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Sarah recorría con sus ojos la gran habitación de entrenamiento de estilo asiático, estaba sorprendida que ese edificio fuera tan grande. Josué estaba seleccionando dos Bokken para comenzar la práctica con la joven, su estilo de entrenamiento es de iniciar enseguida con armas y fortalecer los músculos sin necesidad de buscar el equilibrio interno, pensaba que eso llegaba con el tiempo. Cuando hubo seleccionado los mejores que disponía la sala se da vuelta y mira de arriba abajo a la adolescente, deseaba con tantas ansias moldearla a sus gustos e ideas.
— ¿Tienes alguna pregunta? — Sarah lo mira de un modo que a Josué le recuerda los ojos de Marc, pero particularmente los de otro personaje célebre de los Crossrose, del cual no tenía claridad, sólo tenía seguro que eran los de alguien peligroso.
— Sólo una, ¿Cómo es posible que este edificio sea tan grande si por fuera se ve como un palacete común y corriente? — Pregunta con tono serio.
— Eso es simple de responder, por magia. Hay hechizos que son capaces de hacer espacios infinitamente más grandes y que guarden muchas más cosas, es como con los bolso que usamos los cazadores. Parece que Eara no explico nada de eso.
— Si me explico lo de los bolsos, pero tenía la duda en cuanto a este lugar. — Le dice seriamente. Josué siente que el acercarse a ella sería mucho más complicado. — ¿Qué me vas a enseñar?
— Lo primero que haremos es aprender a manejar algo básico para nosotros los cazadores, una espada. No empezaremos con nada físico, porque eso lo iremos viendo con el tiempo. Primero debes aprender a defenderte de los oscuros, las armas serán tus mejores amigas a la hora de cazar. — Sarah lo mira aún más seria.
— ¿Entonces debí haber traído mis armas?
— No te preocupes por eso, los cuartos de entrenamiento están preparados con armas. Cuando el nombramiento de tu maestro sea oficial, te pediré que traigas las tuyas. — Da a entender que él ganara. — Además, como aún no estás oficialmente en Gladius es mejor que uses estas que son comunes y corrientes, como las que usan los humanos.
— Ya veo, entonces comencemos. — Le dice mientras recordaba cómo Eara la ayudó a elegir sus armas. Josué se sentía vencedor, se acerca a ella y le da el Bokken.
— Es mejor que te saques la chaqueta deportiva, vas a entrar en calor muy pronto.
Sarah se la quita y el cazador la toma para llevarla hasta un armario. Se da vuelta y le pide que ponga en el centro del lugar. Le explica que le va a mostrar lentamente como comenzar a defenderse de él y que poco a poco subiría el nivel para que se fuera acostumbrando a la espada de roble. La adolescente acaricia con sus dedos la hoja y asiente. Josué respira y tras eso sonríe malévolamente, pero su sonrisa se veía apagada con cada movimiento que realizaba. Sarah se adapta rápidamente. Tras enseñarle y ver que la joven tenía una destreza que no había visto en ningún gladius comienza a subir la velocidad de sus movimientos lo que llevaba a que a veces Sarah saliera disparada hacia un extremo de la habitación y sufriera algunas contusiones. Sin embargo, pronto tiene que parar y le anuncia que crearía un muñeco para que entrenara con ella, así él podría ver qué cosas debía corregir. Sarah estaba sorprendida de que fuera capaz de responder y sentir que la espada se comenzaba a hacer una con su brazo. El cazador dibuja unos símbolos alquímicos básicos y luego hace una cruz celta, tras eso pone su mano sobre el piso y dice una frase en un idioma extraño. En eso comienza a aparecer frente a la adolescente un hombre de madera con ojos rojos brillante.
— Debes pelear con ella, quiero que vayas subiendo el nivel cuando sientas que ella te está respondiendo. — Le dice al muñeco y éste asiente. Sarah por primera vez veía a alguien que usaba alquimia, por lo que estaba atónita. — Sarah, preparate, porque este muñeco no te la hará fácil. Te iré corrigiendo cuando tengas errores.
La joven sentía dolor en sus hematomas, pero internamente se iba dando fuerzas para seguir. El muñeco poco a poco iba subiendo el nivel y Sarah volvía a salir golpeada, pero con el paso del tiempo le iba encontrando el ritmo y se iba haciendo una con su espada. No obstante, algo interno le impedía dominar por completo su arma y poder responderle con mayor velocidad.
Eran cerca de las tres de la tarde cuando Adolf Friedman entra en la habitación y se para al lado de Josué, quien estaba sorprendido de ver a la aspirante a aprendiz. Nunca esperó que ella pudiera llegar al nivel en el que estaba para esos momentos, internamente iba entendiendo que era digna de ser la descendiente de Owain Crossrose. El sacerdote nunca había visto en el fiel cazador tal expresión de desconcierto, por lo que se queda observando a la joven durante un tiempo. Al ver a Sarah entiende a Josué, piensa que esa chica sería mucho más difícil de descifrar que los demás miembros de los Rebeldes.
— Esa chica es asombrosa, creo que va a ser una excelente s... — Estaba diciendo Friedman.
— Es mejor que ni se te ocurra decir lo que estoy pensando, ella está agudizando sus sentidos muy rápidamente. — Mira al sacerdote de manera dura.
— Entiendo. Cambiando de tema, deberías llevarla a comer algo.
— Más tarde y por favor déjeme continuar. — Friedman le da una arrogante sonrisa y se retira del lugar.
Sarah apenas presta atención a la conversación, estaba tan concentrada en no sentir dolor y de protegerse de recibir más golpes. A pesar de que se curaba rápidamente, su cuerpo todavía no tenía el equilibrio para soportar un entrenamiento como el que estaba teniendo. Las horas pasaban y la adolescente sentía como sus fuerzas se iban de su cuerpo, no había comido nada desde el desayuno y tampoco había bebido nada de agua. De repente el muñeco la lanza tan lejos que casi se golpea con un pilar, pero se intenta levantar mientras apoyaba el Bokken en el piso. En ese momento Josué se le acerca con una sonrisa engreída, de cierta forma siempre había querido ver a un Crossrose en el estado en el que estaba Sarah.