Es inefable
La sensación de sentir tu tacto al rozar mis manos, el cruce de nuestras miradas, formando un bello paraíso en mi mente gracias al color de nuestras pupilas fusionadas.
Siento cómo se me sube la adrenalina cuando me besas y cómo el choque de mis labios con los tuyos forma el complemento perfecto.
Tu cuerpo es el condimento, para darle sabor y color a mis noches teñidas de gris; y mientras fumo, tu presencia hace que el humo se diluya porque te conviertes en mi única adicción.
El tiempo se dilata
Cuando el cafuné de tu cabello estimula la fragilidad sepultada en el fondo de mi pecho, oculta bajo una mirada inerte, la cual levantas gracias a la magia de tu alma como si Jesús volviese a revivir a un viejo Lázaro.
Floto
Cuando gritas con tu mirada que estás enamorada, tu ruido es tan fuerte que resalta sobre cualquier barullo, llegando incluso a la punta del Olimpo en el lejano Marte.
¿Para qué más pasión?
Si tengo suficiente con tu olor, el de una flor singular, tan única como una orquídea en medio de un matorral.
Tus ojos
Pequeñas perlas capaces de iluminar el fondo del mar y hacer que Atlántida se pueda admirar.
Estoy obsesionado
Con tu rostro, tus lunares y cicatrices, unas que suelo besar para que puedas olvidar ese antiguo dolor.
Eres el mayor terror de mi melancolía, de las sombras que habitan los rincones de mi habitación; pero con tu presencia mueren calcinadas por la luz, que a la par transforma mi techo en el cielo que tanto queremos alcanzar.
Es un Edén que siento contigo estando presente.
¿Puedo acaso imaginar que no estás? ¿Es posible caminar por un mundo lleno de horrores sin mi bello girasol? Sería inviable siquiera en la distancia; mis días se harían aciagos ante tu ausencia, como el presagio de la muerte tocando mi puerta.
¿Acaso podría vivir sin mi estrella?
¿Sin mi sistema?
Es un futuro que no permitiré. Que Hel me arrastre hasta mi fría tumba si sucede, porque me niego a permanecer en un mundo donde no estés. Carecería de sentido, sería un mausoleo que habría perdido lo más bello.
A tu piel, un canela fantástico y perfecto comparable con la belleza que reside sobre todas las creaciones del éter.
Por eso te corono con las aureolas de los querubines celosos de tu plenitud.
Y si algún día llegas a caer en el averno, que Hades me perdone porque te sacaré de allí como Heracles rescató a Teseo y como Orfeo fue en búsqueda de su esposa. Caminaría cada círculo pero sin un Virgilio que recite sus versos para darme guía, solamente con la fe de Dante que anhelaba conectar con su amada Beatriz.
Por eso no te dejaré ir.
Cuando dijiste que querías partir no lo podía permitir, debía hacer algo porque si no todo lo construido se destruiría, y no quiero que nuestra Torre de Babel termine en el suelo.
Por eso lo hice.
Por eso estás aquí.
En mi cama, sin aliento por la asfixia de mi almohada; pero aun inerte te sientes igual y tus ojos no pierden la luz que me cautivó. Por eso arranqué uno de ellos para poder conservarlo en el mismo cofre donde guardo tus dientes, tu cabello y tus manos. Me gusta acariciarlos: tomar tus bellos y seguir sintiendo el cafuné al restregarlo por mi pecho, saborear tus dientes porque aún conservan algo de esencia, y usar tus manos para seguirme acariciando y sumergirme en el éxtasis de su tacto.
Pero tus labios no los separaré, porque el beso que me das estando junto a la muerte me da el vigor suficiente para caminar un día más.
Hoy es suficiente, ya tengo el cristal entre mis manos, para hallar sociego junto a ti y poner fin al Tártaro de mis adentros y secar el vasto Egeo de mis lamentos.
Nos veremos allí, en el Elíseo donde te encadenaré a mí eternamente, porque incluso muerta no dejaste de ser mia, ya que el placer sigue intacto.
No puedes intentar huir otra vez, porque estás donde perteneces.
Aunque los gusanos devoren tu piel y las moscas se postren en tus cuencas vacías, sigo besándote sin importar el roce con dichos animales; incluso lo hace mejor, aumenta la sensación.
No me importa, porque cuando las larvas se acercan a mi boca y se adentran hasta mi garganta, sus cosquillas me recuerdan a lo que me transmitías tú.
Aunque tu piel perdió su color, pasando del canela a un horrendo blanco, lo cambié y mis pinturas con tu mismo tono fueron necesarias para devolverte la tez.
Pero esta vez no hablas, todo está en silencio; así que abrí tu cuello cuidadosamente y puse a mi canario dentro para imaginar que son tus cánticos pidiendo pasión y no clemencia. Aunque, bueno, al final se ahogó con tu sangre; entonces tendré que visitarte para que vuelvas a susurrarme.
Espero formar otro paraíso contigo.
Espero que seamos dueños de nuestro propio cielo y que como símbolo pongamos tus gritos implorando mientras tu vida se extinguía.
Fue placentero.
Pero no lo hice por la sensación, lo hice por ti. ¿Podrías sobrevivir sin mi manto?
Lo único negativo son tus párpados, que parecen apagados como si no quisieras verme. Por eso los cosí, para que tu mirada siga realzándose a su alrededor.
Sigo reacio ante la muerte, pero si cortarme es la única vía para volver a escucharte, entonces lo vale.
Ojalá me estés esperando en el Umbral, porque no entraría sin ti.
Ojalá al llegar tu brillo sea el mismo.
Y por fin estaríamos en lo que admirabas tanto, mi querido girasol:
El paraíso donde tu luz será lo único eclesiástico.