Crónica de un amor delirante

Día 16

Pero hasta entonces no me había dado cuenta, era u factor que no me afectaba, demasiado digerido el rol, bien estudiado el papel, un actor amoldado a un guión plano y repetitivo, es triste llevar una vida triste y no darse cuenta de ello, una vida símil a la de las hormigas, ubíquense ustedes por un instante junto a ellas, síganse por el camino que conforman en su afán diario por sobrevivir, por acaparar cuanto haga su sustento, imagínense verse entre todas sin distinguirse, cuántos sentimientos se podrían encerrar en una existencia tan rígida y por instinto natural solo regida, sin desvíos de aquella secuencia, sin elección. No se puede hacerlo cuando uno tan pequeño se siente como para hacer de este sendero el único, cuando no se puede ver más allá de lo asimilado, el pasaje de un cañón, en una dirección conduce al intrépido y también escupe la bala, lo he visto para saber que se obliga a un caballo a mirar solo al frente bloqueando la periferia de su mirada y fui yo mismo quien se cubrió de la realidad mezquina en la que aceptaba participación en pos de un objetivo; llevar el sustento a la familia debilitada que había quedado.

Una marcha de hormiga, demasiado pesaba la empresa, canalicé todas mis energías, mi actitud consiguió levantar suspiros de orgullo en ciertos observadores, amores frustrados que de pronto dejaron de doler, la resignación a una solitud que cortaba tan velozmente que no percibía la herida, se volvió una agonía encubierta, aletargada, que tarde o temprano haría erupción cuado al fin me supe despierto, vivo, que todavía sentía, que aun podía amar, que aun podía llorar, que me quedaban muchas cosas por hacer y no podía perder más tiempo. Me di cuenta de mí mismo, tan drástica y ruidosa resultó la revolución, entre estos muros macabros de desesperanza se resume la conclusión de lo que significa la detonación de un ser comprimido, la salvación del torturado se traduce en su muerte y este es el sepulcro donde se encierran todas las manías de un cambio desesperado, por dejar de ser quien era ahora soy algo que no quiero, ya nada queda sino aceptar lo que he hecho y esperar el fin de esta soledad burlona y asfixiante, o renegar de ella revolviendo la agenda de la parca apresurando su visita.

Es a este punto donde tanto esperaba llegar en el relato que en sus manos le lego como una pieza que merece ser guardada, tantos habrá que lo desprecien mas son los pocos a quienes conmueva quienes importan, puede resultar un insufrible relleno cuanto hasta aquí se ha dado por dilatado preámbulo, odio los prólogos molestos y caigo por hipócrita así lográndolo. Es desde aquí cuán gustoso deseo contarles, lo esencial y donde su intensa figura aparece. El momento del impacto, tan potente que al tiempo habría de sentir su resonancia, cuán apática y miserable hubiera continuado siendo mi vida sin lo fortuito de aquella mañana cuando oí su voz por primera vez en la radio, tan nerviosa la recuerdo sonar por el parlante a la par de las rasposas cuerdas de la locutora en esas horas, desabrida y repulsiva, contrastaba con su encanto y la sencillez de sus respuestas, no fue entonces cuando tuvo para mí el correcto significado como un elemento demasiado sorpresivo.

No nos conocíamos y ya teníamos algo en común, la pasión por la escritura, demasiado escasos personajes cerca de mí cubrían tan elegante campo que hacía la razón de mis días, curiosa es la anécdota de tan pocos minutos, al vociferarse los estímulos de mi interés tarde era para advertir a la dueña de tales dotes, el volumen al máximo pero su nombre no aparecía, el deseo por contactarla fue de una espantosa ansiedad, cuanto estaba haciendo quedó a un lado, apretado contra el aparato chillón, descubrir su nombre fue la necesidad más imperiosa y por captar ese detalle agucé cada gota de mi atención hasta obtener tan simple información. Quizás de esto ya he hablado y me disculpo por mi escasa memoria, tras el sinnúmero de días que han entrado en esta celda y abierto los cajones revolviendo las fichas de un archivo plagiado hasta el cansancio, culpa mía es la insistencia por puntualizar este momento como el molesto viento que anuncia una pronta tormenta, como la que se desató esa noche cuando a vista clara se descubre el engaño, el fin de una felicidad falsa pero que fue felicidad al cabo, todo comenzó en este punto aunque no me diera cuenta de ello.

En resumida nota ya todo había cambiado y de una forma en que bien ahora no podría detallar, pequeñas reseñas orientadas a nuestro común denominador, elementos que se repetían, pensamientos resonantes en uno y el otro, ese algo descubierto comenzó a brotar en mí, un horizonte más grande allá de la burbuja, el mundo se hizo mucho más grande y con tantos años pasados mucho de él me estaba perdiendo en el encierro de una resignación pastosa y reseca, de pronto arrojas a la basura el álbum de de las fotos ajenas para renovar un deseo, el de estar, el de hacer, el de vivirlo en carne propia. Y de aquella cárcel tan parecida a esta que hace mi hogar y me enajena del resto tan ansiado y pretendido, por mí creada y por ella destruida, esconde dificultades y tormentos el más bello de los ambientes, como la voracidad del mar tan apacible desde lo seguro o el colorido de un bosque escondiendo la ponzoña entre sus pliegues, aun así violenté los cerrojos de un hermetismo defensivo, también de partes malas y dolores atroces se compone la complejidad de una aventura, mas era necesario correr el riesgo e inspirado por Juli me lancé a la conquista de lo que por tanto tiempo me había negado.

Había algo aquí que no recordaba existía, dentro del pecho y más allá de las barreras del hielo que lo acordonaban en la comodidad del conformismo y resuelto en fobia a lo nuevo bajo la sentencia de equívocos injustos, empezó a latir de nuevo e hizo amplia mi mirada, fue inspiradora la presencia de Julina y conforme nos fuimos conociendo una suerte de desazón me abrigó, algo feo desde el interior, un descontento con uno mismo y entonces el tiempo pasado cobró su verdadera relevancia, el recuento se volvió devastador, el registro de los años ya gastados y el huevo se hizo tan pequeño dentro de su cáscara, como un pez en una pecera, el más es tan grande a la par de su ambiente mezquino lleno de artificios restrictivos. Una alocada ambición por escapar de aquel mi propio encierro, ahí estaba yo sentado detrás del televisor consumiendo basura y repeticiones lucrativas, sentí como agotaba mi vida en una secuencia tan chata y aburrida que tanto representaba el gráfico de un músculo cardíaco vencido, una línea sorda y sin esperanzas, a medida que Juli me conocía también yo lo hacía, me descubría y al verme en el espejo no me gustó lo que veía y al mismo tiempo que resurgía de mis entrañas la alegría también lo hacía el juez que juzgaba mi desempeño y negligencia con la vida que traía a la rastra cuan siamés putrefacto.



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En el texto hay: tragedia, amor, suspenso

Editado: 20.12.2020

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