Crónica de un amor delirante

Día 18

Mas como he dicho antes, no de malas hubo de poblarse sólo las líneas que siguieron aquel borrón y cuenta nueva, como al comienzo de un incipiente año escolar, dentro de las mismas tapas la carpeta poblada de hojas vírgenes esperando ser llenadas, las que antes allí se encontraban saturadas y rebalsadas de contenidos, al fuego es probable que hayan pasado, es en base a lo sabidos que se reinicia el adoctrinamiento, me solté a escribir cuánto quería que desde entonces fuera mío, mi libertad, de la ruina emerge y del defecto la sabiduría y me corregía siendo con toda soltura cuánto hacía de mi entero antojó, ya sin consultar a nadie, ya sin preocuparme por nadie, la misma confianza que tengo al sentarme al escribir, lo que me hace confesar todo esto, había logrado lo que buscaba con sólo descubrir las puertas abiertas para salir hacia dónde yo quisiera y a mis espaldas todo. Por más de diez años, tanto había pasado y no lo había notado, y volví a salir de ese pueblo asfixiante, esa jaula, cuán feliz vuela su cautiva, tratan sus alas de abarcar al cielo entero y da vueltas sin decidir a cuál viento obedecer el llamado, todo le resultan nuevo, atractivo, incluso aquello que recordaba ha cambiado, me eché a la ruta y el horizonte era un fenómeno inalcanzable, siempre había más por recorrer, por ver, por vivir, en sola compañía de mí nave, tal vez la mejor decisión y mi más valiosa adquisición, cuánto la he disfrutado y cuánto más la extraño, no volveremos a reconciliarnos luego de lo ocurrido.

No importa su marca ni su modelo, los números de su patente tampoco, para mí sólo era "mi nena", así la llamé desde el primer día cuando la tuve conmigo y a mi casa la lleve como a una novia desposada, tan mal aquellos días me sentía y tan poca importancia le dí a este hecho, notó Juli la falta de entusiasmo cuando le conté de ella, un sueño cumplido y una emoción que resbalaba hasta caer al suelo escurrida por entre dedos ateridos incapaces de retenerla, un aliento de vida sobre un corazón muerto. Fueron 200 puntos que sumaba desde una cifra de igual nota en negativo, así se lo describí en un mensaje, nunca había tenido una moto, ella fue la primera y la única y en ese momento nada significó, hasta llegué a considerar un error comprarla, nunca me resultó fácil asimilar los cambios, supongo algo normal para una existencia rígida y aplanada pero de a poco nos fuimos conociendo, mi inexperiencia hizo que nos lleváramos mal al principio pero aprendimos a respetarnos, a entendernos, pronto fuimos uno solo y ya nadie pudo detenernos.

Primero cerca de aquí, luego más lejos, he disfrutado de cada viaje sin importar la distanciaque hiciera y de aquellas páginas en blanco que tanto deseaba llenar, con cada salida se fueron poblando a paso acelerado, casi al mismo ritmo del motor de mi nave. Viajar es lo más hermoso del mundo, antes de tenerla caminaba por el costado de la ruta y soñaba con la aventura, seguir las direcciones sin rumbo, siempre hacia delante y nunca hacia atrás, no es volver sino seguir avanzando, tanto he aprendido con ello de la vida misma, hacerse el camino buscando lo bueno y solucionando al paso las dificultades, las experiencias se plagan de matices espontáneos, siempre confiando en mi nena y en mí mismo, miles de kilómetros de emociones, sólo nosotros dos y el camino que continúa infinitamente.

Nunca me he decidido a escribir un diario de viajero, quizás porque deseo guardar para mí todo ello, no hay papel suficiente para detallar cada lugar al que he ido, en donde estado, con qué me he encontrado, cada viaje es una canción que no se repite, un recuerdo que no se duplica, el presente que sólo debe importar, la vida es un instante y viajando lo he descubierto, a cada paso el pasado se abandona y el futuro se enfrenta hasta la siguiente bifurcación, se elige el rumbo y se continúa, en ese instante está el presente y está la vida, es elegir y seguir por ese rumbo, perderse y reencontrarse con ese momento fugaz que precede al siguiente y como tantos puntos conforman una línea, cada punto es una historia que dura un parpadeo, lo que ves y lo que sientes, lo que hallas y enseguida dejas. Un kilómetro que se gasta y marcado queda en el tablero de tu fiel acompañante, no lamentas haberlo dejado pues ya lleva tu marca, la firma, es el espacio entre los neumáticos el que amerita desgranar los sentidos y contagiarlo de lo nuevo, lo fresco, y así también el aire que golpea tu rostro, colándose entre las ropas, oxigenando la sangre y por la postura acalambrado de gozo purgando las penas, tantas veces lo pensé así mientras devoraba distancias, una mano invisible acariciando tu lamento y seca tus mejillas soltando en la marcha gotas de angustia liberada, esquirlas de un alma saturada, caen en el asfalto abandonadas para sin dueño desaparecer.

Por tantos años había trabajado escribiendo las páginas de libros ajenos, libros que al completarse fueron guardados y condenados al olvido, su historia y su autor reemplazados por tonos inspirados de plagio y en mis manos cansadas las manchas de grafito desgranado incapaz de formar palabras en su propia bitácora, mal pagado y descartado cuál escritor negro, desameritado, la magia del viaje convertí en tinta y una pluma que sola se manipulaba persiguiéndome cuál notario sin omitir la más pequeña coma y con cada lágrima de nafta llenar los ficheros de un tiempo recuperado.

De esta forma se diluyó y volviendo a los hechos que así motivar a cada viaje hasta librar de mí una estela de vidrios rotos resultante de un desengaño bien justificado y totalmente bebido por dulce el más letal de los venenos, una mancha oscura sobre la ruta mas no era el aceite que hace el correcto funcionamiento de la moto que flamante estrenaba con cierto desencanto, una renegrida sustancia destilada desde mis entrañas gastadas como una maquinaria forjando amores hasta el límite de su capacidad y al momento volar en pedazos su perfecta compostura. Un diseño saboteado, lo terrestre no es capaz de sobrevolar los edificios, basta la ilusión hasta llegar al final de la caída y dar con la solución de lo insensato, te das cuenta de la locura a diez pisos de vertiginoso descenso y te desamarras del ataúd que te arrastra hacia lo único real de tanto inconsciente, pero ya es tarde y también caes, fue la decisión el origen del suicidio, ya no hay marcha atrás y la gravedad te conduce a una muerte segura al soltar un peso insoportable que te tiene apresado por la cintura, te llevará con él pagando el precio de hacer lo correcto.



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En el texto hay: tragedia, amor, suspenso

Editado: 20.12.2020

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