Crónicas de Anthir: Coronas y Corazones

Amigos

Los primeros destellos del sol atravesaban la sombría cortina de nubes grises y una suave brisa se paseaba por el campamento haciendo tambalear las tiendas en aquel campo. En unas de ellas se encontraban Arktruim y Lakan conversando.

—Creo que alguien logró impresionar a Miroth —indicó Lakan mientras preparaba un suculento desayuno.

—Sí, también lo note desde mis filas. Nunca he visto a Miroth comportarse tan amigablemente con alguien. No hay ninguna duda de que aquel niño mostró algo que pocos tienen —respondió el rubio guardián ajustándose su cota de cuero.

—Creo que tendremos que fisgonear y ver de qué se trata —esbozó una sonrisa.

—¿Y tú, que dices? —Arktruim enarcó una ceja—. Te has apegado bastante a los hombres de aquí, pero no te culpo, también me están empezando a caer bien. Creo que después de todo nuestro padre no estaba equivocado. Algunas personas poseen algo… diferente.

—Tienes razón, algunos te pueden enseñar muchas cosas —dijo pensando en Harv.

—Me cuesta admitirlo, pero esto se siente bien. Creo que después de todo, no solo nacimos para matar y cuidar los que nos rodea. Creo que somos más que simples leyendas y asesinos.

—Suena agradable Arktruim, pero somos Guardianes, nacidos para un solo propósito —dijo encogiendo los hombros.

—Los aspirantes a tu cargo no parpadeaban ningún solo instante cuando hacías tu demostración y tampoco recuerdo haberte visto tan emocionado —dijo Arktruim dándole una fuerte palmada en la espalda.

—¡Ya cállate!, creo que te has vuelto bastante blando —alegó lanzando una sonrisa burlona.

—Todavía sigo siendo aquel temible guardián de los cielos hermano —respondió con semblante serio.

—Dejando de lado lo nuestro. —Endureció el rostro—. Pude escuchar por las noches algunos relatos del duro trato que Miroth dio a su grupo de aspirantes, incluso ha herido a algunos y muchos han desertado por no pasar una prueba que llevó a cabo el primer día. El rey pidió una reunión con él y creo que deberíamos estar allí, no sabemos cómo puede actuar. ¿Nuestro hermano sigue siendo todo un enigma, no? —Lakan dio un largo sorbo a la sopa.

—Realmente es un ser indescifrable.

En eso uno de los caballeros del rey entró apresuradamente en la carpa con el semblante pálido.

—Guardianes, están atacando en la zona norte donde se encuentran las tiendas del rey y su familia, ¡los necesitamos!

Ambos se miraron mutuamente y salieron de la tienda. Subieron a sus monturas y se dirigieron al lugar.

Las tiendas blancas estaban manchadas de sangre y la mayoría de ellas fueron violentadas. Testigo de ello eran las rasgaduras que estos presentaban y los utensilios se encontraban dispersos por todos lados. En aquel instante ven a un grupo de caballeros peleando junto con el Rey Narantriel. Galoparon hacia la gresca, bajaron de sus caballos aún estando en movimiento y se sumaron a la batalla. La presencia de ambos dieron un vuelco a la situaciones, tanto Arktruim como Lakan acababan con sus enemigos sin misericordia alguna, dejando fluir su verdadera naturaleza. Ya no parecían seres racionales, en sus miradas se denotaba satisfacción, hacían danzar sus letales armas despedazando a todos aquellos que se encontraban cerca mientras esbozaban macabras sonrisas. En aquel momento se convirtieron en temibles guerreros sedientos de sangre.

Observando esto, la moral de los hombres empezó a recuperarse lanzándose aún con más fuerza, haciendo que, las fuerzas enemigas fueron cediendo.

Mientras la sanguinaria gresca continuaba, vieron salir desde las sombras de los árboles a un misterioso hombre; se trataba de aquel que había vencido a Arktruim y Lakan. El encapuchado estaba acompañado por tres combatientes de aspectos igual de inquietantes; portaban armaduras oscuras, uno llevaba consigo una larga espada que lo empuñaba con ambas manos, otro poseía filosas dagas y, por último, el que tenía mayor altura tenía una lanza con una punta platinada escalofriante.

—¡Al bosque! —ordenó a lo lejos el líder. Los soldados de prendas oscuras se retiraron rápidamente del campo adentrándose en el espeso follaje—. Solo deseo entablar una mera discusión con el Rey y sus queridos guardianes. —Bajo su capucha se dibujó un rictus escalofriante.

Narantriel bajó ofuscado de su corcel y se dirigió con ímpetu hacia estos cuatro extraños. Detrás de él lo seguían Arktruim y Lakan.

—¡Qué crees que haces!, vienes a matar a mis soldados, destrozas nuestro campamento y deseas hablar. Creo que lo discutiremos de otra manera —exclamó y apuntó con su espada.



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En el texto hay: misterios, caballeros y espadas, guerras y pasiones

Editado: 09.11.2019

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