Cristobal

CAPITULO 4

 

CAPITULO 4

 

Amanda despertó para darse cuenta que estaba apoyando su cabeza en el hombro de Cristóbal y este la tenía abrasada por el hombro. Se quedó quieta cual estatua sin atreverse a moverse, se le colorearon las mejillas por estar así... con él. Después de un rato decidió verle la cara, a ver si estaba despierto. Lo vio desde su altura su barba que empezaba a crecer. Sintió deseos de pasar su mano por esta, luego sus labios algo gruesos y rosados, se dio cuenta que tenía los ojos cerrados, así que supuso que estaba dormido, se quedó así un rato hasta que Cristóbal dijo.

- Si me sigues mirando, creeré que te gusto.

Ella se espantó tanto que se separó en un instante y se puso de pie. Cristóbal cayó al suelo con el empujón y soltó la risa.

- Solo estaba bromeando Amanda. y no paraba de reir.

- Esos no son juegos. Dijo seria y volteándose para que no viera lo colorada que estaba.

- Está bien discúlpame. Dijo conteniendo la risa y agarrándola por los hombros le dio la vuelta para quedar frente a ella. Pero al ver su cara roja y tenerla tan cerca le fue imposible no quedársela mirando y ella a él, el tiempo pareció detenerse y solo eran ellos dos en ese mundo. Y no solo vio sus mejillas, se perdió en sus ojos azules que parecían decirle tantas cosas, cosas que tal vez ni ella supiera, luego bajo la vista a su boca y poco a poco la fue acercando a él, al mismo tiempo que él se inclinaba para llegar a su encuentro. Quería más que nada probarla, comprobar si era tan apetecible como se imaginaba en sus sueños. Pero cuando estuvo a centímetros de ella se detuvo, por una milésima de segundo lo hiso y ella aprovecho eso para separarse, al tiempo él también lo hizo.

Antes que ella le preguntara lo que estuvo a punto de hacer dijo.

- Es mejor que nos demos prisa. Ya se nos hizo tarde para el siguiente poblado, menos mal que está cerca.

Se dio la vuelta y se dirigió a la carreta, ella lo siguió por reflejo y se fueron en un silencio bastante incómodo. Cargado de excitación insatisfecha por parte de ambos, pero sin que el otro lo supiera. Pues Amanda en ese micro segundo supuso que él se arrepintió de lo que estaba a punto de hacer, por eso ella se separó de él. Pero al igual que Cristóbal deseo con todas sus fuerzas ese beso no dado. La tarde transcurrió con ella alejada de Cristóbal, pero sin que se diera cuenta ella lo veía, preguntándose como haría para sacarse esos ojos de la cabeza, por su parte Cristóbal trataba de mantenerse relajado y dio la clase tratando de concentrarse y no pensar en lo que pudo ser y no fue. Abecés arrepintiéndose de no besarla y otras felicitándose por su autocontrol.

Cuando iban de regreso al convento, Cristóbal le dijo.

- Disculpa por lo del medio día, no volveré a molestarte de esa manera. No quiero que pienses mal de mí. Somos amigos y creo que salte la línea.

- En realidad no pasó nada, contesto encogiendo los hombros. Yo fui la que no entendí el chiste. Pero igual que tu no quiero que cambie nuestra amistad. Dijo Amanda con una sonrisa algo tímida.

- Eso no pasara, no te preocupes. Dijo también riendo. Lo mejor es pensar que nunca paso y seguir como antes. Te parece?

- Me parece.

Contesto Amanda y al poco rato llegaron, cada uno siguió su camino y se separaron en buenos términos, pero en el fondo queriendo seguir juntos.

Al día siguiente era sábado así que no se verían hasta el lunes, ya que los fines de semana no daban clases en los poblados. En esos dos días se acostumbraba a recibir las confesiones de las monjas y novicias. lo cual era obligatorio y era motivo de investigación si una novicia o monja no lo hacia.

Amanda estaba muy nerviosa, podía escoger con cuál de los dos quería confesarse con ayuda de sus amigas, sabía que diría la verdad de cómo se sentía acerca de Cristóbal, el problema era que si lo hacía con el padre Antonio se armaría un lio y lo más probable es que no volviera a ir con Cristóbal a las escuelitas, y no queria que la privaran de eso, ya que disfrutaba mucho de enseñarle a los niños, ademas de los recorridos por los diferentes poblados, su gente que a pesar de ser sencilla eran muy amables con ellos. Pero si lo hacía con Cristóbal, se moriría de vergüenza, al tener que confesarle sus sentimientos por él. Decidió que trataría de hacerlo sin ser demasiado explicita y sin dar nombres. Solo diría lo indispensable.

- Ave María purísima

Sin pecado concebida.

Cristóbal supo de inmediato quien era y no pudo evitar ponerse nervioso. Conocería sus pecados y no sabía si quería o no. Por qué no escogió al padre Antonio? se controlo y trato de parecer calmado.

- Dime tus pecados hija.

- Padre acúseme de querer escaparme del convento. Reconozco que debí pensarlo mejor y no exponer mi vida.

- Me alegro que recapacitaras y vieras tu error. Sigue hija.

- Acúseme padre de no tener vocación para ser monja, en un principio lo hice por la decepción de mi fallida boda. Pero ahora no puedo retractarme, tendría que regresar con mi madrastra y ustedes saben que no puedo hacer eso.

- Entiendo Amanda y el padre Antonio y yo estamos de acuerdo que estés en esta comunidad hasta encontrar una solución a tu problema. Pero como comprenderás, como no tienes vocación no podemos dar nuestra aprobación para tus juramentos.

- Entiendo padre y le doy las gracias a ambos por permitir que me quede aquí.

Se hizo un cilencio prolongado y cristobal pregunto.

- Tienes algo más que confesar?

- Si padre, una última cosa. Tomo aire y lo soltó de una vez.

- Acúseme padre, de tener sentimientos equivocados hacia alguien.

El pulso se le disparo a Cristóbal y con la voz más ronca de lo que quisiera dijo.

- Que clase de sentimientos?

- Sentimientos... que se tienen... de una mujer hacia un hombre.

Cristobal ya bastante nervioso siguio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.