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Cuidad
El sabor amargo de una hierba olvidada,
el olor perfumado de seres rapaces,
tristezas y cantos de vidas fugaces
y el olor de la lluvia rancia y ahumada.
El miasma de gritos, inocentes llameantes;
seres que dislocan el tiempo, lo cambian.
Olores de vientos y polvo de amantes;
seres quebrantados, locos deformados
y frágiles fantasmas de un mundo desalmado.
Psicofonías de hombres traslúcidos,
humanismo infecto de odio y de sangre.
Tristezas amadas, dolores lúcidos,
decadencia inhumana de almas con hambre.
Esquinas de amores corruptos y viles,
tiempo estampado en caleidoscopios humanos;
flamantes colores de seres serviles,
tristezas y llantos de seres no amados.
Caminos inciertos de vidas pudientes,
bellos y odiados, debajo de un puente.
La vida y la muerte en un mismo retrato.
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Caparazón, carcaza multicolor
sonriendo a la vida inhumana,
fingiendo alegría programada,
sin pena, dicha o pudor.
Vacío, vorágine hambrienta.
Inútil obsesión por vivir…
¡Nada es real! ¡La vida está muerta!
No ganas, ni pierdes por no desistir.
Y sin embargo, ¡sonríes!
Caleidoscopio humano de pena.
Dulce y sincero,
frágil y muerto,
¡sonríes!
¡La máscara arroja!
¡Ahógate en llanto!
¡Entierra la felicidad indeseada!
El corazón de un tajo, arranca.
¡Siente! ¡Sufre y delira!
Ahoga el dolor en la ira,
¡asfixia a tu ser en silencios eternos!
No… ¡Ya no rías!
¡Siente de la vida
la agonía!
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No entiendo de amores ni risas,
el mundo me ha forjado así;
sólo conozco, del hombre, inmundicias;
yo sólo sé sobre lo que hace sufrir.
Unos labios sellados,
un dedo,
un algo enterrado en los sueños
y la frágil estructura del alma;
y las noches, los llantos callados.
De todo eso conoce mi alma,
¡de las viejas caricias forzadas!
¡Quiero morir! ¡Sufrir! ¡Gritar!
Revolcarme en la pena
de volver a pensar…
Morir sin pudor
en la vorágine inmunda
de los rotos sueños,
de vivir sin amor,
de gritar sin llorar,
de asfixiarme en el manto
de la desesperanza mortal.
¿Qué sentido tiene emanar
la pena asfixiante
si nadie me quiere escuchar?
¿Qué sentido tiene vivir
o reír, o felizmente soñar,
si absolutamente nadie
me quiere tocar?
¿Existo? ¿Respiro?
Soy sólo un juguete del destino inhumano,
muñeca de carne, sangre y delirio;
¡un ser encerrado en su propio martirio!
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¿Se puede ser feliz sin corazón?
¿Se puede reír sin emanar aliento?
¿Se puede dejar de sufrir sin razón?
¿Puede alguien alimentar a mi corazón hambriento?
Ruego a los cielos un lecho sereno,
al infierno reclamo unos besos de fuego.
¿Acaso mi alma no merece la dicha?
Estoy harto de gritos, del mal, de desdichas,
sólo quiero el calor de otro ser en mi pecho;
suaves cabellos, por la noche, acariciar yo deseo;
unos ojos hinchados de risa y anhelo,
dormir entre labios de frases de amor verdadero.
¡Y estoy ya cansado!
¡Cansado de la sonrisa tan falsa
de seres rastreros!
De dudar,
de angustiar,
¡de vivir por algo que no he de alcanzar!…
¡Cansado de amar!
De llorar,
de emanar
las dulces penas por los ojos
y probar la amargura del dolor.
Cansado de, a mi corazón, ponerle cerrojos;
de almas vacías, sin la bella locura.
¡Estoy ya cansado de vivir sin amor!
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El humo que se dispersa en mi soledad,
la cigarra nocturna que canta al sol,
la necesidad constante de creer en la eternidad.
Puñado de ilusiones,
de oraciones que se van sin terminar;
este deseo acusante de amar,
la ilusión delirante que se tiene por soñar…
Somos eso tú y yo…
¡Y nadie más!