Las tropas subieron al barco, acompañados de los soldados mejorados por el doctor. El jefe de los guardias se giró a hablar con la reina.
—Mi señora le prometo que esta vez cumpliremos con nuestra misión.
—Claro que lo harás y yo me aseguraré de ello —trató de pasar pero el gran hombre estaba en medio —apártate, estás bloqueando el paso.
—No, no puedo permitir que se embarque en una misión tan peligrosa.
—No necesito que me dejes, ahora apártate a menos que quieras que te lance por la borda —amenazó la reina.
El hombre obedeció más órdenes de la mujer que subió al barco poniendo rumbo a Helah.
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Zander se reunió con Dancen, Dhara, Ryuu, Seth y otras personas que Cal no conocía.
Zander les estaba contando su plan para vencer a la reina, del cual Cal no sabía nada, ella tuvo que quedarse fuera esperando a que saliesen, captando pedazos de una conversación que no entendía.
—Rush zush Dhara kom åbib … dzhal zha bågib —escuchó decir a Zander, muchas voces se escuchaban todos a la vez impidiendo que Cal escuchase.
«Que más da, de todos modos no iba a entender nada» pensó la chica que se apoyó en una de las paredes, dejando escapar un suspiro. Esperó un largo rato hasta que salieron y se fue con Dhara a dar un paseo, notó algo raro en la chica, no estaba alegre y su tono de piel había adquirido un tono más pálido.
—¿Pasa algo? —preguntó a la pelirroja.
—No, nada estoy bien, es solo que el plan no me gusta mucho.
—¿Cuál es?
—No te lo puedo decir.
—¿Pero por qué no podéis contarme nunca nada? Es mi visión, fui yo quien la tuve y me afecta lo que va a pasar.
—No te lo puedo contar Cal.
—Pero…
—Relájate a ti en la visión no te sucedía nada, seguías viva y entera, eso quiere decir que nos salvarás a todos.
—Ya pero…
—¿Pero qué?
—¿Y si no puedo salvar a todos? —preguntó con la mirada gacha.
—Unas pocas vidas pueden ser el precio para poder llegar a tener un mañana mejor.
—Pero tú… —Cal trataba de contener las lágrimas
—Ya entiendo —agarró la mano de Cal y la guió a un banco donde se sentaron y hablaron —las visiones sobre el futuro son algo ambiguas, el futuro no es algo escrito, lo que has visto es uno de los posibles futuros, así que no te preocupes lo podremos cambiar y lo cambiaremos —agarró la barbilla de cal para que la mirase y posó un suave beso sobre sus labios.
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Dos días después los barcos llegaron a las costas de Helah, al mismo sitio donde la anterior partida había desembarcado.
Caminaron hasta llegar a un claro donde la tierra totalmente negra estaba abultada, caminaron entre árboles secos, una pequeña niña salió de la nada.
—¿Vais a hacerme daño? Mi mamá me dice que sí, pero yo creo que podemos ser amigos. ¿Queréis ser mis amigos?
La niña comenzó a andar hacia los soldados, uno de ellos, asustado,caminó hacia atrás tropezando y cayendo, desgarrando la tierra, dejando a la vista el cadáver de uno de sus compañeros.
—Vuestros amigos intentaron hacerme daño, pero sé que vosotros no, ¿verdad? —Los soldados levantaron sus armas.
—¡Todos quietos! ¡Bajad las armas! ¡Ahora! —gritó la reina, los guardias obedecieron.
La mujer se acercó a la niña, se agachó para quedar a su altura y le habló.
—Ellos intentaron hacerte daño ¿verdad?
—Si —respondió la niña haciendo un puchero.
—Yo no lo haré, pero ¿puedo hablar con tu madre?
—Si, pero ellos no pueden venir .
—Ya habéis oído, no os mováis de aquí.
—Pero mi señora… —dijo el jefe de los guardias, pero no sirvió de nada ya que la reina había empezado a caminar con la pequeña.
La guió por el bosque hasta llegar a un estanque rodeado de altas rocas cubiertas de maleza.
Se sentaron en la orilla y de entre la maleza surgió una mujer tan alta como uno de los árboles de aquel bosque, tan delgada que se la podría haber confundido con un esqueleto, con una larga melena negra que cubría su rostro, y un vestido plateado que parecía hecho de agua.
—¿Qué te he dicho de hablar con extraños? —le gritó a la niña.
—Pero mamá ella no quiere hacerme daño.
—¿A si? —se agachó para mirar a la reina —¿qué es lo que quieres entonces? —la mujer pudo ver los dientes putrefactos del ser, que emitían un pestilente olor.
—Quiero destruir a los sihiri, he traído un ejército conmigo, pero no somos suficientes, así que vengo en busca de ayuda.
—¿Y cómo sabes que yo quiero destruirles?
—Porque si no estuviese enemistada con ellos, no se escondería aquí ni le diría a su hija que no se acercarse a desconocidos que le harían daño.