizarte-
-Sí, será lo mejor-
Alex sé asombró mucho por mi sueño, pero decidí terminar el tema al ver que ella, sé entristecía por los recuerdos; Y esa noche no volví a soñar el mismo sueño, pero todo el tiempo que estuve despierto me la pasé recordándolo, la mañana sé asomo por mi ventana y aunque logré alejar el sueño de mi cuerpo, no logré sacarlo de mi cabeza, mi vida era un desastre por completo, cuando no me perseguía un hombre encapuchado, pensaba en la muerte de mis padres y en mis pesadillas, o si no era pensando en Rachel y en lo que sentía por ella, pero cuando luchaba para despejar mis pensamientos entonces comenzaban a llegar preguntas como: Quiénes somos, Porqué estamos aquí, y Cuál es el propósito de la vida, etc.; Sentía que aún había verdades que debía saber pero que aún no las había encontrado, mi mente es todo un desastre, creo que ni siquiera el gran Sigmund Freud podría ayudarme.