Crónica de un amor delirante

Día 2

Lo hizo y quizás les cueste comprender la influencia que ella tuvo sobre este cuerpo renacido, del monigote de barro seco que aprisionaba mejor que estos barrotes sólidos la esencia de cuanto alguna vez fui y que luego de conocerla volvió a ser, mejor hace al relato iniciar desde ese día la carrera que en esta celda concluye, para mí pero por ustedes a los cuatro vientos desplegarán para continuar al posarse las cenizas sobre todo aquel que se interese, cada uno merece saber que a ella concedo el lugar de la estrella máxima sobre las listas que protagonizan el recuento de estos cuatro años últimos, de su inocente existencia nacen los hilos que habrán de tejerse cuan un tapiz de retorcidas representaciones, adorables situaciones y una resolución digna de las mejores tragedias, todo es resultado de aquel lejano pero imperdurable instante en que de la existencia del otro ambos tuvimos conciencia.

Un pequeño punto, el común denominador, nunca podría olvidar ese momento al igual que nadie puede desechar el recuerdo del más fabuloso espectáculo, por suerte o por azar la misma relevancia de un fenómeno paranormal y el choque de un efecto contado con la misma magnitud que un terremoto, mas no es bajo los pies que se produce el tenebroso temblor sino que la colisión ya se ha propagado al centro mismo del corazón, pronto se haría tan fuerte dentro de su coraza de piedra y por deseos de gritar su sentir de las grietas se aprovechara para sacar de aquel exterior denso y apelmazado cuanto por años había sido callado. Un primero contacto, el engendro de la curiosidad, el interés de un común ambicioso cuan reducido mensaje de lo que entre nuestros kilómetros nos convierte en iguales, depredadores de un mismo propósito y la respuesta que se hace de inmediato, la aceptación y simples palabras a través del irreal conteo de señales atravesando el aire, bastaron para plantar el germen en el suelo fértil de una soledad aceptada. Suficiente espacio para crecer hasta hacerme prisionero de sus caprichos, pues era un viajero fecundado dentro de mí y al madurar tan solo deseaba hacerse uno con el origen del que mi curiosidad lo había arrebatado.

¿Saben? Solo te reconoces solitario cuando comprender que más allá de lo visible, perdido en la distancia menos concebible, escuchas la voz de quien no creías posible, más allá de las paredes rocosas que rodean el páramo vacío en el que de pronto te descubres abandonado pero allí está esa otra presencia que te delata, que te perturba denunciando la desesperanza en que has caído y en el silencio eterno aquel sonido se convierte en algo glorioso, en un llamado y en un repique de trivialidades incoherentes, un rezo que te empuja a lanzarte contra toda consecuencia; es instinto humano, el miedo al dolor que produce el desconcierto de una existencia vana, es algo que muy pocos podrían entender, pocos podrían plantar imaginaria la angustia de naufragar en el vacío al que uno mismo se ha sentenciado para protegerse de la agonía de un amor frustrado, heridas de una ilusión decapitada, restos de cristales debajo de cada pisada, nada queda sino el exilio a las fauces de un desafecto carcelero. ¿Creen que saben lo que se siente? Puedo ver sus caras inundadas de luces, aunque este agujero fétido y derrotista mitigue el total cariz de su satisfacción, sé que mienten al intentar clavar esta daga en el medio de su pecho, no hay lugar en sus entrañas para sentir la entera claridad que como vivo testigo les ofrezco, ninguna palabra bastaría para describir la grandeza que muta de una pena exorbitante y los felicito, celebro su éxito, el de alcanzar la felicidad de una vida compartida, acaso no hay un mayor logro en la fugacidad de nuestras vidas, no intenten crear en sus cuerpos una conjetura viva, solo sería una porción del espectro que de mí se ha apoderado para convertir mis días en noches y mis noches en desvelos esperando un amanecer que nunca llegará.

Denme un momento, me es preciso adormecer al demonio que del control sobre mí se esmera por tomar, lo siento corriendo a lo largo de mis venas y cuando las luces se apagan desplazarse sobre cada nervio, lo combato por las noches tras los ojos cerrados y los labios apretados se desata una feroz batalla, he aquí la medicina que atosiga su voluntad para dominarme, cede atontado por el humo, retrocede sin afán de esfuerzo sabiendo que mis días están contados y será entonces la hora de su resurgimiento, mas igual de paciente es en su acoso susurrándome atrocidades con que busca erosionarme lentamente y en el embiste de ambos la mente se envuelve de explosiones que fulguran los cielos en el horizonte, estrépito de corceles que se rinden a la fatiga con los primeros rayos del alba. Bendita maldición, hiriente consuelo, pecaminoso alivio de las tensiones desbordadas, también esta nebulosa de tabaco ardiente se cobra mis antiguas detracciones y se dibuja en burlas a mi alrededor a las acusaciones pasadas contra los esclavos de su yugo venenoso de los que humildemente también formo parte en su séquito de suicidas.

Me he rendido a su pestilente compañía como en brazos de una amante asesina que del dolor se cobra la proeza de sus encantos seductores, una caricia de espinas y la vida que se esfuma de a poco con cada exhalación maloliente, quienes sufrimos la muerte prematura del espíritu no nos importa donarnos a nosotros mismos a la compasión del flagelo. Ahora soy un idiota como aquellos a quienes puse bajo tal título y comparto el paredón a su lado para enfrentar las balas de mi propia autoría y lleno de ellas redimirme por cuanto alguna vez dije, como otras tantas se acumulan sobre mi balanza, aunque peque de hipócrita la experiencia me ha aleccionado y sobre todos ellos he quitado la placa que yo mismo puse, pues mejor entiendo el por qué de ese salto al precipicio, una bocanada de aire al que se hunde, aliento de esperanza para los desesperados, paciencia para esperar lo que nunca llegará; cobra sus servicios con años futuros pero a cambio se hace el más leal confidente y aun en la soledad más abrumadora, cuando todas las posibilidades parecen ariscas, allí está entre tus dedos bailando para festejar tus alegrías y soportarte en las tristezas, para darte ánimos cuando las fuerzas parecen abandonarte, con un beso te incita a dar un paso y continuar a pesar de todo. No hay ser en este mundo que pueda siquiera igualar su esmero, no hay persona que pueda llevarte de la mano hasta en las noches más letales, es una compañía de la que dependes como del mismo aire, tan estimulante y peligroso como también lo es el amor. ¿No lo creen así?



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En el texto hay: tragedia, amor, suspenso

Editado: 20.12.2020

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