176
Ahí estas
Hoy mis demonios internos quieren llorar...
No quiero despertar, ni dormir;
quiero volverte a tocar
entre las notas de mi viejo violín...
Ahí estas...
Entre las cuerdas roídas
y el polvo viejo de hadas dormidas;
entre mis fantasías,
siendo la partitura de mis días
tu presencia y tus caricias.
Ahí estás,
entre el arco y la lluvia de notas,
recostado en la amargura del sonido,
entonando con tu alma mi locura
sin sentido.
177
No calles
Pobre y pequeño niño perdido,
roto y olvidado;
en el suelo…
Lloras y gritas, has sido lastimado
por un animal podrido, un ser fiero.
Pobre pequeño, roto y desalmado,
triste sueño perdido, mutilado;
tus manos, hoy manchadas,
tu rostro lacerado…
y hoy por ti, lloro…
lloro, me desangro…
La mierda de este mundo
ha cortado, amor, tus alas;
un triste ser inmundo
te denominan, y callas.
¡Grita a este fiero ser tu dolor infame!
¡No calles, ya no llores!
¡No calles más! ¡No calles!
Las sabanas que cubren tu lecho, fría piedra;
el opio que desgarra tus días, los acorta…
¡No calles más, no lo hagas! ¡Desgarra corazones!
¡Asesina alegrías de seres ignorantes!
¡No calles más! ¡No calles!
¡Deja que se desangren!
178
Triste mi figura es ante tu ser,
amado despojo de sueños y anhelos;
trastocada y maldita es mi alma marchita,
y deseo, y muero, olvidada en el tiempo…
Olvidos, promesas, tristezas y duelo;
sangre que golpea con furia mi cuerpo…
Esos son mis sueños…
Y lloro,
y grito…
Y de nuevo regresa el fantasma maldito.
¿En serio mi cuerpo olvidó las cadenas?
¿En serio mi ser pretendió andar libre?
El pasado regresa, los golpes… La muerte.
El deseo de morir o matar libremente.
¡Lacera mi cuerpo, cuchilla de carne!
Abraza mi alma el dolor y el quebranto…
La sangre de nuevo intoxica mis días,
la inocencia se muere de nuevo en mis brazos…
¡Ayuda a mi alma sola y vagabunda!
Las mieles del olvido, deseo probar…
Y sus ojos malditos desnudan mi alma,
trastocan mi mente con pensamientos impuros…
Y lloro,
y grito…
¡La muerte en silencio de nuevo le imploro!
179
Polvo y huesos
¡¿Qué importa la vida?!
Nada vale, nada tiene.
No hay algo en ella que interese
a esta alma rara y vana.
No es nada, la vida desconcierta,
es una muerte lenta y dolorosa.
¡¿Qué importa entonces?! ¡Nada, nada!
Sólo somos Polvo y huesos.
Carne quemada, seres acosados,
nada tiene de bello el dolor y el desencanto…
Somos sangre, mugre, polvo deshecho…
Lodo palpitante que camina sin pensarlo.
Y entonces, llegas tú.
Polvo y huesos, solamente;
Pedazo de corazón,
un hombre raro,
un ser, entre otros, desencajado.
Y eres, como todos, ¡Polvo y huesos!
Y corazón, y anhelos, y deseos…
Y yo… Yo soy la nada asfixiante,
el dolor de tus entrañas, acusante…
Nada vuela, todo es piedra,
todo es espejismo,
un desierto de entrañas dolorosas…
Cementerio de muñecas rotas y olvidadas,
donde todo recuerda lo que somos:
¡Polvo y huesos!
Guardados en una caja de cristal,
somos eso:
¡Polvo y huesos!
Que al contacto con el viento,
se dispersan y se pierden en silencio…
180
El vaso
El vaso de cristal roto,
que sostengo,
que retengo
incluso a costa misma de la vida que no tengo;
traslúcido, vacío,
tan lleno de sentido,
de nubes alcoholadas que merman mi delirio;
de rostros incipientes,
de vidas trastocadas,
de seres desgraciados que regresan con fantasmas.
El vaso… ese fondo
que yo bebo,
mi consuelo,
único amigo que ahoga mis cadenas;
inexistente y hueco,
tan lleno de sentido;
de gritos y sabores existentes y vacíos,
de gente transparente,
de pulcro desenfreno;
de seres, los verdugos, amantes de mi suerte.