156
¿Quién leerá los renglones de la vida?
Tan culposos se sienten, que derraman solitarios
oscuridades de ayeres sin alegría.
Se convierten en sudarios
de perpetua melancolía.
157
Habrá que cristalizarnos
al observar aquello que adoramos,
sería una injuria si nuestras manos
tocan el templo de nuestros deseos amados.
Llovamos sobre la tierra mojada,
besando líquidamente grano por grano,
florezcamos en rojo, en verde granada,
tomémonos francos, en ayeres, las manos.
¡Caigamos ignorantes de nuestra suerte
cristalizados líquidamente hacia el destino!
Lloremos flores y risas, besemos a la muerte
nuestra dulce amante, compañera de nuestro sino.
¡Y llovamos alegrías!
¡Injurias blasfemantes arrojemos
hacia el dolor que nos gobierna!
¡Violinicémonos y notas emanemos
al hacer el amor con el arco de madera!
Transformémonos, ya el ocaso
encerrará a la realidad
para regalarnos lo deseado:
la preciada libertad.
158
Oración a Lucifer
Triste Señor de mis ilusiones y mis penas,
Señor del Inframundo que me destroza y condena,
Rey de la Nada, del olvido que encadena,
Emperador del Amor Exiliado, Gobernante del don de la belleza traicionera…
Oh… Triste Padre del Dolor y la Agonía…
Amado Ángel cruel, Dios de la desesperación,
desgarra mis miembros uno a uno, desgarra mi ambición
de tocar tus labios con mis últimos suspiros, sin compasión
arranca poéticamente con tus manos mis ojos llenos de lágrimas y de delirios…
Oh… Triste Dios de la Melancolía
Llévame al éxtasis de tu eterno invierno provocativo,
enciérrame en tu dolorosa y ensangrentada alma llena de tu profundo hastío…
con tus garras destructoras embellece mi eterno pesar sufrido,
destroza con tu mirada mi pequeña alma que anhela caer en tus olvidos…
Oh… Nocturno Dios de la Agonía
Con tus profundos suspiros dolorosos
atraviesa mi corazón exiliado de los mundos tortuosos
que ha cruzado cada vez más lastimado… con tus amorosos
brazos, a atormentar condenados, rompe mi alma y pensamientos repudiados…
Oh… Mi Bello Amante del Sufrimiento de la Vida…
Devora mis penas y las tuyas entrégame en eterno suplicio,
creador de mi melancolía, de mi amor sin cabida ni beneficio,
con tu saliva aparta mis sentimientos creados en este mundo corrompido…
persigue mis pesares y devóralos para retornarlos en medio de mi sacrificio…
Oh… Mi Eterno Creador de mis Suplicios…
Te doy lo que soy, mis alas rotas llenas de vanos deseos esperanzadores,
mis recuerdos incompletos ensangrentados con fantasmas amenazadores,
mis deseos muertos y mi tristeza entregada a mis penas y odios devoradores,
mi amor encerrado y atormentado, esperando a que decidas terminar con sus sufrimientos desgarradores.
Oh… Mi Eterno Amado, Rey del Abismo…
¡Gloria a tu incauta sonrisa…!
¡A tus fríos ojos y a tu pétrea mirada…!
¡Gloria a ti en la profundidad del abismo!
¡En el dolor de tus sufrimientos y martirio!
II
Besa mi cadáver con tu dolor
y encasilla tus pesares en esta alma en pena;
toma tus deseos muertos que condenan
a tus tristezas a vivir sin corazón.
Oh, Lucifer, mi Amado Ángel Cruel…
Piadoso tabernáculo de la tristeza y el olvido,
amante de la melancolía, del amor perdido;
triste padre del dolor que causa el hastío,
toma entre tus brazos mi terrible vacío.
Convierte mis pesares en suspiros
encadenados a tus oscuras alas;
sin aparentes motivos,
besa el tálamo de mis sufrimientos…
baña con tu agria sangre mi cuerpo
encadenado a tus dolorosos sueños fallidos.
Déjame experimentar tus dolores permanentes,
y tomar tus ensangrentadas alas con mis manos condenadas
a ver en ti la sombra, la vida, el amor y la muerte;
de tus sufrimientos a esta alma limitada haz partícipe.
Lucifer, padre de mis dolores,
de mi corazón, el dueño.
Lucifer, señor de la pena y la tristeza,
tabernáculo de un roto sueño…
¡Sálvame con tus penas!
¡Llévate mi sentimiento
y a mi alma condena!
159
No tengo idea de lo que se busca
¿almas mutiladas?
¿vacío engarzado
en hastío crucificado?
¿Qué se desea? ¿Martirio?
Tal vez sólo un poco de delirio…
Tal vez una condena a ser uno mismo
día tras día, sin sentido,
encerrados en sincretismos
por culpas imperecederas
y miedo, y pesimismo.
No tengo idea de lo que se busca…
¿Acaso tú lo sabes?
160
No quise llorar
nunca más…
No quise brillar
ni reír, ni cantar.
No quise probar del mundo corrupto
las mágicas drogas de seres impuros.
No quise pensar en mágicos seres,
ni en fiestas y mieles, ni dioses amar.