Crónicas de Alathea: La sinfonía del destino

8

Irene lucia restablecida, así que por nostalgia los chicos se internaron en el bosque como en su niñez, intentando que los recuerdos felices hicieran regresar una sonrisa sincera al rostro de su amiga 
-Miren es la cantera - Tristan estaba genuinamente emocionado, se despojo de su camisa, dejando al descubierto su torneado torso 
-¿Vas a saltar? - pregunto Desmond arqueando sus cejas y cubriéndose el rostro con las manos tratando de protegerse del abrazador sol
-Buena idea - Irene comenzó a quitarse la ropa, estaba apunto de quitarse la blusa cuando Oasis tomo sus manos evitando que alguno de los presentes pudiera ver su sujetador
-Tranquila 
-Vamos no seas cobarde - ella le aparto las manos y en un instante sus pechos estaban a la vista de lo chicos que en un esfuerzo de ser caballerosos apartaron la mirada -¿te asusta? - el odiaba cuando ella hacia eso, ponerse las manos en la cintura, arquear las cejas y mostrar enseñando sus feroces colmillos porque alteraba su corazón, ese sutil gesto lo haría sucumbir ante la más estúpida de las ideas
- Esta bien - dijo con aires de enfado mientras se quitaba la ropa 
Tristan corrió y entro en el agua de un clavado, Irene río - Bueno es mejor que estar en el auto y esperar mi próxima crisis psicótica

El grupo de jóvenes se perdía en la calidez y transparencia de la cristalina agua, donde al menos a los ojos de la rubia su piel descubierta no era provocativa si no solo su confianza exteriorizándose. Pero los chicos no podían decir lo mismo, no podían parar de mirar el húmedo sostén de encaje de su amiga deseando ver lo que había bajo el, observando atentamente como los tirantes se resbalaban, notando como sus entalladas pantaletas con figuras tenían pliegues, Oasis se acerco a su amiga hipnotizado por la sensualidad de la piel expuesta que deseaba tocar.
El chico rubio observaba con inquietud la escena ella con el torso fuera del agua, su cabello húmedo adhiriéndose a su cuerpo y su amigo con un rostro que denotaba sus intenciones, actuando por la impulsividad no pudo evitar hablar - Irene 
-¿Si? - respondió con un tono que movió todo dentro de Tristan
-Olvide lo que te decía
-Imbécil - contesto juguetona, ella salio del agua dejando ver su cuerpo, luego comenzó a buscar en los abandonados pantalones de sus amigos 
-¿Qué estas haciendo? - Desmond parecía desconfiado, estaba preocupado no era la primera vez que la impulsividad y el descontrol de esa chica la hicieran balancearse en el peligro
Ella seguía revolviendo los bolsillos de los pantalones de sus amigos, algo fuera de si, hasta que dio con el brillante objetivo, una navaja, los chicos se sobresaltaron pero antes de que pudieran hacer algo, comenzó a cortar su melena rubia que termino cayendo sobre sus hombros en húmedos y desiguales mechones.
-¿Oasis lo puedes emparejar?
Todos lucían catatónicos pero tras la sorpresa al fin pudo hablar - Claro

Irene estaba sentada en un roca aun mojada, mientras Oasis cortaba los mechones a la misma altura con unas viejas tijeras que había en el auto. Le era difícil concentrarse pues sus ojos recorrían el cuerpo frente a el francamente deseando hacerle lo que todo adolescente quisiera hacer.
-¿Por qué lo cortaste? - Desmond pataleaba con los pies dentro del agua 
-Si ¿Por qué hiciste eso? -Cuestiono Tristan a una mujer que estaba enfrascada en un papel desafiante y que denotaba terquedad, sus labios temblaron débilmente pero no emitieron sonido alguno, en cambio ella solo continuo jugueteando con la navaja que aun mantenía en sus manos, algunos cabellos habían quedado atascados en ella asemejando hilos de oro. 
Ella quería hablar, anhelaba que sus labios pronunciaran palabras de ayuda, decirles como había intentando suicidarse, poder hablar del desastre que era su cabeza, como hace algunos días atrás había hallado en una cortada una solución, su objetivo sus inertes y delgadas venas, que no quería volver a sentirse así, indefensa y asfixiada, no deseaba volver a observar un filo a escasos milímetros de su piel y por un minuto tuvo la epifanía de que tal vez no podía cortar sus sentimientos, sus problemas y que las gotas rojas no servían para reconfortarla.
-No tenias que hacer eso - dijo Tristan tímido pues era presa del arrepentimiento
-Si tenia - murmuro, agitando su cabeza - ¿Saben qué significa que una mujer corte su cabello?
-¿Qué quiere una vida nueva? - dijo Desmond dubitativo 
-No - Irene sonrió con aire sombrío - significa que esta enterrando su vieja vida

La gente destinada a protegernos nos enseña muchas cosas, entre ellas como cuidar de nosotros mismos, te dicen no temas a la oscuridad, no te dejes engañar y que debes mirar a ambos lados, te dicen como puedes mantenerte seguro pero nunca se detienen a explicarnos como podemos enfrentarnos a los miedos que se filtran y entierran en nosotros como espinas en nuestros corazones, esos que nos susurran palabras dolorosas al oído a mitad de la noche evitando que podamos conciliar el sueño, esas que te roban suspiros, que te hacen subir a cornisas, tomar cuerdas o vaciar frascos naranjas en tu boca.
Irene era débil, jamás pudo borrar lo que sucedió y menos enfrentarlo, a lo que verdaderamente temía era a ser igual a su madre y la voz que vivía en su cabeza no paraba de atormentarla, maquillaje corrido, sollozos y preguntas latentes, todo eso empujándola a pensar que no era más que escoria porque a pesar de tener todo lo que alguien deseaba no era feliz, más de mil veces deseó poder terminar con esto, quedarse dormida y no despertar, la realidad era que el fuerte escudo que había construido alrededor suyo era cada vez más débil.
Irene no pronuncio palabra durante todo el camino de regreso, el auto recorría el rocoso tramo mientras las mentes de sus pasajeros se alejaban más y más.



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En el texto hay: fantasia, romace, fantasia magia

Editado: 12.02.2019

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