Cristales del alma y un tragaluz

Parte trece

161

Todo es tan insulso, 

tan descolorido 

que al verlo 

me lleno de hastío.  

 

Sólo observo grises, 

almas devoradoras de otras almas,  

ni siquiera se pueden distinguir matices, 

sólo se observan alas mutiladas.  

 

¿Quién podrá volar 

entre tanto ser detestable?  

Hasta los ángeles se han puesto a llorar, 

hasta ellos se mueren de hambre 

en este mundo de incongruencias  

y de almas inhumanas y cruentas.  

 

Lo más triste de todo 

es que ya no hay fuerza 

ni para ponerse a llorar.  

 

 

 

162

 

Zapatos nuevos para caminar por la vida, 

hechos de clavos,  

para acostumbrarse a la desdicha.  

Zapatos para esclavos, 

para caminar por la senda de la avaricia; 

hechos de polvo y guijarros 

para acostumbrarse a la desidia.  

 

Zapatos que no servirán para caminar, 

para volar, mucho menos; 

sólo para llorar 

y arrojar, por sus suelas, los anhelos.  

 

Zapatos que algún día nos matarán, 

que abrirán sus fauces 

y a nuestros pies atraparán.  

 

Zapatos que nos son dados, 

hechos de impiedad a puñados, 

creados para los pobres esclavos 

que caminan, sin saber a dónde van.  

Zapatos, con los que tristemente 

y a duras penas, paso a paso,  

no avanzamos.  

 

163

Soy tan pobre 

que ya no sueño, ni deliro; 

sólo miro realidades sin sentido, 

y me doy cuenta 

que mi pobreza es el hastío.  

 

Soy tan pobre 

que el frío no congela mi cerebro, 

si no que se ha congelado por sí mismo; 

y voluntariamente me arrojo a Cerbero 

como una carnada sin valor, 

y lo hago, porque pobre soy, 

tan pobre que mi pobreza es el martirio. 

 

Soy miserable, 

tanto que las noches adquieren un calor 

característico y agobiante, insomne como yo; 

y me consuelo 

al darme cuenta de que la muerte puede llevarse al dolor.  

 

Soy tan pobre y miserable 

que por las noches, al cerrar la puerta, 

tengo miedo de morir en soledad siniestra 

y no apago luces, ni voz, 

pues tengo miedo de saber a mi alma muerta. 

 

 

164

He estado persiguiendo a la soledad de la alegría 

acompañada por mis sueños fallecidos. 

¡Lo triste, en mi ignorancia ya sabía 

sobre los monstruos maldecidos 

de aquel camino que, inocente, yo tomé!  

 

¡Ay de mí! Alma lastimada que me observas, 

como un trapo viejo me he roto; 

soy la fragilidad de hierbas secas; 

como el regazo de un loco 

soy tan seca, tan obscena 

ante los ojos de la vida 

que yo misma me avergüenzo  

ante mi propia inexistencia.  

 

165 

Nunca jures a alguien que no lo lastimarás. 

¡No! ¡No lo hagas jamás!  

Pues las cosas más hermosas 

son las que lastiman mucho más.  

 

Nunca susurres al corazón iluso 

oraciones perecederas 

de sentimientos obtusos… 

¡No lo hagas jamás! 

Pues son ellas, lastimeras 

que creen en palabras ajenas 

y lloran al verlas caer 

derritiéndose como la cera… 

¡No lo hagas, por piedad!  

 



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En el texto hay: poesia, poesia versos, poesia triste

Editado: 22.05.2021

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