Crónicas de Vendeleyes

Lagrimas de hierro (interludio)

En el patio una lluvia de flechas de fuego cae sobre los hombres de llalnerr el jefe de los mercenarios, aunque las fortificaciones que tienen montadas están aguantando no será por mucho tiempo. El fuego comienza a hacer su labor de quemar la madera. Gracias a la distribución del fuerte y una que otra empalizada se crea un frente de batalla muy angosto, que hasta ahora han sido capaces de mantener. Aunque la rotación de los hombres permite que descansen un poco no es lo suficiente y el desgaste está empezando a sentirse. Al principio con los novatos de negro e incluso los soldados de café se libró una batalla sencilla, pero ahora que los mejor entrenados como los rojos y naranjas de los anillos interiores empiezan a llegar, la cosa se complica un poco, y llegaron a perder mucho terreno por culpa de los arqueros de las murallas. Se pondrá de verdad feo cuando los soldados de elite como los azules y verdes lleguen, pero si eso pasa su objetivo estará cumplido.

Llalnerr comienza a dudar si serán capaces de aguantar tanto tiempo, hasta que obliguen a bajar a los azules o verdes, la lucha no a tomado más de una hora, pero se siente como si todo se viniera abajo. La tormenta golpea a los dos grupos por igual, pero llalnerr da las gracias al salvador por desviar tantas flechas y apagar tantas otras. La nieve no permite que el fuego se expanda tan rápido como debería.

La desesperación aumenta cuando notan que ninguna tropa de verde o azul se encuentra en el frente de batalla, lo cual indica que están en un anillo más central y su grupo de avanzada no llegarán a tocar al rey, si tantos soldados de tan alto entrenamiento lo protegen.

Al parecer hoy el salvador esta de su lado. ya que uno de sus hombres suelta un potente grito que alivia a todos a la vez que los preocupa, no alcanza a distinguir su voz pese a que las conoce y haber memorizado todas. “oficial morado”.

«Si un oficial de tan alto rango está aquí significa que está al mando de al menos soldados verdes» se regocija llalnerr.

—¡MANTENDREMOS LA LÍNEA HASTA VER A LOS VERDES DESPUÉS, NOS VAMOS! —grita para hacerse escuchar sobre el rugir del metal y el crepitar del fuego sobre la madera—. ¡Preparen todo para la salida!

Al cabo de un par de minutos que parecen horas, uno de los mercenarios logra ver una armadura de placas que destaca sobre las de cuero de todos los demás, infantería pesada, es decir soldados verdes. Cuando está seguro de lo que ve da el grito de confirmación visual

—¡comiencen la retirada! ¡cedan la primera línea, mantengan la segunda! —las ordenes que son dadas por llalnerr son repetidas por todos hasta llegar al frente—.

Llalnerr se encuentra gestionando todo lo que ocurre tras las líneas, cuando un mercenario llega tras de sí con una cara tan pálida que no se distingue del fondo blanco de la nieve.

—informa rápido. —urge Llalnerr—. Hay cosas que demandan mi atención. —aun estando encarado al mercenario no deja de dar órdenes a gestos con una sola mano que todos los demás entienden a la perfección—.

—señor el puente está roto. —el mercenario mira en dirección a llalnerr pero no observa nada. el temor se ha apoderado de él—.

El foso tiene mínimo cuatro metros de profundidad.

El miedo comienza a abrirse paso en él, pero si hay alguien que no tenga permitido el lujo del miedo, ese es él. La experiencia en combate le da unas cuantas ideas, pero son descartadas rápidamente. Con unas grandes zancadas, llega a la puerta y ve como el puente está partido cerca de la mitad. la sangre le hierve al recordar la sonrisa de ooneree y podría jurar que la ve más allá, entre la nieve con esa sonrisa. que antes le heló el cuerpo más que el clima. La mitad del puente que da al exterior por un milagro del salvador esta aun contra la pared del foso, aunque un poco por debajo. Al parecer las cadenas cayeron también junto al puente, de no ser así estarían muertos, pero hay esperanza, una muy lejana, pero esperanza al final de cuentas.

Con una carrera llega de nuevo al frente de batalla donde ve que sus hombres ya están en la segunda línea esperando órdenes y aguantando a lo que parece ser cada vez más infantería pesada.

—¡cadáveres! ¡escombros! ¡Traigan todo lo que puedan! ¡El puente ha caído, pero nosotros aremos el nuestro!  —llalnerr grita para que todos los que estén en el área lo escuchen—.

Los pocos que se están dedicando a hacer el nuevo puente llevan cadáveres. incluso el mismo le ha tocado llevar a alguno de sus subordinados, pero no es tiempo de preocuparse de eso, además el miedo a una muerte inminente les ha quitado el cansancio a sus hombres y él el dolor de su brazo.

La pila de cadáveres y escombros que hay en el foso ya es grande, pero llalnerr teme que no sea suficiente.

—¡bajen ahí y acomoden todo eso para llegar al pedazo de puente! —ruge a dos veces dos hombres que están al lado—.



#17212 en Fantasía
#23873 en Otros
#7164 en Relatos cortos

En el texto hay: accion y aventura, alta fantasia, sistema de magia

Editado: 03.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.