Aquella tarde no comió, subió directamente a su habitación y se tumbó en la cama, sus padres no habían vuelto aún, así que no la molestarían.
Treinta minutos antes de tener que ir con Seth empezó a prepararse, se puso los zapatos y antes de levantarse, suspiró “venga, distraerme, me sentará bien”, bajó las escaleras y cuando estaba por salir, su madre la llamó.
—Cal, ¿a dónde vas?
Se había dormido tan profundamente que no se había enterado de la llegada de Izal, se fue a la cocina para hablar con ella.
—He quedado con un amigo.
—¿Y vas a ir así? —la mujer analizó la ropa de su hija —deja que te lo arregle.
—Mamá, voy a llegar tarde, déjalo, qué más da.
—No da igual, seguro que Nesta va siempre arreglada.
¬—No me importa, me voy, adiós —no esperó a que Izal contestase antes de cerrar la puerta.
Tuvo que esperar a que el ascensor subiese, ya que vivía en el último piso de un gran edificio, como casi todos en Xusan, cuando llegó al portal saludó al portero y se dispuso a ir al lugar donde había quedado con Seth.
Iba mirando el móvil y se disponía a cruzar cuando alguien le agarró del brazo y tiró de ella, levantó la vista hacia la carretera y vio un coche pasando a toda velocidad.
—Como sigas caminando así vas a conseguir que te maten —le dijo Seth sin soltarle el brazo.
—Gr.… Gracias.
—No hay de que, ¿Nos vamos? —propuso el chico.
—Sí, venga vámonos —guardó su móvil en el bolsillo y comenzó a caminar.
Por el camino fueron hablando y bromeando, era cierto que tomar el aire le sentaba bien, cada vez se sentía más relajada, cuando llegaron, en uno de los merenderos había una mesa llena de comida.
—¿Qué es esto? —preguntó Cal.
—Una merienda —dijo él con tono como diciendo “¿no es evidente?”.
—No, si eso ya lo sé, pero ¿por qué la has preparado?
—Pues porque por mucho que lo niegues no estás bien, y he pensado que esto podría ayudar a que te animases un poco.
Este gesto conmovió a Cal, que no pudo evitar darle un abrazo.
—Gracias.
—No hay de qué —respondió Seth devolviéndole el abrazo —somos amigos, ¿no? Estamos para ayudarnos, venga, vamos a comer.
—Sí, venga vamos.
Comieron todos los dulces y frutas que Seth había traído, había algunos que Cal no había probado nunca, pero disfrutó cada bocado.
—¿De dónde has sacado todo esto?
—Lo he comprado.
—¿Dónde?, hay muchas de estas cosas que… —Seth le cortó poniéndole una mano en la boca, y con acercando la otra a la suya con un gesto de “cállate y no hagas ruido”.
—¿Qué pasa? —susurró Cal, el chico no contestó.
Seth se levantó y caminó hacia una zona plagada de plantas y matorrales.
Nada, el ambiente estaba tenso y bajo un silencio sepulcral. Hasta que de entre las ramas emergió una figura enorme y peluda que se abalanzó sobre el chico, parecía que Seth no tenía nada que hacer contra el que parecía un cánido gigante.
Seth forcejeaba como podía contra la criatura, de su boca crecieron unos colmillos que se hundieron en la piel del chico que gritó de dolor.
Cal cogió unas rocas del suelo, trató de acertar a darle a la criatura, pero las pocas que acertó no le hicieron cosquillas a lo que parecía un gran perro con colmillos, decidió coger un cuchillo para intentar atacar, ahora que estaba distraído con Seth, pero mientras se acercaba unos rayos surgieron de la nada, estos cayeron sobre la criatura, dejándola tirada sobre una gran mancha negra que se había formado en el suelo, y tiró a Cal al suelo, haciendo que se golpease la cabeza.
La chica trató de levantarse, estaba en shock y su cuerpo estaba dolorido por el golpe, eso hacía que sus movimientos fuesen lentos, no entendía lo que acababa de pasar, estaba concentrada en su dolor físico, cuando de lejos vio una figura inerte en el suelo, rodeada por un charco de sangre, algo en su cabeza encajó “Seth”, el chico también había sido impactado por el rayo y yacía tumbado en el suelo.
—Madre mía, madre mía, Seth, ¿estás bien? —dijo Cal muy alterada.
—Sí, tranquila, estoy bien —contestó incorporándose —tú, ¿cómo estás? ¿Estás herida?
—E... Estoy perfectamente, me duele un poco la cabeza por el golpe, pero bien — observó la herida que la criatura le había hecho a su amigo —Seth, tu brazo.
—No te preocupes —dijo él quitándole importancia —es menos de lo que parece.
—¿Sabes qué ha sido eso? —preguntó Cal asustada.
Seth se quedó en silencio, se le notaba nervioso, ahí es cuando Cal se dio cuenta, el chico solo tenía una notable herida, que sangraba, producto de su forcejeo con la criatura, pero se podía notar la palma de la mano enrojecida por una quemadura, Seth se dio cuenta e intentó esconderla.
—Cal puedo explicarlo, por favor no te asustes.