Cristobal

CAPITULO 5

 

 

CAPITULO 5

 

Era la única mujer que despertó su virilidad, por años intento una y otra vez tener sexo con mujeres de distintos estratos sociales… viudas, casadas, doncellas, cabareteras, todas hermosas y dispuestas a complacerlo. Pero su cuerpo solamente no le respondía, apenas sentía una pequeñísima atracción por una mujer intentaba tener intimidad con ella, pero ninguna a pesar de lo hermosas que eran lo hacían sentir lo más mínimo y mucho menos levantaban a su amigo de allí abajo, se mantenía dormido cual bello durmiente y por más que trataba de estimularlo, este más flácido se ponía... sus amigos decían que no era necesario que le gustara la mujer, solo que sirviera para su propósito, pero con él no pasaba nada, así que se resignó y decidió dejar de pasar vergüenzas, de decir mentiras para tratar de salir indemne de esas situaciones y se resignó a no tener vida sexual.

Por ese motivo decidió dedicar su vida a Dios y ya que tenía alma de célibe lo demás era fácil. Pero llego esta bruja de ojos azules, piel de porcelana, cabello negro  como la noche más oscura, el cual le llega a las caderas y ese cuerpo que el hábito no ocultaba nada bien, más bien hacia que sobresaliera su estrecha cintura y su pronunciado trasero, el cual tuvo el gusto de tocar por unos segundos, apretó la mano como imaginando que aún lo tenía entre ella.

No quería pensar en las consecuencias, esto lo venía deseando toda su vida y solo ella había logrado que su cuerpo viviera plenamente, que su miembro se levantara y se mantuviera así solo estando en su presencia. Quería y necesitaba tenerla, ya después asumiría las consecuencias si las había. La deseaba, la deseaba como loco y el control que se impuso todo este tiempo solo avivo su deseo por ella. Tenía una erección tan grande que sus pantalones le quedaban estrechos y molestaba. Se fue al patio lleno unas cubetas con agua, la cual por supuesto estaba fría, pero esto servía para su propósito, se quitó la ropa y antes de bañarse admiro por primera vez su miembro en todo su esplendor, se sorprendió por el tamaño, el cual era más grande que las anteriores ocasiones en que estaba con Amanda, se bañó rápido, ya que la temperatura bajo considerablemente y se vistió a toda prisa, fue directo a la chimenea donde estaba el fuego para entrar en calor y se sentó a esperar a Amanda.

Después de diez minutos la espera se le hizo eterna y desidio alistar las cosas para comer algo. Ya era de tarde y al parecer la lluvia no daba tregua, así que pasarían la noche ahí, ya que el rio estaría totalmente crecido, ya por la mañana verían como estaba.

Preparo los huevos revueltos con el pan, dejo algunos para el desayuno, las frutas y preparo suficiente te, el cual los calentaría con el frio que hacía. Con eso era suficiente para que no pasaran hambre. Decidió que ya le dio tiempo suficiente a solas, quería verla, tenerla cerca y no desaprovecharía esas horas estando ella encerrada en ese cuarto, además que los huevos se enfriaban y ella debía tener hambre. Toco la puerta y dijo.

- Amanda, por favor sal, prepare la cena y se enfriara.

- En un momento salgo.

Respondió ella. Regreso y se sentó a esperarla. Después de unos minutos salió y se sentaron a comer en silencio. Ella se sorprendió por lo que preparo y le agradeció.

- No sabía que cocinaras, te quedo muy bien todo muchas gracias. Era yo la que tenía que preparar la cena.

- A mí no me cuesta nada hacerlo, mi nana me enseñó a hacer algunas cosas, ya que me encantaba estar metido en la cocina cuando pequeño y tu necesitabas tiempo a solas, además de que me sirvió de distracción mientras esperaba. Dijo picándole el ojo y con sonrisa pícara.

Amanda sintió que solo con eso ella se derretía, como resistirse a él, si se portaba tan lindo y con esa sonrisa que la dejaba botando la baba por él. Cristóbal siguió hablando.

- Ese día que casi te beso, después no hubo momento en el que no me arrepintiera de no hacerlo. Aun me negaba a lo que siento por ti, pero me arrepentía de no aprovechar el momento. hizo una pausa y continuo.

- Por eso esta vez decidí no volver a arrepentirme. Y ahora que lo hice, no me arrepiento de nada Amanda, es más, entre más pasa en tiempo, más me convenzo que es lo que debo hacer, lo que debemos hacer. Pero eso solo es si tú también así lo quieres, no te obligare a nada. Solo te pido una respuesta, pues nunca he sido bueno para esperar.

Mientras hablaba no dejo ni por un segundo de mirarla a los ojos. Ella igual le sostuvo la mirada y le respondió.

- Ese día también desee que lo hicieras, no acostumbro a engañarme y mucho menos a los demás, así que al igual que tú, te diré mi verdad. Tomo aire y continúo.

- Desde el primer momento, al igual que tú sentí la atracción hacia ti, pero por ser quien eres, una y otra vez reprimí esos sentimientos, pues considero y aun es así, que a diferencia de mi, tú tienes vocación y no quería ni ilusionarme con un imposible y mucho menos hacerte caer en tentación. Pero he pensado en tus palabras y tienes razón en el hecho de que aún no eres cura y que puedes hacer con tu vida lo que quieras.

Dijo con las mejillas totalmente rojas y la vista baja, pues era difícil para ella decir esto.

- Creo que en cierta medida te estaría ayudando a decidir si es la vida que en verdad quieres. Así que decidí que aceptaría tu propuesta. Solo que como debes suponer esto solo sería entre tú y yo, y hasta que estés seguro de lo que quieres hacer con tu vida. Si decides que quieres seguir tu apostolado, yo lo respetare y me hare a un lado. Dijo firme y ya con la vista en la de él, para que no le quedaran dudas de su resolución.

Cristóbal se levantó de su silla y levantándola  la abrazo y le dio un beso en cada mejilla, con una sonrisa que no le cabía en el rostro y los ojos chispeantes de emoción.

- Te propongo que a partir de ahora no pensemos en el mañana mientras estemos juntos, vivamos el momento y veamos a donde nos lleva. Solo quiero que tengas muy presente que tú eres muy importante para mí.




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