Especial Navidad 2022

—Venga, Cal, corre que vamos a perder el barco —decía Dhara mientras tiraba del brazo de Cal para que corriese.

Iban a viajar a Helah para pasar allí la primera semana de Yama, último mes del calendario sihiri, y ver caer las primeras nieves.

Debido a su geografía, en Sereia nunca había temperaturas extremadamente bajas, así que Cal nunca había visto caer del cielo ese agua solidificada que provocaba la creación de tan hermosos paisajes.

—¡Todavía queda una hora! —gritaba Cal, intentando evitar ser arrastrada —¡y aún tenemos que esperar a que lleguen los demás!

—Oh, es verdad —Dhara se paró en seco haciendo que Cal se chocase contra ella y ambas cayesen al suelo.

Entre risas se levantaron, y más tranquilas caminaron hacia el puerto, tal y como había dicho Cal, nadie había llegado todavía.

—Bueno, es mejor esperar que esperar —comentó Dhara sonriendo y acercándose al muro, que protegía a los transeúntes de caer al mar, para disfrutar de la brisa marina, Cal no pudo evitar fotografiar aquel momento.

—¿Qué haces? —preguntó Dhara fingiendo estar ofendida.

—Sacarte una foto, ¿no puedo?

—Depende, enséñame cómo he salido —agarró el teléfono de Cal para ver la imagen —te la puedes quedar.

—Tu también podrías tenerla si me dejases comprarte un teléfono.

—No hace falta, en Helah somos más de mandar cartas..

—¿Seguro que es eso y no que no sabes usarlo? —bromeó Cal, sonriendo al ver como su novia fruncía el ceño.

Dhara se dio la vuelta para volver a apoyarse en el muro y ver el mar, respiró hondo y sonrió mientras miraba los barcos, Cal se puso a su lado, agarrándola por la cintura y dándole un beso en la mejilla.

—Este lugar me trae muchos recuerdos —comentó —cuando era pequeña, mis padres, me traían a pasear, cuando conocí a Nesta hicimos una especie de tradición de venir aquí todas las tardes después de clase —sus ojos empezaron a humedecerse —hacía años que no lo hacíamos porque estábamos muy ocupadas.

El momento en el que a Cal se le quebró la voz, Dhara, la abrazó todo lo fuerte que pudo.

—Cal, cariño, por favor no llores —trató de consolarla.

—Estoy bien, estoy bien —dijo secándose una lágrima que caía por su mejilla —me he puesto algo nostálgica, nada más.

Se quedaron allí un rato, bromeando y hablando, pero sobre todo intentando que Cal no pensase en su difunta amiga.

El primero en llegar fue Nale, el padre de Cal, que antes de ir al puerto había ido a visitar a su esposa a los calabozos.

—¿Cómo está?

—Como siempre, no ha querido dirigirme la palabra.

—Ya se le pasará, seguro que es es shock inicial, pronto todo volverá a ser como antes —Dhara trató de levantarles el ánimo.

—Eso espero, gracias —respondió Nale con una sonrisa triste —¿dónde está Seth? No queda mucho para que salga el barco.

—No sé, deja que le llame —dijo Cal alejándose.

—Estoy de camino —contestó el chico.

—Hola a ti también, ¿te queda mucho?

—No, no, me quedan como diez minutos —venía corriendo, se le notaba en como respiraba.

—Vale, no te mueras por el camino.

Volvió hacia donde Dhara y Nale conversaban.

—Ya llega —anunció.

Seth no había mentido, llegó en menos de diez minutos, sudando y sofocado, tuvo que descansar unos minutos para poder recuperar el aliento.

Una vez en el barco, dejaron sus cosas en el camarote que les proporcionaron y se situaron en la proa, para que la brisa y alguna gota de agua marina impactase en su rostro.

En el puerto de Helah les esperaban Dancen y Ryu, el hermano de Dhara, para llevarles hasta Garin, ya en la ciudad, saludaron a todos los amigos a los que hacía mucho tiempo que no veían.

Ev estaba alejado de la multitud, hablando con un hombre, que no sería mucho mayor que Nale,

Seth se acercó a ellos, pero el hombre le miró con desprecio y se fue.

—Ya hak o min pli, zha ajsa ju (No le hagas caso, no fue culpa tuya) —trató de consolarle Ev.

—Ahnk shzi (Lo sé). (traducir a chingbe) —respondió Seth con voz triste.

Los hermanos se abrazaron para reunirse con el resto del grupo, Dhara se acercó y abrazó a su amigo.

—Estoy bien, estoy bien —decía el chico devolviéndole el abrazo.

Cal no preguntó, parecía un tema sensible y no quería hacer que Seth se sintiese mal.

Todo el pueblo decoraba Garin con cintas de papel y adornos hechos con hojas y palos, a Cal le recordó a las aldeas de los cuentos que leía cuando era pequeña, se integró al completo, haciendo todas las tareas que le encomendaron, al cabo de un rato estaba agotada, por suerte para ella, el resto habían sido más rápidos y habían acabado todo el trabajo.

Cal se dio un baño y se puso la ropa que Dhara había dejado encima de su cama, era un vestido blanco, largo y con cristales, simulando ser copos de nieve, no fue capaz de ponérselo.

—¡Dhara! —exclamó —¡ayúdame que no me puedo poner esto!

—No hace falta que grites ¿sabes? —dijo entrando a la habitación —ven que yo te ayudo —rio al ver la imagen de Cal atrapada en el vestido.

—¿Qué celebramos?

—La caída de las primeras nieves, ya te lo he dicho.

—Ya, pero ¿por qué hay que arreglarse tanto?

—Porque es una gran fiesta —Cal le lanzó una mirada asesina, quería que su curiosidad fuese saciada y que Dhara dejase de dar rodeos —la nieve en Helah cae únicamente durante cinco días al año, aunque se mantenga durante todo el mes, así que nos ponemos nuestras mejores galas para recibirla.

—¿Y ya? —a Cal le decepcionó la respuesta.

—¿No te gusta?

—Emm si, pero me esperaba algo más profundo.

—Vale, me has pillado, cuando los sihiri fueron expulsados de Sereia, consiguieron sobrevivir porque las nieves hicieron que los depredadores buscasen refugio, dándoles tiempo para construir murallas y pueblos para protegerse, al año siguiente se reunieron para recordar a aquellos que perdieron y, según cuenta la leyenda, que mandaron la nieve para proteger a aquellos que amaban. ¿Contenta? —miró a Cal, que la observaba como un niño al que le acaban de contar un cuento.