Crónicas de la Arena: El Kazekage, El Clan y El Misterio.

CAPITULO 10

CRONICAS DE LA ARENA 

 

 

CAPITULO 10.

 

―Hermana, me alegra que pases tu único día libre conmigo, estoy realmente muy feliz ―emitió el pequeño, mientras abrazaba a Ann.

Iba caminando, por la calle comercial de la Aldea. Había muchos puestos que ofrecían comidas para llevar y merendar al paso.

―Yo también estoy feliz ―respondió esta ante la algarabía de su menor―. Draco-chan ¿Quieres comer un algodón de azúcar? ―le pregunto con una sonrisa en sus labios, deteniéndose justo en frente de la tienda que ofrecía ese producto.

―Hum, si quiero ―respondió entusiasta―. Quiero uno gigante, mucho, mucho, mucho muy grande, que parezca que toque el cielo ―exclamo este mientras hacia una expresión exagerada con las manos.

Ann no pudo evitar soltar una pequeña risa ante la petición de su querido hermano menor.

―Está bien, te comprare uno grande, aunque dudo que llegue a tocar el cielo ―la joven Taiyō, se adentró a la fila, esperando su turno para que la atendiesen en la tienda.

― ¡Genial, gracias onee-chan!―replico el niño, mientras seguía abrazado a la cintura de su hermana.

La gente alrededor no podía evitar verlos fijamente, era muy extraño ver a los Taiyō comprando y conviviendo fuera de los dominios de su clan, sin mencionar que llamaban la atención por sus apariencias doradas.

Luego de muchos minutos de espera, les toco su turno.

―Buenos días, hijos del sol ¿Cuántos algodones van a querer para llevar? ―emitió con tono amigable el vendedor.

―Anciano, quiero un algodón de azúcar, tan grande que llegue a tocar el cielo ―ordeno impaciente el menor de ellos.

El vendedor carraspeo, sabía que no podía cumplir tal petición.

―Draco, no seas tan maleducado. A padre no le hubiera gustado que fueras así ―dijo Ann, a modo de regaño―. Buenas señor, disculpe a mi hermano, es bastante impaciente ―agregó esta, dirigiéndose al comerciante―. Por favor, denos dos algodones de azúcar, extra grandes.

―Ah… descuide… aquí tiene, gracias por su compra, señorita, vuelvan pronto ―pronunció el vendedor un tanto apenado.

Ann recibió los dos algodones y salió de la tienda a rastras, con su hermano abrazado a su cintura como si fuese un Koala.

Comenzaron a caminar a paso lento, de forma separada.

―Onee-san, eres mala ¿Por qué me regañas enfrente de la chusma? ―dictamino el niño, poniendo cara de puchero y quitándole uno de los algodones de las manos.

―Por qué lo necesitas Draco ―señaló ella―. Madre te mima demasiado, y puedo apreciar que no te ha enseñado modales; no puedes hablarle a tus mayores como te dé la gana. Debes aprender a saber vivir en sociedad. No todo el mundo es tu sirviente, ni tiene el deber de aguantar tus malos modales…

―Tú dices eso, pero cuando te veo hablar con tus alumnos, los agredes verbalmente ―refunfuño Draco, mientras le daba una gran mordida a su dulce.

―Eso es muy diferente, yo soy su superior y la única forma de que esos torpes me entiendan y reaccionen bien a lo que les ordeno, es gritándoles ―explico la Taiyō.

― ¿Y que hay con Gaara-nii? Siempre le hablas de una forma seca y poco agradable, eso que es tu superior, si más entiendo…

Ann se detuvo en seco, parece que las palabras de su hermano le habían afectado.

―Eso es un tema aparte y muy diferente.

El pequeño notó la inercia de su hermana y también se detuvo, la miro con  curiosidad, su rostro había cambiado de una expresión tranquila a una de mucha molestia.

― ¿Dije algo malo, hermana? ―preguntó este preocupado, al notar su reacción.

―Draco… no quiero que vuelvas a referirte al Kazekage como si fuera tu hermano mayor. ¡Tú única hermana mayor soy yo, y nadie más! ―respondió con seriedad, Ann, mientras se acercaba a Draco y lo abrazaba de forma espontánea.

―No deberías sentir celos de Gaara-sama, Onee… ―emitió este mientras le devolvía el abrazo―. El me agrada mucho, pero yo te quiero a ti más que a nadie…

Esas palabras hicieron que el semblante molesto de Ann desapareciese.

―Me alegra escuchar eso.

Se separaron y empezaron a caminar de nuevo.

Draco había terminado en poco tiempo su dulce, mientras que Ann apenas le había dado una pequeña mordida al suyo.

―Toma, yo ya estoy llena ―le ofreció su algodón de azúcar.

El niño rubio dudo unos segundos, no quería quitarle el dulce a su hermana, mas no podía resistir el deseo a seguir comiendo su alimento favorito.

―Si no lo quieres, voy a botarlo…

― ¡No, no hagas eso, si quiero, me lo comeré, dámelo! ―exclamo el pequeño ante la amenaza de su hermana.

Tomó el algodón y empezó a comerlo con entusiasmo.

Anngelius esbozo una pequeña mueca de aceptación, mientras lo miraba de lado.

―Pero sigo insistiendo que Gaara-sama y tu serian una pareja de novios perfecta ―señaló directamente Draco, mientras seguía engullendo su preciado dulce.

―Vuelve a decir una tontería como esas y te van a llover unos buenos cocachos, Draco ―advirtió Ann.



#6494 en Fanfic
#22243 en Otros
#3330 en Acción

En el texto hay: comedia, drama, accion con poderes

Editado: 19.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.