Crónicas de la Arena: El Kazekage, El Clan y El Misterio.

CAPITULO 6

CRONICAS DE LA ARENA, CAPITULO 6

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Termino de escribir el informe y lo guardo en la pequeña mochila del halcón mensajero.

―Tobimaru, llevaras este mensaje al castillo del Señor feudal que se ubica en las montañas rocosas ―llevo  su mano delicadamente a la cabeza del halcón y lo acaricio, el animal por su parte recibió el encomio con agrado―, hasta que salgas de la Aldea, vuela bajo, no queremos que llames la atención, se discreto en tu camino…

Abrió la ventana de su despacho y extendió la mano donde posaba Tobimaru, este miro a su amo y asintió con su cabeza. Sería un animal, pero era más inteligente y ágil que muchos humanos.

Extendió sus alas y tomo vuelo, desapareciendo por entre medio de los edificios vecinos al cuartel general.

El pelirrojo observo con serenidad la escena. Luego sus ojos se centraron en el azul del cielo, era un hermoso día despejado, que recién empezaba.

No estaba vestido con su túnica blanca que lo caracterizaba. Estaba estrenando su nuevo vestuario que su hermana le había elegido meses atrás. Y es que su chaleco de carga morado, chaqueta bordo larga y pantalones grisáceos se habían avejentado un poco. Temari siempre le recalcaba que “tenía que cuidar su imagen” ya que él era el reflejo e imagen de la Aldea. Incluso ella y Kankurō cambiaron su estilo de vestir a modo acompañarlo, cuando fue voluntariamente “arrastrado” a la tienda de ropas, por la rubia.

Me siento muy ligero con estas nuevas prendas ―murmuro para sí, el pelirrojo, mientras se acomodaba el puño de su camisa, la cual seguía siendo de color bordo al igual que sus nuevos pantalones, que tenían pinzas en la cintura, dándole un aspecto más adulto a su imagen. Ahora ya no llevaba una enorme calabaza, luego de la guerra, sus habilidades mejoraron enormemente gracias a la experiencia que había ganado en ella, y ahora solo llevaba una pequeña calabaza la cual sujetaba con unas cintas y las situaba en la parte baja de su abdomen.

― ¿Ya enviaste a Tobimaru con el informe? ―pronuncio Kankurō entrando en escena, sacando de su pensar al Kazekage.

―Ah, acaba de partir ―respondió el pelirrojo.

―Ahora me pregunto ¿Que nos ira a ordenar el Daimio? ―el castaño se llevó una mano a la nuca, se mostraba agobiado―. Con eso de que Ann no es la sucesora a líder de su clan, me cuesta no pensar que nuestra misión se tornara más complicada, espero y no nos ordene matar a alguien especifico… aunque siendo sincero, no le veo una solución más rápida al problema…

Gaara miro con intriga a su hermano, algo en sus palabras le causaba molestia. Eran ninjas, si la cuestión lo ameritaba, debían ejercer el papel de asesinos. No había cabida para sentimentalismos en la vida que ellos llevaban, por lo menos, no para ese caso. La líder de los Taiyō era una amenaza no solo para ciertos clanes, si se la dejaba por más tiempo a sus anchas, podrían en un futuro, intentar derrocar al sistema actual con el que se gobernaba el país del viento. Sin duda sería preferible borrar a un par de personas poderosas e influyentes a tener que perder a centenares de civiles y subordinados inocentes en un conflicto bélico interno.

― Pareces preocupado más por una persona en común, Kankurō ―señalo el pelirrojo mientras caminaba con dirección a la salida de su despacho, seguido por el castaño; no tenían nada más que hacer ahí.

―Sí, no puedo negar que me preocupa el solo pensar que nuestro superior nos ordene atentar contra su familia y ella… ―fijo su mirada con tristeza en el suelo, mientras seguía caminando.

El pelirrojo, quien caminaba a su lado, fijo su mirada su mirada al techo. La aflicción que profesaba su hermano era tan contagiante, pero él no se dejaría llevar tan fácil.

―Qué hombre de poca fe… tu negatividad se puede sentir en el aire…

El marionetista salió de su pena, y observo con molestia a su hermano.

―Para ti es fácil decir eso, en esta misión te es indiferente si alguien vive o muere, con tal que las bajas sean pocas, te darás por satisfecho ―manifestó con enfado en su voz―. De hecho, en el fondo hasta te sentirías feliz por si algo malo le sucede a Ann-san, y eso lo sé porque te llevas muy mal con ella…

Gaara se detuvo en seco al escuchar eso último.

―Ann-sama me es indiferente. Si bien mi relación con ella no es buena, no la odio ni le guardo algún sentimiento negativo ―señalo el pelirrojo―. La considero una víctima más, envuelta en todo este conflicto… Pero eso no garantiza nada, no deberías mezclar tus sentimientos con tus deberes, Kankurō.

El castaño, quien se había adelantado unos metros, se detuvo en seco. Y hablo dándole la espalda.

―Eso ya lo sé. Pero dime Gaara ¿Acaso es posible evitar sentir? Es tan necesario en los humanos, que el evitarlo es tan imposible como el intentar dejar de respirar ¿O es que me vas a decir que tú, aun siendo el Kazekage, no has sentido empatía por algunas de las personas que has conocido?



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En el texto hay: comedia, drama, accion con poderes

Editado: 19.01.2020

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