El índigo firmamento se hacía presente aquel día, las nubes con sus diversas figuras teñían el cielo, y las aves daban vida al hermoso paisaje. Una suave ventisca acariciaba a todo ser, los árboles tambaleaban de lado a lado con sus verdes hojas al igual que las coloridas flores de diversas especies que minaban la extensa región. Toda la naturaleza danzaba al compás del viento.
—No hay nada más apacible que admirar un milagroso paisaje como este, sin dudas el alma se renueva —señaló el rey mientras estiraba su cuerpo para distenderlo.
—Tienes razón, sin dudas es un regalo inconmensurable de parte de nuestro creador.
—Estás equivocada Sophitia —dijo el rey tomándole de las manos y mirándolo a los ojos—. El regalo más grande sobre la faz de la tierra eres tú.
La mujer al escuchar estas palabras se sonrojo y regalo una inocente sonrisa a su esposo. No cabía duda que ella le daba la paz que tanto necesitaba, solo bastaba una mirada suya para apaciguarlo y ablandar aquel duro corazón.
Klurc, el caballero más apegado al rey entró bruscamente interrumpiendo el sublime momento, seguidamente realizó una reverencia hacia la reina.
—Mis disculpas mi reina, pero necesito hablar con el rey… a solas.
Sophitia se despidió de su amado con un beso en los labios.
—¿A qué se debe tanto apuro caballero? —interrogó Narantriel un poco malhumorado.
—Recuerda que hoy se da a conocer la primera prueba. Todas las tropas ya están en formación esperando sus órdenes.
—¡Por los cielos!, ¡preparen mi armadura! —gruñó—. ¡Tú! —gritó a unos de sus guardias que custodiaba la entrada—. ¡Alista mi caballo!
—Esa mujer si que te hace olvidar de todo —dijo Klurc con un tono burlón.
—Ya cállate y pásame rápido la armadura. Admito que tienes razón, así son las buenas mujeres mi querido amigo —manifestó esbozando un pícara sonrisa.
Klurc dio una mano al rey ajustando su reluciente armadura, luego ato aquella inconfundible capa roja con adornos en oro en los bordes.
—Es una armadura imponente —señaló dando un silbido.
—Me gustaría ir con un simple atuendo. Esta coraza conlleva un gran esfuerzo físico, me ha llevado años manejarla y saber luchar con ella pero, sin dudas, es un honor tenerlo puesto. —Golpeó su cota con energía—. Ahora que estamos listo ¡Marchemos!
El rey y Klurc se dirigieron a la llanura, lugar en donde se iba a dar a conocer la primera prueba.
Al ver aquella capa flameante que subía la planicie todos empezaron a levantar sus armas, ¡Es el Rey! exclamaban algunos, ¡Que viva el rey! Todos los admiraban. Cuando miraron al otro lado de la colina, veían como se acercaban tres jinetes.
Los guardianes empezaron a ascender y de vuelta el bullicio se hizo presente. ¡Larga vida a los guardianes! cada uno halagaba a su mentor. ¡Ahí va Lakan el asesino de bestias!, ¡el imbatible! ¡Miren a Arktruim, el que todo lo ve!, ¡sin dudas es el más veloz! Y por último con su inconfundible cabellera grisácea, ¡Admiren a Miroth el más letal de todos! el jolgorio era estruendoso y los ecos de los alaridos transmitían coraje y valentía.
—¿Que les parece? La moral de sus hombres hace temblar todo a su paso —dijo Narantriel con orgullo.
—Años de entrenamiento, quien no estaría eufórico de demostrar lo que vale —acotó Lakan acomodando su espada.
—La ansiedad es demasiada, puedo sentirlo. Llegó el momento de llevar a cabo todo lo que han aprendido —indicó Arktruim mientras miraba a la masa inquieta de hombres.
—Ahora veremos si sus enseñanzas dieron sus frutos queridos guardianes y caballeros. ¿Tú Miroth que piensas?
—Es solo el comienzo, veremos más adelante si siguen con el mismo entusiasmo —mencionó con suma seriedad.
—Muy alentador como siempre Miroth pero… tienes razón. —El rey encogió los hombros—. Veo que cada uno posee su propio estandarte según nuestras tradiciones. Muy bien señores, llegó la hora de hacer la presentación de las tropas.
Con el paso del tiempo, las tropas fueron consolidándose poco a poco y cada grupo empezó a pulir sus cualidades. Las tropas de Arktruim adoptaron el nombre de los Hawkscland, el símbolo que llevaba su estandarte era la de dos espadas cruzadas y un águila en la parte superior. Estos se caracterizaban por su velocidad, precisión y agilidad.