5
El sonido de la campana retumbó en sus oídos sacudiendo todas sus entrañas sin saber por qué. Las clases habían terminado.
—Boneka, ¿crees que podamos hacer el proyecto de ciencias en tu casa? —preguntó Zoe, una de sus compañeras.
Boneka tomó sus cosas y las metió a su mochila con tranquilidad. Al menos aparentaba tranquilidad, tenía un extraño presentimiento en la boca del estómago.
—Supongo que sí —respondió calmada —, sabes que debo preguntarle a mis padres, mañana les daré respuesta.
—Claro, deben estar muy ocupados con todo eso de la campaña, ¿no es así? —Megan le dio un pequeño codazo mientras que sonreía como cómplice.
Boneka rió y encogió sus hombros como intentando restarle importancia.
—Sí, es toda una locura que...
—De cualquier forma —la interrumpió Zoe—, no debes estar preocupada por ello, estoy segura que tu padre va a ganar.
—Así es, solo esperamos que no te olvides de nuestra existencia, Hija del presidente — Megan entrelazó su brazo con el de ella.
—Eso jamás, tontas — rió ella entrelazando su brazo libre con el de Zoe —, sinceramente creo que será al revés.
—Eso no tiene sentido —se rió Zoe.
Boneka daba pasos a través del pasillo, rodeada de tantas personas pero sentía de nuevo ese vacío crecer dentro de ella, no se sentía bien y no estaba realmente segura por qué. Se negaba a creer que se trataba de un mal presentimiento.
—Sea como sea, Boneka, somos un equipo —dijo Megan.
—Sí, lo somos.
—Oh, mira Boneka, ya han venido por ti —señaló Zoe.
Su mirada corrió en la dirección que le apuntaba su amiga y entonces todo se detuvo en ese momento. Todo menos los latidos de su corazón.
No, no podía ser. No quería, no quería.
Entonces él la miró de regreso, alzó su mano para saludarla y le sonrió de esa forma tan cordial y amistosa que nadie en el mundo podría sospechar que algo malo pasaba en su cabeza.
No quería moverse, tenía el pánico corriendo por sus venas, calando en sus huesos.
Sí había sido un mal presentimiento después de todo y odiaba tener el don de la anticipación.
—¿Boneka?, ¿Boneka, estás bien?
Su mirada se dirigió a Megan.
—Sí, yo solo...
Solo quería correr, irse con alguna de ellas, no con Denalio.
—¿Tu solo...? —Zoe insistió con la mirada.
Pero como era de esperarse, no fue capaz de decir nada.
—Las veo luego —dejó salir—, adiós.
Pero se quedó estática de nuevo, no pudiendo apartar la vista del hombre que se subía de nuevo a la camioneta.
—Está bien, pero chica, para eso debes soltarnos — dijo Zoe con una risa.
Allí se dio cuenta que en vez de soltarlas, solo se había aferrado con más fuerza.
La bocina del mal, sonó dos veces. Él estaba llamándola.
—Sí, lo siento —se soltó—, nos vemos luego.
—Adiós, Boneka.
—Hasta mañana.
Y entonces dio el primer paso, luego el otro. Sus pies se sentían demasiado pesados y sus piernas no eran lo suficientemente fuertes.
Quizás, mientras más rápido subiese a ese auto, más rápido se irían y pronto llegaría a casa.
Pasó por detrás de la camioneta con el corazón latiéndole justo detrás de los ojos, estaba mareada.
La manija de la puerta se hizo visible frente a ella y solo pensaba en que daba la impresión de haberse convertido en un cuchillo afilado que le cortaría la palma de la mano, esa sensación del filo del metal cortando su piel que él le había incrustado en su cabeza a lo largo de los años.