Crónicas de Gladius: Crucis

18. Armas

Las calles de Milán sorprendían a la joven, quien por primera vez estaba en Italia; graba en su memoria cada detalle, olor y sonido que venían hacia ella. Al cabo de algunas cuadras llegan a una tienda elegante que vendía espadas como objetos de colección para los humanos y en el caso de los gladius para usarlas en la caza. La tienda pertenecía a la familia Fodero, un clan neutral de centro. Allí fueron atendidas por Indrikus Fodero, quien tras ver a Sarah le da un saludo lleno de admiración y respeto. A medida que iban recorriendo la tienda éste ayudó a la joven a conseguir algunas espadas de distintos tipos del mundo, tamaños y hojas. Le iba explicando con lujo de detalles las formas en las que se podían ocultar y como podrían ser usadas, algunas en particular tenían funciones específicas debido a que la hoja estaba diseñada específicamente para matar a ciertos oscuros, ya que las pieles de ellos eran más duras que las normales. Sarah no dejaba de admirar al cazador de veintitrés años, quien medía un metro ochenta y tres; cabellos del color de negro, el cual llevaba trenzado; piel blanca y ojos almendrados. Pero una de las cosas que más le llama la atención fue que nunca dejó de mostrar admiración hacia ella.

—Alguna de las mejores espadas que han existido han sido creadas por los Crossrose. —Indrikus le da una sonrisa a la joven mientras le mostraba una katana. —Estoy ansioso y espero tener la vida suficiente para poder ver alguna espada hecha por ti. Me pregunto cómo serán. —Sarah miraba como el cazador acariciaba la hoja como si fuera la cosa más delicada del mundo. —¿Te gustaría saber cuál es la espada más mortal que ha existido? —La joven asiente. —Es una que pertenece a los Crossrose y su diseño está inspirado en varias espadas. Dicen los rumores que tiene una vaina y empuñadura blanca como la nieve y una hoja bastante particular. ¿Alguna vez tuviste la ocasión de verla? —Le pregunta a Eara.

—He escuchado de ella, pero nunca he tenido la ocasión de verla. Según dicen los rumores los que la han visto en acción han terminado muertos. Sin embargo, hay un pequeño número que no perdido la vida y tendían a ser aquellas personas que eran de confianza para un Crossrose.

—Esa espada sólo puede ser usada por un Crossrose. Si alguien llegara a robarla tendría que abandonarla debido a que se pone muy pesada y porque la espada ya le habría avisado a su dueño que estaba siendo sustraída. —Agrega Indrikus mirando a la joven.

—Eso suena como si fuese una espada mágica. — Sarah estaba curiosa.

—Todas las espadas son mágicas, porque cada una de ellas tiene alma propia. Ahora que lo recuerdo, debo sellarlas y hacer que estas espadas te reconozcan como su única dueña y formen un pacto contigo hasta el día en que tú mueras o una de ellas lo haga. —Le comenta mientras comienza a desenvainar las espadas que se llevarían.

—¿Es por ese pacto que las espadas de un cazador deben ser quemadas? —Le pregunta Sarah pensando en las de armas de sus padres.

—Todas las armas tienen alma, no importa de qué tipo sean. Es por eso por lo que deben ser destruidas. Con todas las armas que compres hoy día tendrás que hacer un pacto. Por favor extiende tu mano izquierda y di en voz alta que prometes que vas a protegerlas y cuidarlas hasta que la vida de alguna de ellas o la tuya se extinga. —Sarah extiende las manos sobre las espadas y el cazador toma una daga de plata. La mira para que dijera las palabras que le menciono.

—Prometo protegerlas y cuidarlas hasta que la vida de alguna de ustedes o la mía se extinga. —Indrikus le corta las palmas de las manos y luego pasa la mano de Sarah por las hojas de las espadas.

Sarah observa su palma y nota que la herida cierra más rápido de lo usual, asume que se debía a la sangre que había ingerido. Eara va a mojar un trozo de tela al baño y al volver se lo da a la joven para que limpiara la sangre. Sarah ve que no queda marca alguna y el dolor se había disipado rápidamente. Al ver que sus manos ya estaban bien ve las espadas, las cuales brillaban mientras absorbía su sangre. La joven se sorprende, pero recuerda que los cristales habían hecho algo similar por lo que se dedica a admirar el proceso. Los ojos fascinados del cazador le transmitían el amor que tenía por sus creaciones, le comentaba de vez en cuando que desde que comenzó a hacer espadas que ese tipo de rituales le llamaba la atención. También le explicaba que había oportunidades que tenía que hacer que espadas aceptarán a descendientes de cazadores fallecidos, lo cual era enormemente difícil debido a que los pactos eran únicos y que limpiar la sangre absorbida era un verdadero desafío. A través de esas conversaciones la joven se iba dando cuenta que el oficio que llevaba a cabo su familia era digno de admiración.

—Estas espadas ya te han aceptado. —Le señala Indrikus con una sonrisa. Sarah asiente.

—Te agradecería que envíes estas espadas al hotel Príncipe Di Savoia antes de las siete de la tarde de mañana. —Le pide Eara.

—Entiendo.

Cuando llega el momento de pagar la joven queda impactada con los valores que tenían las pocas espadas que llevaban, por lo que se cuestiona si el dinero que le habían enviado de regalo alcanzaría para el resto de las armas. Pagan y se despiden, aunque el cazador mientras le daba un beso en la mano a la joven le menciona nuevamente su ansiedad de ver alguna arma diseñada por ella. Cuando se suben al auto Sarah le comenta que ese negocio era bastante lucrativo, la cazadora sonríe y le explica que el negocio de las armas era esencial en su mundo, porque sin ellas sería muy difícil cumplir con las misiones. Las dos mujeres siguen conversando del tema, pero más referido a lo que ella sabía sobre las armas que creaban los miembros de los Crossrose.



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En el texto hay: fantasia, peleas epicas, iglesia y corrupcion

Editado: 19.02.2024

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