Crónica de un amor delirante

Día 11

Entre los nuevos reclutas que ocupábamos la última habitación sobre aquel largo pasillo, pronto las asperezas se ven pulidas forzadamente por la convivencia y hasta aquel que al principio se comportaba con señorial suficiencia vio tomar la forma de un común predominante, entre los veteranos de los años superiores a quien por derecho se les respetaba sobre el pico de su jerarquía, nuestra pequeña comunidad de novatos arrancados de cunas dispares, éramos un frente compacto contra el nuevo desafío. Mas las similitudes juntan las hebras de aquella cuerda unificada en tiempo y espacio, la afinidad de las preferencias nos hizo más estrechos que con el resto y que la posterior diferencia de ambientes no hubo de estropear aquel fraternal vínculo, que hasta el presente se ve bien ajustado pero que de aquí, su artículo, se verá amenazado con la polaridad de la cuestión, de la misma forma que dentro de mí hace el cariño y el resentimiento pujando su permanencia en este recuento, no hace en mí el defecto de la mentira y solo de quien esto lea dependerá la conclusión según sus propios parámetros.

Se llamaba, y corrijo se llama aun, Joaquín, vanidoso ser si existe, en la insipiencia del carácter poco acentuada las cualidades como el hierro líquido antes de solidificarse y ganar la forma definitiva de su molde para ya no deformarse ni a fuerza de martillazos, la perspectiva de un rencor en mí intacta no me hace negar los arcones desbordantes de amenos sucesos que hemos atravesado, para cuyas aventuras no bastan el papel de este libro, travesuras y vivencias de las que siempre hemos salido airosos, hazañas furtivas y éxitos ventajosos que sobre ninguna báscula hubieron de ser medidos. Burlamos a los peores arlequines y juntos nos vale este triunfo hasta hoy y contra las consecuencias de esta expiación nunca podrán ser negados.

Curiosa mecánica de la amistad como todas las que impulsan cada una de las emociones como una especio de manipulación externa que jala de hilos invisibles haciéndole bailar al son de su capricho dejando el libre albedrío como la más elaborada de las farsas basadas en la mutua atracción por el mismo estímulo, cuántas horas habremos gastado estrechando los canales de la afinidad que nos reunía y que virtualmente definió los cánones que seguiríamos como las dos caras de una moneda y de pronto tan dispares debajo del entero que habíamos sellado formando la esfera donde se guardarían los tesoros de tantos años de convivencia. Una cápsula bicolor y de contrastes acentuados, el día y la noche que se suceden en el renovable rito circular del tiempo, la mentira y la verdad, la sinceridad y la falacia, no son sin la presencia del otro como un solo cuerpo formado de dos mitades diferentes, sobre esta mano al ingenuo y sobre esta otra al ladino, juntos un engendro que se mixtura de los dos aspectos cultivando de la disparidad lo que le falta hasta que el ser evoluciona, la transformación es completa, el organismo se vuelve complejo y de roles establecidos sus componentes, gana la fuerza necesaria para embestir los peores obstáculos y sale victorioso.

Los primeros años bastaron para superar esta inestabilidad y declarar una correcta simbiosis en la que ambos saldríamos beneficiados en una inusual forma de trueque con que la escasez de recursos de esta abundancia se vería saldada así fuera la relación entre el cerebro y el cuerpo, la máquina perfecta, por seis años pusimos a prueba nuestro experimento con un resultado completamente satisfactorio viendo superado el obstáculo académico que nos había reunido. Descargamos el golpe, el muro se hizo pedazos en la debilidad de un sistema estrambótico y lleno de picardía, tan sutil y estudiado que nunca fue advertido por el ojo inquisidor más certero. Lo burlamos, de ello siempre nos acordaremos.

Cuando los requerimientos comenzaron a apilarse con cada clase aquella primera semana de aquel primer año, materiales para cada materia que los viles titulares demandaban con la facilidad de una ejecución sobre bolsillos ajenos, mi empresa de escuetos recursos se perfiló faraónica por una cuna delgada cuyos números resultaban una amenaza, de poco peso ahora pero entonces recaían en gastos de límites extensos que mi familia en su austeridad no podría soportar la cruda incisión que los expertos tajaban sin anestesia y, me atrevo a decir, con cierto placer como una forma de tamizar a los nuevos prospectos m las monedas caerían seguras en el fondo y la avena flotaría vulnerable a la limpieza de sus aspiraciones.

Por fortuna y magia de un equilibrio temporal, todos, o la mayoría al menos, pertenecíamos al mismo estrato, pocos podían darse el lujo de bancar los pedidos, el resto caíamos en el decante, surgieron protestas por los desmedidos rigores y los profesores se limitaron a lo básico para no inflamar la paciencia de una economía atentada por meros antojos que a la masa hizo levar irritada por el desborde de las cuentas. Economías frágiles en un contexto turbio, poco provechosa era la finura del filtro que haría del año un recuento mínimo en la cifra de ingresados, sobreviví gracias a la solidez de un grupo que al mismo atropello ofreció resistencia y detuvo la infantil necesidad de ego y solvencia profesional sobre la pizarra donde desgranarían la dignidad de sus cutículas.

Con todo, a través de los años los materiales precisados, aunque más no fuera que lo mínimo indispensable, seguía siendo motivo de consternación, mi camino auguraban peligroso, vidrios rotos bajo los pies descalzos, no importaba cuán inteligente fuera, nada lograría solo con ello como la abundancia de tinta sin un papel donde utilizarla. Lo que necesitaba estaba a mi alrededor, quizás en manos poco creativas, a la fuerza debí recurrir al trueque para compensar la escasez material con la prostitucion de mis dones.

Y ahí estaba Joaquín, no le fueron rivales los primeros años aunque le costara algunos días de las vacaciones para saldar las deudas y apenas nos complementáramos, pero al llegar al tercer round de esta contienda se acentuaron las carencias de cada uno frente a un nuevo nivel de demanda por el lado justo en que a ambos nos afectaba y sé que a él le costará admitirlo, no como a mí me resulta confesar la pobreza de mis ahorros que a los enclenques cimientos de mi familia harían derrumbar el techo sobre nuestras cabezas, solo un grano de arena hacía tambalear al gigante desnutrido, me podía hacer peligrar su calculado equilibrio. Quiera tomarme de ejemplo en esta sinceridad para concederme la razón para aceptar los agujeros que aguaban su cerebro del exceso que se escurría por las canaletas por donde fluía el régimen de este nuevo ciclo como si cayeran sobre una esponja saturada.



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En el texto hay: tragedia, amor, suspenso

Editado: 20.12.2020

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