El ejército se acercaba a la ciudad, las pisadas de miles de soldados se oían en el interior de los mudos de Garin, donde empezaban a prepararse para la inevitable lucha que dentro de poco iba a comenzar.
—Fach undä fang zhikil oi zhush! (¡Quiero a treinta soldados allí!) —gritaba Dancen, dando órdenes y movilizando a todos los ciudadanos de Garin —Bu foch dmujev shång fu! (¡Bloquead las puertas!).
Todo era un caos, la gente intentaba ayudar y mantener la calma, pero después de lo que ocurrió con Eris, que era una ciudad más grande y con mejor defensa que Garin, se notaban los nervios y el miedo en el ambiente.
Pero los esfuerzos no fueron suficientes, los muros y las barricadas fueron destruidos por los gigantes que seguían las instrucciones de la reina. Todo quedó en silencio, con la caída del muro se levantó una gran nubareda de polvo, todos se quedaron inmóviles, no se veía nada.
Una figura emergió de entre la nube, la reina se paró frente a los ciudadanos de Garin, que la miraban estupefactos.
—Bu pak jzhu! (¡Preparaos!) —Gritó Dancen.
Todos se prepararon para atacar, el ejército de la reina se colocó a su espalda, esperando órdenes, la reina sonrió.
—Buenas queridos ciudadanos de Garin —analizó a la multitud buscando a Cal —como ya sabréis he venido buscando a Cal Morris, sé que se encuentra aquí y que vosotros la protegéis, o al menos vuestro líder lo hace. Hoy me siento generosa, así que os voy a dar una última oportunidad, tenéis cinco minutos para traerme aquí a la chica.
Cal, Dhara y Seth observaban esto escondidos tras un edificio, Zander se acercó a los chicos sin ser visto por la monarca de Sereia.
—Cal, tienes que irte.
—No puedo hacer eso, no os voy a abandonar.
—Cal, sabes que eres la única que puede salvarnos, pero no estás lista aún.
—Tic tac, tic tac, el tiempo pasa y todavía no veo a la chica —avisaba la reina.
Nesta, quien se había separado del grupo poco antes de que la reina llegase, se acercó al cuarteto.
—No te vayas.
—¿¡Estás loca?! ¿¡Cómo se va a quedar aquí?! —exclamó Zander, pero no lo suficientemente alto como para qué la reina o sus secuaces le escuchasen.
—¿Cómo estás tan seguro de que no está lista? Puede que no controle sus poderes, pero cuando los habéis necesitado han aparecido.
—En eso tiene razón —dijo Seth —Cal no sabe usar sus poderes, pero cuando necesitábamos encontrarte nos ayudaron, y la salvaron del om.
—Se acabó el tiempo —anunció la reina, sonrió y ordenó —matadlos a todos y traedme a la chica.
Así comenzó la batalla, de nuevo al’adas contra sihiris, Seth, Dhara y Zander se fueron a luchar con los suyos, mientras Cal y Nesta corrieron a buscar un lugar donde esconderse.
En el campo de batalla, los shiris eran alcanzados por proyectiles mientras trataban de utilizar sus poderes para defenderse. Las casas ardían a medida que las tropas de la reina avanzaban por la ciudad, dejando un reguero de sangre a su paso.
Un gigante perseguía a un grupo de niños, pero cuando estaba a punto de alcanzarles, Ev se interpuso, usando todas sus fuerzas trató de frenar al enorme ser, mientras forcejeaban los músculos de Ev comenzaron a desgarrarse, haciendo que este soltara un alarido de dolor, pero eso no le frenó, continuó usando todas sus fuerzas para frenar al gigante, pero no lo soportó, llegado el momento sus huesos también comenzaron a romperse.
—Me da igual el dolor y todo lo que me cueste, acabaré contigo —le dijo al gigante, y tras soltar otro alarido de dolor hirió de muerte al gigante, quedando ambos tendidos en el suelo.
Ev se levantó como pudo y caminó con los niños en busca de un lugar seguro donde esconderles, pero un edificio se derrumbó, dejando una de las piernas de Dancen atrapadas.
—Dejadme aquí, encontrad un sitio que sea seguro y quedaros allí hasta que todo haya acabado.
Dancen corría por las derruidas calles de Garin, tratando de ayudar a todo el que encontraba, pero pronto se vio rodeado por un gran grupo de guardias que saltaron sobre él hiriéndole, pero pudo zafarse y huir, aunque perseguido fue capaz de darles esquinazo.
Corriendo se topó con Seth y Dhara quienes utilizaban sus poderes para derrotar a un grupo de sihiris que se habían unido a la reina y que amenazaban con acabar con sus vidas, pero los chicos resistían, Dancen se acercó a ayudarles, pero eran demasiados para ellos tres, así que fueron capturados y llevados hasta la reina.
La mujer estaba rodeada de restos de edificios, sangre y cuerpos sin vida, sin duda ellos no eran los primeros que llevaban allí.
—Bueno, bueno, por fin nos vemos las caras —dijo acercándose a Dancen y agarrando su mandíbula para hacer que este le mirase a los ojos —empezaremos contigo.
Se lo llevaron a una de las casas, la habían saqueado y habían decidido dejarla intacta para hablar allí con los prisioneros. Le pusieron de rodillas delante de una silla en la que se sentó la reina.