Cal se levantó para mirar a los ojos de la pelirroja, temiendo que esa fuese la última vez que viese los iris azules de Dhara.
La reina levantó el cuchillo, pero fue interrumpida cuando un rayo cruzó el cielo para acabar cayendo entre el público, sobre un chico de pelo negro, esto le dio a Cal su oportunidad para salir corriendo y subir a la tarima.
Todos miraban perplejos a la chica que subida al escenario, se había interpuesto entre la reina y la condenada.
—¿Se puede saber qué hacéis? Atrapadla —ningún guardia respondió a la llamada de la reina.
Cal empujó a la monarca, quien cayó, quedando en el suelo, totalmente perpleja.
—Yo soy Cal Morris, y esta —la chica levantó un viejo libro —es la verdad sobre lo que ocurrió en la gran guerra —el público murmuraba confuso.
—¿Qué dice? —dijo uno de los asistentes
—Está loca —exclamó otro.
—¡Que alguien la detenga! —reclamaron, pero nadie acudió a su llamada.
La reina intentó levantarse, pero Zander había desatado a los detenidos, que ahora sujetaban a la reina. Cal abrió el libro y comenzó a leer.
—Día 43 de flank del año 1874. Hoy un sihiri llamado Zander ha amenazado mi reinado, ha llamado a filas a los suyos porque no quiere realizar los trabajos que los de su clase deben realizar. Temo una insurrección, así que he ideado un plan que acabará con él.
El público murmuraba y gritaban indignados, reclamando que Cal fuese ejecutada.
—Día 1 de asif del año 1874. Hoy he puesto en marcha mi plan, hemos seleccionado a unos jóvenes de los barrios bajos para inyectarles unas sustancias con el objetivo de crear unos súper soldados que puedan vencer a los sihiri —pasó la página y siguió leyendo —Día 4 de asif del año 1874. El experimento ha salido mal, los sujetos han fallecido de una forma horrible, pero aún así ayudarán a la causa, mía guardias colocarán los cuerpos en algún punto de la ciudad, alguien los encontrará y culparemos a ese tal Zander.
Todos estaban en silencio, ninguno de los allí presentes se atrevía a decir nada. Se escuchó un fuerte estruendo en el bosque, de entre los árboles salieron los guardias mejorados de la reina, que fijaron su mirada en Cal y se abalanzaron sobre ella.
En ese momento el poder de Cal se despertó, una fuerte luz blanca emanaba de su pecho, manos y ojos,repeliendo el ataque.
Una criatura de forma humanoide apareció detrás de ella, repitiendo las mismas palabras que le había dicho a Cal meses atrás y uniéndose con la chica lograron un poder tan potente que eliminó a todos los súper soldados en un instante, la guerra estaba ganada, la reina quedó perpleja ante el poder de Cal, pero no quería perder así que agarró el cuchillo y lo clavó en uno de los shiri que la tenían agarrada, condenándole a un fatídico destino. Los otros sihiri le quitaron el arma, lanzándola lejos del alcance de la mujer, ella y sus guardias fueron detenidos.
Cal cayó, Dhara, Seth y su padre fueron a socorrerla, esa sobrecarga de poder había dejado sin energía a la chica, que abrazó a sus seres queridos.
—Parece que ha salido todo bien —dijo Dhara agarrando a Cal por la cintura.
—Eso parece, pero todavía queda mucho trabajo por hacer —contestó la otra chica pasando un brazo por los hombros de la pelirroja.
Muchos de los allí presentes abrieron los ojos, vieron que los que siempre habían considerado buenos no lo eran tanto y se unieron a Cal y los sihiri para liberar a su pueblo del gobierno de una familia que había condenado al destierro a todas aquellas personas que tenían un poder extraordinario.
No fue una batalla larga, ni hubo muchas pérdidas para ninguno de los bando, Alaviv se podría decir que estaba unido de nuevo, pero no era tan fácil, tanto al’adas como sihiris tenían prejuicios hacia los otros, y una reunificación total iba a tardar muchos años.
﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌
Habían pasado dos meses y la situación comenzaba a estabilizarse.
Cal y Dhara fueron a los calabozos, se posicionaron delante de la celda más apartada.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Cal.
—No me quedó otra —la voz ronca de Nesta contestó desde el fondo de la celda.
—Pensaba que éramos amigas —una lágrima caía por la mejilla de Cal, Dhara al darse cuenta de esto agarró su mano —eras mi mejor amiga, prácticamente como mi hermana.
—Sigo siéndolo —Nesta se acercó a las rejas para mirar a Cal más de cerca.
—No, dejaste de serlo en el momento en el que me vendiste a la reina.
—Ese era el plan de su majestad desde el principio, juré lealtad y debía cumplir mi palabra. Pero seguimos siendo amigas, las mejores —afirmó con una siniestra sonrisa cruzando su rostro.
Cal comenzó a caminar hacia la salida, dejando a Nesta gritando furiosa, las marcas de su cara se hicieron cada vez más notables y sus ojos se pusieron negros. Pero la pareja no se fue, sino que pararon en otra celda, en esta dos mujeres estaban sentadas en el suelo.
—Hola —saludó Cal.
—Hola —contestó una mujer rubia con el pelo en la cara.