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Eara estaba sentada en un sillón mientras observaba la luna. En eso llega Arne y le acaricia el cabello. Se levanta y le muestra un rostro lleno de paz.
— ¿Quieres algo de comer? — Le pregunta mientras tomaba un plato con un vaso con restos de leche.
— Comí en la organización, pero te acepto un café. — Ambos salen de la habitación principal de estilo bohemio y se dirigen a una amplia cocina. Eara saca un saco de granos de café y empieza a moler la cantidad necesaria para una tetera de café. Pone la cafetera de metal sobre la hornilla de la cocina y con el pasar de los minutos el lugar se satura del olor del café.
— ¿Estás bien? — Le acaricia la mejilla mientras ella se apoyaba en uno de los muebles para quedar mirándolo de frente.
— Lo estoy, pero aún tengo que ver unas cosas. — Arne se pregunta qué podría ser. — Necesito hablar con alguien importante del bajo mundo. — El cazador enarca su ceja derecha al sospechar de quién se podía tratar, imagina que debía ser alguien del mundo de las catacumbas.
— Supongo que no puedo sugerir nada, así que todo será cosa tuya. Si necesitas algo después de esa conversación no dudes en llamarme. — Le sonríe.
La cafetera comienza a sonar y Eara la saca del fuego para preparar un cappuccino, el favorito de Arne, y para ella un café negro. Los sirve en la mesa de la cocina y comienzan a hablar sobre los papeles que necesitaba para Viktor y el cazador le comenta que eran unos que explicaban los tratados con las hadas y algunos protocolos que se deben seguir. Eara curiosa le pregunta porque los necesitaba y este le señala que era porque quería llevarlo al mercado de hadas y no deseaba que su aprendiz cometiera alguna imprudencia. Luego de eso le comenta que también lo hacía porque quería prepararlo para el carnaval de Venecia y que fuera capaz de reconocer a un gran espectro de oscuros. Eara al entender le acaricia la mano a su compañero y le consulta cuando será el carnaval, Arne le toma la mano y le da vuelta para acariciar la flor de lis que tenía tatuada en su muñeca derecha. Le responde que del veinticinco de enero al cuatro de febrero. Ambos sonríen e inician una charla sobre los entrenamientos de Viktor y cuánto ha avanzado en el último tiempo. De repente, Arne recibe una llamada, era su aprendiz. Comienza a hablar con él y éste le dice que quiere preguntarle algunas cosas sobre unos movimientos de lucha y sobre una materia. Eara al ver que eran más de las tres de la mañana le dice que vaya con Viktor, quién debe estar ansioso de mejorar sus habilidades. El cazador le da un beso en la frente y se retira del departamento mientras seguía hablando con Viktor.
Eara tras volver a mirar la luna por un rato va a lavar, secar y guardar la loza. Luego guarda sus cosas en una cartera sin fondo que se cruza. Apaga y asegura todo para luego salir en dirección a las catacumbas de San Calixto, lugar en donde merodeaban por la noche oscuros buscando el consejo de un Arconte que había abandonado su misión celestial mientras intenta volver a encontrar la pasión por su Señor. La joven gladius, mientras saltaba por los tejados, recordaba aquella vez en donde su maestro le explicaba qué era un Arconte. Aquella lección fue mientras recorrían el bosque de Bialowieza, entre la frontera polaca y bielorrusa, en la temporada de primavera mientras trataban de encontrar a un arconte inestable que había liquidado a una humana que salía de una fiesta tras pensar que era una corrompida. La voz paternal de Stefan le explicaba que un arconte es un ángel, seres que podían ayudar a aquellos que fueran a pedir su consejo. Eara estaba a punto de llegar cuando se detiene para ver la extensión del lugar que en sus entrañas alberga múltiples catacumbas. Esperaba que pudiera ayudarla a entender algunas cosas o si no tendría que hacer una sesión espiritual para conversar con su maestro. Baja hasta la entrada y nota que el lugar estaba tan vacío que en cierta manera calmaba su mente, ni siquiera había oscuros merodeando, lo cual era raro. Se pregunta si el ángel sabía que ella iría a visitarla. Baja hasta la parte que el público no tiene acceso y comienza a recorrer en plena oscuridad los pasillos buscando al arconte como si lo estuviera cazando.
De repente, en un rápido movimiento Eara saca de su bolso una daga de cuarzo rosa y una linterna, pero además sus ojos se iluminan como la luna mientras giraba para repeler el movimiento del Arconte. Esta vez se presentaba como una hermosa mujer de cabellos celestes que brillaban como si tuvieran pequeñas luciérnagas atrapadas, piel grisácea y sus característicos ojos dorados rodeados por grandes ojeras de color negro. Sus grandes alas chocaban con las paredes del lugar.
— Ten cuidado con lo que pretendes hacer, no dudaría en eliminar tu existencia en un abrir y cerrar de ojos. — Le dice Eara con cautela. La arconte ríe.
— Sería en un poco más de un abrir y cerrar de ojos, no soy tan débil. — Le dice con una voz armónica y fría.
— Me estas subestimando. — El oscuro la mira por un momento.
— No lo he hecho, para ser más precisa sería en dos abrir y cerrar de ojos humanos, solo un Damphir como Owain podría matar a un arconte en un abrir y cerrar de ojos. — Eara la queda mirando. — ¿A qué ha venido una cazadora tan respetable de Gladius y heredera de tres fuertes Damphir, Hervé y Aurora Kontos y de Eferhild Lichtstrahl?
— Eso ya lo sabes, de lo contrario no hubieras vaciado las catacumbas.
— Vacié las catacumbas por lo que se avecina. He visto como el miedo se ha difundido entre los oscuros tras la difusión de la muerte de los Crossrose. Es normal que todos teman por sus vidas al enterarse que sus principales protectores entre todos los clanes han muerto y han dejado a su heredero en las manos de Gladius, organización que busca nuestro exterminio. — Recalca la palabra nuestro para hacerle entender que los cazadores también estaban incluidos. — Además, por el viento pude oír a tú confuso corazón y entiendo que esa confusión nace por el heredero de ellos. — Eara la mira atentamente. — ¿Acaso me equivoco en esto último?