Alaviv era un reino muy próspero, estaba conformado por dos islas, Helah, la isla más pequeña, y sin embargo la más fértil, allí crecían toda clase de árboles y vivían multitud de criaturas fantásticas, sin embargo, esto último también hacía que muy poca gente habitase en ella; por otro lado, Sereia, la isla principal, era prácticamente estéril, pero muy próspera en lo que se refiere a la vida urbana, con todos los recursos que recogían de Helah se habían construido enormes ciudades.
Al igual que las islas, los habitantes de Alaviv eran como el agua y el aceite, los sihiri tenían poderes mágicos, que les diferenciaban bien de los al'ada, que no tienen ese don.
Un día, un hombre llamado Zander, llamó a todos los sihiri a levantarse contra los al'ada porque a su parecer los sihiri se habían ocupado desde siempre de los trabajos más duros, sin recibir ninguna recompensa a cambio.
—Hermanos sihiri, esta mañana murieron tres de los nuestros en una obra, debido a que sus poderes no fueron suficientes como para resistir las tareas que les han encomendado. ¡Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso! —clamaba Zander, subido en la barra de un bar en el que solo se permitía la entrada a los sihiri —Debemos levantarnos y reclamar los derechos que nos han sido negados, ni uno más.
Todos brindaron, sin embargo el movimiento no tuvo mucho apoyo, hasta que un día en la Plaza de la Luna, la más grande de la capital, aparecieron los cuerpos de un grupo de jóvenes al'ada completamente desfigurados.
Después de muchas investigaciones, la guardia real declaró que habían sido asesinados con mai guba, una clase de magia que envenenaba a sus víctimas matándolas poco a poco. Los síntomas empezaban con malestar general, después aparecían bultos por todo el cuerpo que van creciendo hasta dejar a la víctima, que termina ahogándose, irreconocible.
El monarca de aquél tiempo ordenó perseguir a los sihiri que al verse amenazados, se unieron a Zander para luchar contra los al'ada, muchos sihiri fueron asesinados de forma totalmente arbitraria, la sangre de hombres, mujeres y niños bañó las calles de la capital, provocando el inicio de una guerra que se extendió al resto del reino y que duró veinte largos años.
Zander guio a los suyos durante la batalla, tratando de provocar las menores bajas posibles pues ellos no querían herir, sino un mejor trato por parte de los al'ada. No funcionó, miles de activos de ambos bandos perecieron, y otros tantos sihiris se exiliaron.
Esta guerra se dio por finalizada con la firma de la Paz de Zaman, sin embargo, los sihiri ya no serían bienvenidos en Sereia, provocando que todos se trasladasen a la isla de Helah, dividiendo el país y creando dos nuevos.
En Sereia continuaron gobernando los Moorhill, unos al'ada muy poderosos, que llevaban en el poder desde que se recuerda.
En Helah, se debieron construir ciudades amuralladas para protegerse de las criaturas que allí habitaban, cada una tenía un gobierno independiente que se comunicaba con los del resto de ciudades
Doscientos de años más tarde este hecho se sigue recordando, y las tensiones entre ambos pueblos siguen siendo notables, aunque no tuviesen ningún tipo de relación entre ellos.
Lo que se sabía era que si un sihiri era visto en Sereia, sería encarcelado, juzgado y probablemente sentenciado a muerte, mientras que por otro lado no se sabía lo que le podía pasar a un al'ada en Helah puesto que nadie había tenido el valor suficiente como para atreverse a cruzar el estrecho que hacía de frontera natural e investigar la isla.